Lo que al principio parece una contradicción tiene una explicación lógica: al entregar la cantidad exacta que se necesita para un lavado, impide a los usuarios que usen jabón de más.
Durante muchos años, los fabricantes de jabón para lavar la ropa se beneficiaron con la gente que ponía demasiado jabón con cada carga. El fenómeno se hizo más evidente cuando empezaron a sacar detergentes (en otros países llaman detergente al jabón para lavar la ropa) cada vez más concentrados.
El problema llegó a su punto culminante cuando P&G sacó su nuevo producto para lava r–las cápsulas Tide Pod– que fijaban la cantidad de detergente usado por lavado e iniciaron la era de los productos dosificados. En Estados Unidos las ventas totales de detergentes para lavar cayeron 2,1% en el año que terminó en marzo, según datos de Nielsen, que excluyen a algunas cadenas de minoristas. Cuando se comparan con la era pre-cápsulas de hace tres años, las ventas cayeron 5,1% a US$ 7.060 millones.
La caída de las ventas originó un insólito debate en la industria sobre qué pasa cuando la innovación se pasa de revoluciones y quién tiene la culpa. James Craigie, director ejecutivo de una cadena que vende marcas baratas de jabones para lavar, dijo directamente: “Pod (aludiendo a la marca de P&G) está matando la categoría de jabones para lavar. Los nuevos productos deberían agrandar la torta de ingresos para fabricantes y minoristas, no achicarla. Eso es lo que la innovación siempre hizo en el pasado”.
Pero desde que en 2012 salieron los Tide Pods y luego siguieron otras marcas, la tendencia en las ventas fue siempre hacia abajo.