El e-commerce interempresario y el minorismo electrónico van a generar, juntos, ingresos billonarios. Forrester Research estima que la cifra será de alrededor de US$ 3,2 billones para el 2003.
Casi todas las transacciones comerciales van a involucrar a la Web en alguna medida.
El consejo generalizado es “súbase a Internet o hágase a un lado”. Todo minorista, todo negocio, corre el riesgo de ser amazonizado o superado por alguna empresa más ambiciosa, más innovadora o más focalizada en sus clientes.
El fundador de Amazon, Jeff Bezos, dice: “La idea es tomar a los clientes y colocarlos en el centro de su propio universo”. Ese parece ser el secreto del éxito para este siglo.
Pero eso no necesariamente significa el fin de establecimientos más convencionales. Lo que viene es la empresa que combina el clic con el ladrillo.
Negocios convencionales formarán relaciones sinergéticas con vendedores on line.
En el próximo siglo el cliente manda. El servicio al cliente significará atender al cliente donde quiera que esté: on line, off line, por teléfono o por correo.
Las empresas que combinen los placeres sensoriales de la compra tradicional con el factor conveniencia de cibercomprar serán las que triunfen.
Siguen vigentes los problemas de privacidad y seguridad, pero serán superados a medida que el comercio electrónico vaya imponiendo el e-cash, o efectivo electrónico, para hacer transacciones que no exijan identidad, y por lo tanto, que no dejen rastros.
Y, finalmente, las transacciones por Internet van a tener que pagar impuestos, pero la autoridad impositiva tendrá que ser una organización internacional.
En Estados Unidos la comisión nacional sobre impuestos en Internet ya está en plena actividad y la Unión Europea se ocupa del tema de vez en cuando.
Cuanto más se expande la red, más complicado se vuelve el tema. Algún día llegará el arancel universal.
El e-commerce interempresario y el minorismo electrónico van a generar, juntos, ingresos billonarios. Forrester Research estima que la cifra será de alrededor de US$ 3,2 billones para el 2003.
Casi todas las transacciones comerciales van a involucrar a la Web en alguna medida.
El consejo generalizado es “súbase a Internet o hágase a un lado”. Todo minorista, todo negocio, corre el riesgo de ser amazonizado o superado por alguna empresa más ambiciosa, más innovadora o más focalizada en sus clientes.
El fundador de Amazon, Jeff Bezos, dice: “La idea es tomar a los clientes y colocarlos en el centro de su propio universo”. Ese parece ser el secreto del éxito para este siglo.
Pero eso no necesariamente significa el fin de establecimientos más convencionales. Lo que viene es la empresa que combina el clic con el ladrillo.
Negocios convencionales formarán relaciones sinergéticas con vendedores on line.
En el próximo siglo el cliente manda. El servicio al cliente significará atender al cliente donde quiera que esté: on line, off line, por teléfono o por correo.
Las empresas que combinen los placeres sensoriales de la compra tradicional con el factor conveniencia de cibercomprar serán las que triunfen.
Siguen vigentes los problemas de privacidad y seguridad, pero serán superados a medida que el comercio electrónico vaya imponiendo el e-cash, o efectivo electrónico, para hacer transacciones que no exijan identidad, y por lo tanto, que no dejen rastros.
Y, finalmente, las transacciones por Internet van a tener que pagar impuestos, pero la autoridad impositiva tendrá que ser una organización internacional.
En Estados Unidos la comisión nacional sobre impuestos en Internet ya está en plena actividad y la Unión Europea se ocupa del tema de vez en cuando.
Cuanto más se expande la red, más complicado se vuelve el tema. Algún día llegará el arancel universal.