No siempre la inteligencia alcanza para solucionar de la mejor manera todas las situaciones que se presentan. Hay toda una corriente de pensamiento según la cual se puede mejorar la acción pensando con método.
El “pensamiento gerencial” puede mejorarse, dicen Paul C. Miller y Tom Gorman en su libro “Big League Business Thinking” Prentice-Hall Inc.) dedicado especialmente a los directivos de empresas. La única forma de destrabar ciertas situaciones es modificando la forma de pensar.
Para pensar con método, dicen los autores, un gerente debe desarrollar habilidades de pensamiento. Entre otras cosas, tendrá que:
* reconocer los diferentes tipos de problemas,
* comprender los verdaderos temas detrás de cada problema,
* conocer sus puntos fuertes y débiles,
* resolver los problemas a la gente.
Un gerente tropieza con problemas fácticos cuando en la raíz hay datos, cifras, fechas, leyes. Con problemas tangibles, cuando son ocasionados por máquinas, estructuras físicas. Con problemas intangibles, cuando debe resolver políticas, estrategias, situaciones nuevas, y con problemas de la gente con quien interactúa.
Para abordar un problema, el primer paso es relajarse, el segundo, concentrarse. Así se consigue concentración relajada, que no es otra cosa que pensamiento reflexivo. El pensamiento reflexivo es una consideración tranquila, deliberada y muy dirigida hacia un hecho, sistema, idea o tema.
El pensamiento reflexivo busca el significado profundo, la comprensión profunda o una perspectiva más amplia, o una nueva y mejor solución.
Es cierto que siempre se puede pensar analíticamente, creativamente y prácticamente sin reflexión. Es lo que hacen muchos gerentes competentes. Pero el pensamiento reflexivo es un arma poderosa para encontrar mejores soluciones.
Según sea la personalidad y formación del ejecutivo tendrá una forma de pensar preferida, especialmente para los problemas intangibles. Y probablemente ese estilo encaje en por lo menos una de estas tres categorías:
Pensador analítico. Usa el razonamiento consciente para clarificar los temas. En una reunión, este gerente guía la discusión productivamente hacia una decisión correcta.
Pero la resolución de problemas sigue siendo un desafío para los pensadores analíticos. Por lo general, estas personas son buenas en identificar los temas importantes, pero el central se les escapa. Comprenden el problema, fijan los objetivos correctos, pero no logran dar con un plan de acción aplicable.
Pensador intuitivo. Avanza por los temas con los sentidos bien alerta, y los usa para fijar objetivos y cursos de acción. Ejercita muy poco el razonamiento y el análisis consciente. Pero muchas veces la intuición da origen a un buen plan de acción. Estos pensadores podrían perfeccionar sus habilidades para razonar aprendiendo a pensar analíticamente.
Pensador experimental. Por definición, este tipo de pensador funciona mejor cuando se enfrenta a un problema que le es familiar, uno que reconoce como similar a otro del pasado.
Pero los problemas previsibles son un lujo en la actualidad. Al confiar solamente en su experiencia, a estos pensadores se les pueden escapar importantes temas “nuevos” y eso les impide resolver un problema. Las soluciones de ayer no siempre encajan con los problemas actuales.
No siempre la inteligencia alcanza para solucionar de la mejor manera todas las situaciones que se presentan. Hay toda una corriente de pensamiento según la cual se puede mejorar la acción pensando con método.
El “pensamiento gerencial” puede mejorarse, dicen Paul C. Miller y Tom Gorman en su libro “Big League Business Thinking” Prentice-Hall Inc.) dedicado especialmente a los directivos de empresas. La única forma de destrabar ciertas situaciones es modificando la forma de pensar.
Para pensar con método, dicen los autores, un gerente debe desarrollar habilidades de pensamiento. Entre otras cosas, tendrá que:
* reconocer los diferentes tipos de problemas,
* comprender los verdaderos temas detrás de cada problema,
* conocer sus puntos fuertes y débiles,
* resolver los problemas a la gente.
Un gerente tropieza con problemas fácticos cuando en la raíz hay datos, cifras, fechas, leyes. Con problemas tangibles, cuando son ocasionados por máquinas, estructuras físicas. Con problemas intangibles, cuando debe resolver políticas, estrategias, situaciones nuevas, y con problemas de la gente con quien interactúa.
Para abordar un problema, el primer paso es relajarse, el segundo, concentrarse. Así se consigue concentración relajada, que no es otra cosa que pensamiento reflexivo. El pensamiento reflexivo es una consideración tranquila, deliberada y muy dirigida hacia un hecho, sistema, idea o tema.
El pensamiento reflexivo busca el significado profundo, la comprensión profunda o una perspectiva más amplia, o una nueva y mejor solución.
Es cierto que siempre se puede pensar analíticamente, creativamente y prácticamente sin reflexión. Es lo que hacen muchos gerentes competentes. Pero el pensamiento reflexivo es un arma poderosa para encontrar mejores soluciones.
Según sea la personalidad y formación del ejecutivo tendrá una forma de pensar preferida, especialmente para los problemas intangibles. Y probablemente ese estilo encaje en por lo menos una de estas tres categorías:
Pensador analítico. Usa el razonamiento consciente para clarificar los temas. En una reunión, este gerente guía la discusión productivamente hacia una decisión correcta.
Pero la resolución de problemas sigue siendo un desafío para los pensadores analíticos. Por lo general, estas personas son buenas en identificar los temas importantes, pero el central se les escapa. Comprenden el problema, fijan los objetivos correctos, pero no logran dar con un plan de acción aplicable.
Pensador intuitivo. Avanza por los temas con los sentidos bien alerta, y los usa para fijar objetivos y cursos de acción. Ejercita muy poco el razonamiento y el análisis consciente. Pero muchas veces la intuición da origen a un buen plan de acción. Estos pensadores podrían perfeccionar sus habilidades para razonar aprendiendo a pensar analíticamente.
Pensador experimental. Por definición, este tipo de pensador funciona mejor cuando se enfrenta a un problema que le es familiar, uno que reconoce como similar a otro del pasado.
Pero los problemas previsibles son un lujo en la actualidad. Al confiar solamente en su experiencia, a estos pensadores se les pueden escapar importantes temas “nuevos” y eso les impide resolver un problema. Las soluciones de ayer no siempre encajan con los problemas actuales.