Ascenso y caída del CEO que gestó un fracaso

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En el fondo, el libro de Nina Munk versa sobre el abuso de poder. Steve Case (AOL) y Jerry Levin (TW), fueron los artífices de un plan que terminó en desastre para inversores y empleados.

El libro de Nina Munk, “Fools Rush In: Steve Case, Jerry Levin and
the Unmaking of AOL Time Warner
” cuenta que AOL usó dinero virtual
para comprar activos reales. AOL quería atar algo real a su mundo virtual
mientras que Time Warner buscaba digitalizarse. Una fusión parecía
el matrimonio perfectoa los ojos de los CEO de ambas compañías.

Pero en el fondo capta el drama que se vivió en los ´90. Como telón
de fondo crecía sin pausa la burbuja de las punto com, pero en el centro
de la acción había personajes que se creían capaces de
transformar el mundo. Jerry Levin, el todopoderoso líder de Time Warner
que hace más de dos años convenció a su directorio de la
conveniencia de fusionarse con AOL, hoy es apenas un mal recuerdo para la compañía.

Todavía se lo recuerda como el hombre que protagonizó lo que probablemente
haya sido la peor decisión en la historia empresarial de Estados Unidos.

Al revelar los pensamientos y acciones de Levin que terminaron en la mega-fusión,
lo que surge es un fascinante primer plano de un CEO – emperador de la raza
que dominaba las grandes empresas estadounidenses en los años ´90: un
personaje con poder absoluto, cuya voluntad era acatada y aplaudida por directores,
accionistas y medios, todos dóciles y crédulos.

Cifras y fechas del acuerdo

La
fusión entre America Online, el mayor servidor de Internet del
mundo, y Time Warner, uno de los mayores proveedores de contenido tanto
en los medios de comunicación como en el espectáculo, fue
anunciada el 10 de enero de 2000 y completada un año más
tarde. Sin embargo, el “acuerdo del milenio”, valorado en 112.000
millones de dólares, no cumplió las expectativas y tras
alcanzar su máximo valor de mercado en mayo de 2001 (US$ 260.000
millones) la burbuja comenzó a estallar. La explosión definitiva
se produjo en abril de 2002. La compañía realizó
una provisión para amortizar sus intangibles por valor de US$ 54.000
millones, la mayor de la historia empresarial estadounidense. Aquello
provocó un desplome de 66% en el valor de la acción, llevando
a cientos de accionistas a demandar al consejo de dirección. Steve
Case, cofundador de AOL en 1985, fue el artífice de la compra de
Time Warner, propiciada por la buena acogida que en aquellos momentos
tenían los valores tecnológicos en Bolsa.

Con excepción de Dick Parsons, actual CEO y presidente del directorio
de la empresa fusionada, todo alto ejecutivo que tuvo que ver con la fusión
ha perdido su empleo. El precio de la acción se recupera. AOL es ahora
una de las cinco divisiones y es superada en tamaño y desempeño
por Time Warner Cable y el estudio cinematográfico Warner Brothers.

Cuando Levin y Steve Case hicieron público su acuerdo cuatro años
atrás, casi nadie emitió una crítica. Todos parecían
estar de acuerdo — incluso grupos rivales – en que el paisaje había
cambiado para bien y que AOL-Time Warner se convertiría en un coloso
difícil de batir. Esa idea se fue corrigiendo lentamente.

A finales de 2001, cuando ya comenzaban las tensiones internas sobre proyecciones
financieras poco realistas, Levin todavía era presentado por la revista
New Yorker como el empresario más poderoso en medios y comunicaciones.

Lo que Munk explica en este libro es que el ascenso de Levin en las jerarquías
de Time Warner sembró las semillas para su caída. Un consumado
político de la empresa, manipuló a sus rivales para llegar a la
cima y luego aplicó la estrategia de divide y reinarás para mantenerse
allí.

Levin era un solitario que, después de que asesinaran a su hijo en 1997,
se desconectó cada vez más de la realidad y comenzó a filosofar
sobre el sentido de la vida. Cuando a fines del 2000 Case se le acercó
con la propuesta de la fusión, no había nadie de Time Warner cercano
al CEO como para aconsejarle que lo pensara dos veces. Para cuando se enteraron
los jefes de división y miembros del directorio, el acuerdo había
sido firmado.

Y sin embargo, a pesar del monumental colapso provocado en TW por la fusión,
Levin no ha pronunciado hasta ahora una sola palabra de disculpas o justificación
para con empleados y accionistas.

Ése fue, en definitiva, el drama de los ´90, según la autora.
Más allá de la burbuja de Internet, la verdadera historia la hacían
directores ejecutivos como Case y Levin, que imaginaban que podrían transformar
el mundo La idea, en este caso, fue un fiasco fenomenal y los platos rotos los
pagaron empleados y accionistas.

