La experiencia y la practica hacen al maestro, reza al adagio popular. Y para cuando cumplimos 10 años navegando por el mundo laboral, hay algunas habilidades que se vuelven indispensable adoptar tarde o temprano. ¿Cuáles son?
Conocé tu superpoder
O en otras palabras, tener pleno conocimiento sobre eso en lo que somos mucho mejores que el resto, eso en lo que nos sentimos plenos y exitosos. No necesariamente es una habilidad muy difícil o única, puede ser algo tan sencillo como saber mantener el buen humor a pesar de las dificultades externas. Algunas personas tienen superpoderes sociales y emocionales, como una gran resilencia o una gran capacidad aprender de los errores propios y reconocerlos. Otros tienen habilidades magistrales para manejar grupos de trabajo y otros tienen excelentes aptitudes para la tecnología o el manejo de software. La ventaja de conocer nuestro superpoder es que podemos entrar a un grupo de trabajo o una entrevista laboral y demostrar algo que no se puede poner en un CV y que agrega mucho valor gratuitamente. La contra cara es igual de importante: conocer nuestras debilidades hace que podamos manejaras mucho mejor.
Aprender a delegar
Cuando cumplimos diez años dentro del mundo del trabajo, quiere decir que si tuvimos un poco de suerte y un poco de habilidad habremos escalado al menos un poco en la montaña jerárquica de nuestro rubro. Esto significa que los más jóvenes o menos aptos estarán bajo nuestra supervisión y vamos a tener que dominar la habilidad de delegar. El estadio maduro de una profesión involucra aprender a confiar y liderar grupos de trabajo, así que es imprescindible saber a quién, cómo y cuando delegar. Si aprendemos a delegar correctamente vamos a poder avanzar mucho mejor en nuestros proyectos laborales porque vamos a contar con un equipo de trabajo eficiente detrás nuestro.
Hacer algo que nos de y nos saqué orgullo
No es necesario que sea algo que nos de dinero, prestigio, ni nos haga trascender en de alguna manera. Pero sí algo que nos haya sentir orgullosos de nosotros mismos porque logramos cumplir una meta, logramos ponernos a prueba o algo parecido. También hay que compensarlo con algo que no nos haga sentir orgullosos. Eso quiere decir que apostamos y perdimos, que no tenemos miedo a emprender y que también nos equivocamos.
Romper límites
Cuando pasamos mucho tiempo en un trabajo estable solemos acostumbrarnos a no transgredir ningún límite. La comodidad que da la eficacia de la rutina no deja espacio a la innovación y, más importante, a la puesta a prueba de uno mismo. Romper limites es la mejor forma de saber en qué mejoramos y qué falta mejorar. ¿Solemos manejar reuniones de 30 personas? Que la próxima sea de 50 o 100.
Aprender a dar y recibir feedback Llegado un punto alto en nuestro historial de trabajo, se hace imprescindible dar y recibir buenos consejos. La única forma de mejorar es saber si estamos o no cumpliendo las expectativas propias o impuestas por otros. Un buen profesional tiene que saber que la crítica no es personal y aprender de ella. Lo mismo vale para un líder: es mandatario saber dar buenos consejos que ayuden a mejorar a otros. A los 10 años de trabajo, quizás ya seamos líderes para algunos y otros serán líderes para nosotros.
Aprender a decir que no
Cuando recién ingresamos al mundo laboral la palabra “no” está prohibida. Hacemos cualquier trabajo por cualquier retribución. Pero para un profesional maduro aprender a decir que “no” no es una opción si queremos mantener el buen curso de nuestra vida profesional y nuestra salud mental.
Armar un porfolio
Diez años de trabajo profesional es mucho tiempo. Muchas empresas nacieron y triunfaron en diez años o menos. Muchos profesionales cambiaron el mundo en diez años o menos. No tenemos porque ser igual que ellos, pero sí tenemos que tener un porfolio que muestre quienes somos y qué hicimos. Todos pueden tener uno, es sólo cuestión de hacer memoria y remembrar nuestro camino profesional. Conferencias, proyectos, experiencias. Todo vale.
Aprender a negociar
En la mayoría de los casos es imprescindible negociar. A veces es la única manera de conseguir lo que queremos y merecemos. Si no somos muy habitués es el momento de comenzar. Algo pequeño como un salario, un detalle de un proyecto o lo que sea.
Aprender a enviar un mail
Definitivamente enviar un mail no quiere decir tipear algo con el teclado y llevar la flecha hasta el botón de enviar. Aprender a enviar un mail significa saber cómo firmarlo, cómo modificarlo de acuerdo a las circunstancias y cómo transmitir emociones como confianza o enojo estratégicamente.
Aprender a manejar la energía propia
Si algo viene con la experiencia es el cansancio. A medida que llevamos más años en el mercado laboral y la juventud nos abandona, se vuelve crucial aprender a conocer nuestros límites mentales y físicos. Así sabemos hasta dónde y cómo empujar nuestro cuerpo al exceso de trabajo, las horas extras, el trabajo nocturno, etcétera.