El problema del exceso con las bebidas alcohólicas no se termina en mirar al otro día el celular y ver incómodas charlas de WhatsApp. De acuerdo a un nuevo estudio de Centro de Control de Enfermedades estadounidense, le cuesta al país norteño US$249 mil millones que sus habitantes se tomen unas cuentas cervezas de más. El estudio contempla las perdidas que traen el abuso de la bebida y la resaca en relación a varias variables. Por ejemplo los accidentes automovilísticos, el crimen y las riñas callejeras, las muertes por enfermedades relacionadas al alcohol (como comas alcohólicos) y, por sobre todas las cosas, el daño a la productividad por el ausentismo que generan en los trabajadores. Los datos del estudio son del año 2010. La resaca de los empleados le cuestan a EE.UU US$77 mil millones al año. Si a eso se le suma el ausentismo la cifra asciende a los US$ 90 mil millones. De acuerdo al mismo estudio, el país pierde 1 de cada 10 trabajadores por problemas relacionados con el exceso en el consumo de alcohol. Lo peor es que la situación viene empeorando porque las pérdidas, que aumentaron 2,7% del 2006 al 2010, superaron a la pérdidas por inflación en esos mismos años.
En nuestro país
Vale una estimación. En los hogares argentinos, más de 10 millones de hogares (86,5%) compran bebidas alcohólicas. Además, cada 16 días se adquieren unos 3,6 litros de cerveza y 2 litros de vino. De eso se desprende que la categoría de vinos es la más popular y la de cerveza la de mayor consumo según Kantar Worldpanel.
Las cervezas junto al Fernet se destacan en el área metropolitana, en tanto que el vino prevalece en el interior del país. Además consumimos un promedio per cápita de 99 litros al año y en cada visita al punto de venta compramos tres. Y estamos mal posicionados en la región. Sólo nos supera Chile en consumo de alcohol y no por muchos. Esto le cuesta al país, según un estudio de la OMS, el 18,5% de sus muertes en los accidentes de tránsito o enfermedades causadas por la bebida. Los daños económicos no deberían estar muy lejos de los Estados Unidos. Ahora hay otro argumento para no beber de más y es cuidar la economía.
