Dado que Jeff Bezos, su fundador, ha argumentado en varias ocasiones que las decisiones que deben tomar humanos son las “estratégicas” mientras que las “cotidianas” deben ser dejadas en manos de algoritmos porque actúan “teniendo en cuenta toda la información relevante y sin interferencias emocionales”.
Lo que ocurre es que la automatización -sobre todo en las compañías tecnológicas – se incrementa cada vez más y la productividad se convierte de alguna manera en el núcleo de su funcionamiento, excluyendo casi del todo el factor humano en pos de lograr cada vez más esa productividad.
El problema –dice el informe de TrendSity- es que los algoritmos de inteligencia artificial determinan quiénes son menos productivos cruzando variables “de planilla” y de acuerdo a si cumplen con esos parámetros cuantificados se despide a las personas.
Los interrogantes son múltiples: ¿Puede una variable algorítmica definir el “buen desempeño”? ¿Qué otros factores deja afuera una operación matemática?
¿Qué implica para las empresas tomar estas decisiones híper automatizadas en épocas donde hablamos de una nueva era para el liderazgo y para las empresas y una mayor responsabilidad y empatía para con sus empleados?
Lejos de poner en el centro a sus colaboradores, este tipo de compañías dejan de lado el factor humano poniendo la “productividad automática” por delante, distanciándose mucho de los emergentes modelos de organizaciones más humanas y conscientes del impacto de sus acciones y su agenda de negocios.