Diferenciar el rol del CEO y el del chairman

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Hay consenso en que es un principio de sana gobernanza de las empresas. La alta gerencia debe estar a cargo del CEO, director general, gerente general. Pero no es conveniente que sea a la vez presidente del directorio. Sin embargo, la realidad es muy distinta y en muchas empresas se confunden ambos papeles, que terminan unificados en la misma persona.

Todo lo contrario de lo indicado por las buenas prácticas. El debate ha ido iniciado por un actor de primera magnitud y va especialmente contra los grandes bancos estadounidenses.

Las circunstancias en que se plantea esta discusión son más que especiales, por varias circunstancias.

Primera: las turbulencias financieras que conmueven los mercados bursátiles de todo el mundo, como onda expansiva de lo ocurrido primero en las bolsas chinas y asiáticas.

Segunda: predicciones de escaso crecimiento y deflación en buena parte de la economía del planeta, lo que hace temer por la aparición de una recesión tan importante como la de 2008.

Tercera: la caída en el precio de los productos básicos, pero especialmente en el caso del petróleo. Hace poco más de un año costaba US$ 120 el barril de crudo; al cierre de esta edición cotizaba a US$ 26 el barril y había pronósticos agoreros de que podía llegar a US$ 20.

Este nuevo escenario que puede persistir este año y el que viene, por lo menos, implica beneficios a los países consumidores, y pérdidas y problemas serios a los productores.

Entre estos últimos hay dos categorías: los previsores, que acumularon reservas; y los pródigos que gastaron o desperdiciaron todo lo que les ingresó. Durante las épocas gloriosas de los años 70 y 80, el ingreso extra de los países productores fue tan excepcional que algunos de ellos, previsores, formaron fondos soberanos donde se acumularon recursos extraordinarios para cuando llegaran los tiempos de “las vacas flacas”. Arabia Saudita y otros países árabes organizaron estas instituciones que se dedicaron a invertir racionalmente por todo el mundo, y a las que ahora recurren para equilibrar presupuestos deficitarios.

 

 

Del bajo perfil, al primer plano

En Occidente un precursor exitoso de este tipo de fondo fue el que organizó Noruega cuando se comenzaron a explotar las riquezas petroleras del Mar del Norte. Al principio se le llamó simplemente “el Fondo del Petróleo”. Pero en 2006 se le cambió el nombre y pasó a ser “el Fondo de Pensiones del Gobierno”, lo que revela su verdadero destino: atender las jubilaciones del futuro cuando esa riqueza se haya acabado.

El Fondo maneja recursos por US$ 810.000 millones. Es uno de los 10 primeros inversionistas en casi todos los grandes bancos estadounidenses. La diversificación de su cartera es de tal magnitud, que posee ?como promedio? 1,3% en todas las empresas que cotizan en la bolsa en todo el mundo.

La advertencia pública de sus autoridades ha sido muy clara: basta con la práctica de combinar los roles de CEO y chairman. Aunque el proceso insuma una generación ?advierte? debe avanzarse en este camino que ya no es sostenible.

Durante el año pasado utilizó -sin éxito- su participación de 0,8% en el JP Morgan y en Bank of America para votar en contra de ese rol compartido. Del mismo modo lo hizo con su 0,4% para votar en el mismo sentido en la asamblea de Goldman Sachs. Su tesis es que esta política conspira contra la inversión de largo plazo y aumenta la fricción con los accionistas.

No solamente en los bancos. En General Electric votó en contra de que Jeff Immelt ocupara ambas posiciones. Lo mismo hizo en Exxon Mobil. Lo cierto que los pequeños inversionistas están comenzando a imitar la política de los noruegos. Otros fondos de inversión soberanos se aprestan a insistir en los mismos criterios.

El fondo noruego vendió el año pasado su participación en 73 empresas por razones ambientales, y está discutiendo con otros directorios la modificación de políticas de gobierno corporativo.

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