El libro de Nina Munk, “Fools Rush In: Steve Case, Jerry Levin and
the Unmaking of AOL Time Warner
” cuenta que AOL usó dinero virtual
para comprar activos reales. AOL quería atar algo real a su mundo virtual
mientras que Time Warner buscaba digitalizarse. Una fusión parecía
el matrimonio perfectoa los ojos de los CEO de ambas compañías.

Pero en el fondo capta el drama que se vivió en los ´90. Como telón
de fondo crecía sin pausa la burbuja de las punto com, pero en el centro
de la acción había personajes que se creían capaces de
transformar el mundo. Jerry Levin, el todopoderoso líder de Time Warner
que hace más de dos años convenció a su directorio de la
conveniencia de fusionarse con AOL, hoy es apenas un mal recuerdo para la compañía.

Todavía se lo recuerda como el hombre que protagonizó lo que probablemente
haya sido la peor decisión en la historia empresarial de Estados Unidos.

Al revelar los pensamientos y acciones de Levin que terminaron en la mega-fusión,
lo que surge es un fascinante primer plano de un CEO – emperador de la raza
que dominaba las grandes empresas estadounidenses en los años ´90: un
personaje con poder absoluto, cuya voluntad era acatada y aplaudida por directores,
accionistas y medios, todos dóciles y crédulos.

Cifras y fechas del acuerdo

La
fusión entre America Online, el mayor servidor de Internet del
mundo, y Time Warner, uno de los mayores proveedores de contenido tanto
en los medios de comunicación como en el espectáculo, fue
anunciada el 10 de enero de 2000 y completada un año más
tarde. Sin embargo, el “acuerdo del milenio”, valorado en 112.000
millones de dólares, no cumplió las expectativas y tras
alcanzar su máximo valor de mercado en mayo de 2001 (US$ 260.000
millones) la burbuja comenzó a estallar. La explosión definitiva
se produjo en abril de 2002. La compañía realizó
una provisión para amortizar sus intangibles por valor de US$ 54.000
millones, la mayor de la historia empresarial estadounidense. Aquello
provocó un desplome de 66% en el valor de la acción, llevando
a cientos de accionistas a demandar al consejo de dirección. Steve
Case, cofundador de AOL en 1985, fue el artífice de la compra de
Time Warner, propiciada por la buena acogida que en aquellos momentos
tenían los valores tecnológicos en Bolsa.

Con excepción de Dick Parsons, actual CEO y presidente del directorio
de la empresa fusionada, todo alto ejecutivo que tuvo que ver con la fusión
ha perdido su empleo. El precio de la acción se recupera. AOL es ahora
una de las cinco divisiones y es superada en tamaño y desempeño
por Time Warner Cable y el estudio cinematográfico Warner Brothers.

Cuando Levin y Steve Case hicieron público su acuerdo cuatro años
atrás, casi nadie emitió una crítica. Todos parecían
estar de acuerdo — incluso grupos rivales – en que el paisaje había
cambiado para bien y que AOL-Time Warner se convertiría en un coloso
difícil de batir. Esa idea se fue corrigiendo lentamente.

A finales de 2001, cuando ya comenzaban las tensiones internas sobre proyecciones
financieras poco realistas, Levin todavía era presentado por la revista
New Yorker como el empresario más poderoso en medios y comunicaciones.

Lo que Munk explica en este libro es que el ascenso de Levin en las jerarquías
de Time Warner sembró las semillas para su caída. Un consumado
político de la empresa, manipuló a sus rivales para llegar a la
cima y luego aplicó la estrategia de divide y reinarás para mantenerse
allí.

Levin era un solitario que, después de que asesinaran a su hijo en 1997,
se desconectó cada vez más de la realidad y comenzó a filosofar
sobre el sentido de la vida. Cuando a fines del 2000 Case se le acercó
con la propuesta de la fusión, no había nadie de Time Warner cercano
al CEO como para aconsejarle que lo pensara dos veces. Para cuando se enteraron
los jefes de división y miembros del directorio, el acuerdo había
sido firmado.

Y sin embargo, a pesar del monumental colapso provocado en TW por la fusión,
Levin no ha pronunciado hasta ahora una sola palabra de disculpas o justificación
para con empleados y accionistas.

Ése fue, en definitiva, el drama de los ´90, según la autora.
Más allá de la burbuja de Internet, la verdadera historia la hacían
directores ejecutivos como Case y Levin, que imaginaban que podrían transformar
el mundo La idea, en este caso, fue un fiasco fenomenal y los platos rotos los
pagaron empleados y accionistas.

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