Allí brindan servicios rutinarios, como revisación para deportistas, administración de la vacuna antigripal u observación de inflamación de amígdalas. Para ser atendido en esas miniclínicas, que por lo general cobran entre US$ 25 y US$ 60 por visita, no es necesario sacar turno y están abiertas durante horario de farmacia incluyendo noches y fines de semana. Para mantener los costos bajos, son atendidas por enfermeras profesionales, quienes están legalmente autorizadas para tratar a pacientes y dar recetas en la mayoría de los estados.
La tendencia se está difundiendo rápidamente entre las cadenas de farmacias como una manera de compensar las pérdidas que les ocasionan las grandes cadenas minoristas. Tres de las más grandes cadenas de farmacias – Rite Aide Corp., Brooks Eckerd Pharmacy y Osco Drug, ya anunciaron planes de abrir clínicas de salud en los próximos meses.
Las nuevas clínicas están pensadas para todo tipo de personas, desde padres preocupados con niños que se enfermaron durante el fin de semana hasta profesionales ocupados que pasan a buscar una receta durante el horario de trabajo. Aunque los minoristas no ganan directamente con el nuevo servicio, la esperanza es que las clínicas mejoren el negocio si los compran el fármaco que pide la receta en la misma farmacia, o de paso compran alguna otra cosa. En algunos casos, como ocurre en la Minute Clinics de Target, a los pacientes les entregan un beeper para abrocharse en la solapa, para que se sientan libres de recorrer el lugar hasta que llegue el momento en que el o la enfermera a cargo está lista para atenderlos.
La tendencia ha provocado la crítica de grupos de médicos, quienes podrían perder clientela si los pacientes recurren a esas clínicas para las cosas más básicas. Dicen, por ejemplo, que los pacientes podrían terminar con atención de mala calidad por no ser atendidos por médicos.
Pero a alguna gente le importa más la comodidad. Hay cosas simples – como una reacción alérgica provocado por algún mosquito – que se pueden solucionar rápidamente sin el trámite obligado de pedir un turno con el médico y luego esperar que llegue el día.
Las farmacias limitan sus servicios a una lista de aproximadamente 30 cosas básicas y diagnósticos. Ninguna permite que la persona a cargo recete drogas para enfermedades que requieren cuidado continuo, como antidepresivos, anticonceptivos o medicación para el corazón.
Allí brindan servicios rutinarios, como revisación para deportistas, administración de la vacuna antigripal u observación de inflamación de amígdalas. Para ser atendido en esas miniclínicas, que por lo general cobran entre US$ 25 y US$ 60 por visita, no es necesario sacar turno y están abiertas durante horario de farmacia incluyendo noches y fines de semana. Para mantener los costos bajos, son atendidas por enfermeras profesionales, quienes están legalmente autorizadas para tratar a pacientes y dar recetas en la mayoría de los estados.
La tendencia se está difundiendo rápidamente entre las cadenas de farmacias como una manera de compensar las pérdidas que les ocasionan las grandes cadenas minoristas. Tres de las más grandes cadenas de farmacias – Rite Aide Corp., Brooks Eckerd Pharmacy y Osco Drug, ya anunciaron planes de abrir clínicas de salud en los próximos meses.
Las nuevas clínicas están pensadas para todo tipo de personas, desde padres preocupados con niños que se enfermaron durante el fin de semana hasta profesionales ocupados que pasan a buscar una receta durante el horario de trabajo. Aunque los minoristas no ganan directamente con el nuevo servicio, la esperanza es que las clínicas mejoren el negocio si los compran el fármaco que pide la receta en la misma farmacia, o de paso compran alguna otra cosa. En algunos casos, como ocurre en la Minute Clinics de Target, a los pacientes les entregan un beeper para abrocharse en la solapa, para que se sientan libres de recorrer el lugar hasta que llegue el momento en que el o la enfermera a cargo está lista para atenderlos.
La tendencia ha provocado la crítica de grupos de médicos, quienes podrían perder clientela si los pacientes recurren a esas clínicas para las cosas más básicas. Dicen, por ejemplo, que los pacientes podrían terminar con atención de mala calidad por no ser atendidos por médicos.
Pero a alguna gente le importa más la comodidad. Hay cosas simples – como una reacción alérgica provocado por algún mosquito – que se pueden solucionar rápidamente sin el trámite obligado de pedir un turno con el médico y luego esperar que llegue el día.
Las farmacias limitan sus servicios a una lista de aproximadamente 30 cosas básicas y diagnósticos. Ninguna permite que la persona a cargo recete drogas para enfermedades que requieren cuidado continuo, como antidepresivos, anticonceptivos o medicación para el corazón.