Algunas personas son negativas por naturaleza. No gustan de su trabajo ni de la compañía que los emplea; odian a sus jefes porque los piensan injustos; piensan que los consumidores son todos tontos. Son pesimistas seriales y lo mejor que pueden hacer las personas que los rodean es a evitarlos.
Hay otro grupo que también puede afectar el humor laboral. Son personas normalmente positivas que se vuelven negativas por hechos puntuales. Algunas veces sus razones son legítimas y es por eso que se deben tratar diferente que a los pesimistas recalcitrantes.
Analicemos cada caso por separado.
Consejos para lidiar con pesimistas ocasionales:
• Escuche los reclamos de su compañero de trabajo. Algunas personas repiten sus argumentos porque sienten que el otro no está escuchando. Pregunte, si es necesario, hasta que explique cuál es el problema en profanidad.
• Decida, después, si cree que el reclamo es legítimo. Si cree que si, piense en cómo puede ayudar. Si piden consejo, ayude recomendando soluciones o ideas para eliminar el pesimismo.
• El consejo ocasional siempre es bienvenido pero recuerde que usted no es su terapeuta ni su representante de Recursos Humanos. Recomiende libros, seminarios o lugares de contención dentro de la oficina. Sepa cuáles son los límites.
• Es posible que su compañero no necesite todas estas cosas y que solo requiera que alguien lo escuche. Hágalo y, con respeto, ponga límites al tiempo que le puede dedicar. Los reclamos constantes quitan energía y cambian el humor. No permita que eso suceda; sepa cuándo irse a tiempo.
• Si decide, por el contrario, que los reclamos no son legítimos, no se calle. Dígale que no está de acuerdo respetuosamente.
• En futuras conversaciones, trate de alejarse de los temas negativos. Si piensa que su pesimismo no tiene sustento no invierta tiempo escuchando esos pensamientos.
¿Y para los pesimistas recalcitrantes?
Trate a estas personas genuinamente negativas lo menos posible. Ponga límites a las conversaciones porque las causas de este sentimiento no son su responsabilidad. Que su optimismo no se vea manchado por sus reclamos. Los pesimistas natos necesitan un nuevo trabajo, una nueva compañía, una nueva carrera, una nueva perspectiva o simplemente terapia… pero no necesitan de usted.
Haga tres cosas:
• Evítelos. Si no puede evitarlos por sus respectivos roles dentro de la empresa, ponga límites. No se deje aspirar. Dígale sin rodeos que prefiere pensar en su trabajo en términos más positivos.
• Sugiera que busque ayuda en el sector de Recursos Humanos o con un supervisor.
• Si nada de esto limita su interacción, busque el consejo de Recursos Humanos para entender el próximo paso.
