La globalización fue buena para las empresas en por lo menos un aspecto: les permitió encontrar talento en cualquier parte del planeta. Sin embargo, a medida que aumentan las tensiones geopolíticas, se van acabando los días de la empresa sin fronteras. Comienzan a importar las nacionalidades.
Se supone que la primera obligación de los ejecutivos es para con sus stakeholders, pero a medida que se intensifica la confrontación geopolítica, el tema de las alianzas nacionales vuelve a aparecer, estima Elisabeth Braw en el Financial Times. Los temas relacionados con la confidencialidad comienzan entonces a verse desde otra óptica.
Hoy según el lugar donde esté basada una empresa puede beneficiarla o perjudicarla. Existe también el riesgo de que un alto ejecutivo extranjero tenga lazos fuertes con su país de origen y que esos lazos entren en conflicto con los objetivos de la compañía. El hecho que algunos países no se estén llevando bien significa que las empresas podrían comenzar a discriminar algunas nacionalidades-