Contacto laboral, ¿físico o virtual?

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Se entiende por “contacto físico” al encuentro corporal cara a cara, por oposición al que se realiza a distancia

Y por contacto verbal al no físico que se realiza a la distancia aplicando la tecnología; por ejemplo en una reunión de trabajo empleando zoom o teams, o en una actividad educativa utilizando el aula virtual.

Dado un encuentro necesario o conveniente, cabe elegir uno de los dos tipos de contacto o una combinación de ambos, en función de sus respectivos pro y contra. No es propósito de este artículo analizar esos pro y contra. Solo pretendo hacer ciertas reflexiones generales acerca de la alternativa.

Respecto de la relación entre dicha alternativa y el aislamiento físico establecido como estrategia para combatir la pandemia, cabe distinguir tres etapas:

1.     Antes del aislamiento existía una sub-aplicación del contacto virtual, por diversas razones: mantenimiento de usos y costumbres, ignorancia o falta de experiencia acerca de las posibilidades de emplear el contacto virtual, etc.

2.     Durante el aislamiento, la imposibilidad de emplear el contacto físico forzó su reemplazo por el contacto virtual. Y este reemplazo abrió la puerta al desarrollo de conocimientos y experiencias al respecto. Incluso, lo que en un primer momento pudo considerarse un mal necesario, ha hecho pensar que podría ser preferible, más allá del aislamiento forzoso.

3.     Tal proceso de aprendizaje implica que el reemplazo del contacto físico por el contacto virtual habrá de continuar, en mayor o menor grado, después del aislamiento. Esta visión entraña el planteo de una alternativa que cabe conceptualizar como A o B.

En el capítulo 18 de mi libro Apuntes al margen planteé lo siguiente. Dada una alternativa enunciada, en principio, como A o B, existen dos enfoques en términos generales: A vs. B (disyuntiva) o A + B (combinación). En dicho capítulo concluyo que, en muchos planteos es preferible el enfoque de A + B.

Creo que tal enfoque general de A + B habrá de ser el más conveniente para resolver la cuestión de encuentro físico o encuentro virtual. Pero aquí me surge una preocupación. Aun con el enfoque A + B, en cada caso puntual la elección de A o B depende de la ponderación de sus respectivo pro y contra en la situación específica. El problema es que los pro del contacto virtual (que tienden a ser los contra del contacto físico) tienen efectos tangibles en el corto o mediano plazo, fácilmente medibles; por ejemplo, ahorro de costos de transporte o de espacio físico.

En tanto que los pro del contacto físico (que tienden a ser los contra del contacto virtual) implican efectos intangibles a más largo plazo y más difíciles de medir. Esta diferencia en la consideración de los respectivos pro y contra puede inclinar indebidamente la balanza a favor del contacto virtual.

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