Los nuevos ricos: servicio con alfombra roja
La riqueza –la nueva, la que brilla– está estos días por todas partes. El optimismo en el mercado bursátil, licitaciones por todos lados, las ventas de acciones a los empleados y una serie de otros factores no solamente han multiplicado la riqueza de los que ya eran ricos sino que también han hecho millonarios a miles de individuos del montón. Casi cinco millones de hogares estadounidenses tienen un valor neto que excede US$ 1 millón, cifra que equivale a más del doble que en 1992. Solamente la actividad del mercado bursátil acrecentó la riqueza estadounidense en alrededor de US$ 1.400 millones el último año.
¿Cómo hará una empresa para hacerse un lugar en la lista de compras de los ricos? Dándoles tiempo. Gran parte de la nueva riqueza pertenece a profesionales jóvenes que gustan de trabajar más que de comprar, administrar dinero o manejar otras necesidades. Todos quieren su dinero. Pero sólo las empresas que ofrezcan servicio excepcional lograrán su lealtad.
El elemento humano es un complemento imprescindible en estos tiempos de alta tecnología. Los bancos privados atienden a clientes de 30, 40 y 50 años con altos ingresos o activos líquidos importantes. La ventaja la tendrá aquel que coordine todos sus negocios y necesidades personales bancarias, que personalice hipotecas y términos de pago para adecuarse a su presupuesto, y alguien que esté siempre al otro lado del teléfono. Asesores artísticos personales, que ayudan a armar colecciones a quienes no tienen el tiempo, o tal vez el criterio, para hacerlo por su cuenta. Los médicos con clientela adinerada vuelven a hacer su ronda de visitas, van a las casas y a las oficinas.
Los hospitales están abriendo habitaciones de lujo, con finas robes de chambre y batas de baño. (El objetivo no es tanto aumentar los ingresos por habitación sino instar a las grandes donaciones). Los hoteles elegantes están organizando salidas privadas de compras para sus huéspedes. (Nunca se sabe cuándo tendrán el antojo de ir de parranda a Saks). Los arquitectos apuestan a los hogares espectaculares completamente amueblados. (La vivienda anterior del comprador pudo haber sido un monoambiente con un colchón en el suelo).
Los nuevos ricos no quieren hacer cola. Los teatros de Nueva York, Toronto y otras partes están creando suites privadas, donde los asientos cuestan un poco más pero vienen con baños privados y servicio de guarda-ropas. Las tareas del hogar, el cuidado de los niños, incluso el manejar autos: todo eso lleva tiempo y va a crear una oportunidad (mucamas, niñeras, choferes) en 1998.
Los nuevos ricos: servicio con alfombra roja
La riqueza –la nueva, la que brilla– está estos días por todas partes. El optimismo en el mercado bursátil, licitaciones por todos lados, las ventas de acciones a los empleados y una serie de otros factores no solamente han multiplicado la riqueza de los que ya eran ricos sino que también han hecho millonarios a miles de individuos del montón. Casi cinco millones de hogares estadounidenses tienen un valor neto que excede US$ 1 millón, cifra que equivale a más del doble que en 1992. Solamente la actividad del mercado bursátil acrecentó la riqueza estadounidense en alrededor de US$ 1.400 millones el último año.
¿Cómo hará una empresa para hacerse un lugar en la lista de compras de los ricos? Dándoles tiempo. Gran parte de la nueva riqueza pertenece a profesionales jóvenes que gustan de trabajar más que de comprar, administrar dinero o manejar otras necesidades. Todos quieren su dinero. Pero sólo las empresas que ofrezcan servicio excepcional lograrán su lealtad.
El elemento humano es un complemento imprescindible en estos tiempos de alta tecnología. Los bancos privados atienden a clientes de 30, 40 y 50 años con altos ingresos o activos líquidos importantes. La ventaja la tendrá aquel que coordine todos sus negocios y necesidades personales bancarias, que personalice hipotecas y términos de pago para adecuarse a su presupuesto, y alguien que esté siempre al otro lado del teléfono. Asesores artísticos personales, que ayudan a armar colecciones a quienes no tienen el tiempo, o tal vez el criterio, para hacerlo por su cuenta. Los médicos con clientela adinerada vuelven a hacer su ronda de visitas, van a las casas y a las oficinas.
Los hospitales están abriendo habitaciones de lujo, con finas robes de chambre y batas de baño. (El objetivo no es tanto aumentar los ingresos por habitación sino instar a las grandes donaciones). Los hoteles elegantes están organizando salidas privadas de compras para sus huéspedes. (Nunca se sabe cuándo tendrán el antojo de ir de parranda a Saks). Los arquitectos apuestan a los hogares espectaculares completamente amueblados. (La vivienda anterior del comprador pudo haber sido un monoambiente con un colchón en el suelo).
Los nuevos ricos no quieren hacer cola. Los teatros de Nueva York, Toronto y otras partes están creando suites privadas, donde los asientos cuestan un poco más pero vienen con baños privados y servicio de guarda-ropas. Las tareas del hogar, el cuidado de los niños, incluso el manejar autos: todo eso lleva tiempo y va a crear una oportunidad (mucamas, niñeras, choferes) en 1998.