Por supuesto, esa fusión crearía la mayor automotriz del mundo, donde hoy General Motores es segunda (tras Toyota) y N-R cuarta. Ghosn se reunía el sábado con el director ejecutivo de GM para discutir aspectos del acuerdo en gestación. “Cualquier tipo de cooperación con GM deberá ser amplio. Yo no me habría metido en todo esto –señalaba el CEO de Nissan-Renault- sino esperase el premio mayor. No encaramos un simple convenio para fabricar partes o herramientas”.
Sea cual fuera la clase de acuerdo, agregó, “incluirá cruces en tenencias accionarias. Pero esto no es una toma hostil ni una compañía pasa a controlar la otra”. Al respecto, Ghosn recordó que su propia empresa es una alianza entre un socio francés y uno japonés. Justamente, aludía al escenario de sus mejores triunfos en materia de racionalización y reorganización operativa.
Así, es posible que Ghosn no ocupe un cargo en el management de General Motors, al menos en una primera fase. Probablemente, ello obedezca a su interés en acelerar las negociaciones que están empezando. “N ome gistan los procesos largos”, explicó a un medio neoyorquino.
Por su parte, Wagoner se ve dispuesto a explorar una alianza, aunque está lejos de compartir el entusiasmo de Ghosn o de Kirk Kerkorian, el magnate de origen armenio que tiene 9,9% de GM y es quien impulsó estos contactos. Pese a desmentido de Wagoner, se sabe que el management de línea en Detroit ve con malos ojos cualquier acuerdo potencial.
El asunto se complica porque GM están en pleno restructuramiento de la división norteamericana, cuyas pérdidas explican el deficit de US$ 10.600 millones sufrido en 2005. Ni al propio Wagoner –cuyo cargo podría correr peligros si se negocia una fusión, dígalo Ghosn o no- ni a la gerencia superior le hace gracia que este giro copernicano haya sido inspirados por el mayor accionistas individual (Kerkorian, claro).
Por supuesto, esa fusión crearía la mayor automotriz del mundo, donde hoy General Motores es segunda (tras Toyota) y N-R cuarta. Ghosn se reunía el sábado con el director ejecutivo de GM para discutir aspectos del acuerdo en gestación. “Cualquier tipo de cooperación con GM deberá ser amplio. Yo no me habría metido en todo esto –señalaba el CEO de Nissan-Renault- sino esperase el premio mayor. No encaramos un simple convenio para fabricar partes o herramientas”.
Sea cual fuera la clase de acuerdo, agregó, “incluirá cruces en tenencias accionarias. Pero esto no es una toma hostil ni una compañía pasa a controlar la otra”. Al respecto, Ghosn recordó que su propia empresa es una alianza entre un socio francés y uno japonés. Justamente, aludía al escenario de sus mejores triunfos en materia de racionalización y reorganización operativa.
Así, es posible que Ghosn no ocupe un cargo en el management de General Motors, al menos en una primera fase. Probablemente, ello obedezca a su interés en acelerar las negociaciones que están empezando. “N ome gistan los procesos largos”, explicó a un medio neoyorquino.
Por su parte, Wagoner se ve dispuesto a explorar una alianza, aunque está lejos de compartir el entusiasmo de Ghosn o de Kirk Kerkorian, el magnate de origen armenio que tiene 9,9% de GM y es quien impulsó estos contactos. Pese a desmentido de Wagoner, se sabe que el management de línea en Detroit ve con malos ojos cualquier acuerdo potencial.
El asunto se complica porque GM están en pleno restructuramiento de la división norteamericana, cuyas pérdidas explican el deficit de US$ 10.600 millones sufrido en 2005. Ni al propio Wagoner –cuyo cargo podría correr peligros si se negocia una fusión, dígalo Ghosn o no- ni a la gerencia superior le hace gracia que este giro copernicano haya sido inspirados por el mayor accionistas individual (Kerkorian, claro).