Vuelve a florecer la venta de yates

La feria anual de embarcaciones, celebrada este año en Génova entre el 8 y 16 de octubre, fue la más importante de una serie de exposiciones de barcos grandes en Cannes, Mónaco y Fort Lauderdale.

5 diciembre, 2005

El éxito tranquilizó en parte a los europeos, que observan con atención el desempeño de las ferias para juzgar la salud general de su economía. En los florecientes años ’90 la prosperidad les atrajo clientes que nunca antes habrían imaginado que podrían comprarse un yate particular. Luego el mercado se dio vuelta y los ataques de septiembre 2001 a las torres gemelas terminaron por asestarle el golpe de gracia al negocio de las embarcaciones particulares de lujo.

Ahora, con nuevos modelos, más grandes y mejor equipados, la industria está tratando de atraer otra vez clientes nuevos y parecería – a partir el éxito de las ferias – que lo están logrando.

Una marca italiana que fabrica botes inflables –BWA Nautica –, mostró en la exposición lo que se convirtió en una de las grandes estrellas del evento: una embarcación inflable de 28 pies de largo. Se infla con una bomba de aire eléctrica y para comprarla hacen falta US$ 105.000. Para el año próximo ya anunció otro modelo que tendrá 39 pies.

En el puerto de Génova, representantes del gran astillero finlandés Nautor Swan mostraban su yate de 75 pies, cuyo precio es de US$ 4,7 millones, con terminaciones en fina madera por dentro y por fuera y equipado con las novedades electrónicas de última generación. También tiene conexión satelital para video e Internet.

Por cierto, los yates son cada vez más grandes, tanto que sus fabricantes comienzan a llamarlos giga-yates (de 400 y hasta 500 pies). El alto precio del petróleo, que los yates consumen como gasolina, no preocupa a los compradores. Fulvio Dodich, director ejecutivo de Ferretti Yachts, una unidad del Ferretti Group de Italia, describe a sus clientes como “millonarios de capas medias” y agrega que 17% de ellos tiene activos financieros de más de US$ 100 millones. “Para ellos, el consumo de combustible no es problema”, dijo.

Pero la salud del mercado estadounidense afecta la suerte de los astilleros europeos. Ferrette, los mayores fabricantes de yates en Italia, tiene 20% de su negocio en Estados Unidos. Los fabricantes europeos han marcado profundamente el mercado americano de botes de vela y lo mismo pretenden con los yates. Con ese fin, fabricantes italianos, franceses y alemanes transforman cada vez más sus plantas para adaptarlas a vehículos de lujo creando yates equivalentes, en el plano del los rodados, a un Ferrari o un Porsche.

Por su parte, los gobiernos europeos también se esfuerzan por revivir el mercado marino, en parte para compensar la pérdida de empleos en fabricación de barcos en sus regiones costeras. Italia y Francia han introducido cambios impositivos para que los clientes que opten por un leasing en lugar de comprar embarcaciones de más de 32 pies no paguen IVA. Eso equivale a un ahorro entre 10 y 20%. Por eso se ha difundido el leasing.

Sin embargo, con tantos botes en el mercado, la competencia es feroz entre los fabricantes, y muchos se han largado a fabricar en lugares más baratos en Europa oriental o Asia.

Quicksilver y Arvor, unidades de la Brunswick Corporation, han comenzado a diseñar y construir barcos en Polonia; la unidad Delphia de astillero italiano Comar ya vende entre 80 y 90 botes que construye tanto en Italia como en Polonia del norte.

“Los costos de construcción con 30% más bajos, aunque se obtengan los mismos niveles “ opina Flaminia Palazzo, directora de exportaciones de Comar. En Polonia, los sueldos se ubican de 8 a 10 veces menos que en Europa Oriental y se obtiene un producto fantástico que compite con otros europeos, dijo. A la compañía se le ocurrió la idea del traslado al ver la cantidad de polacos que trabajaban en sus astillero en Italia. Por eso la actual estrategia es trasladar capacidad de fabricación a Europa oriental y Asia.

La contracara es que Europa oriental (incluida Rusia) y Asia (incluida China) son mercados tremendamente subdesarrollados en este rubro.

El éxito tranquilizó en parte a los europeos, que observan con atención el desempeño de las ferias para juzgar la salud general de su economía. En los florecientes años ’90 la prosperidad les atrajo clientes que nunca antes habrían imaginado que podrían comprarse un yate particular. Luego el mercado se dio vuelta y los ataques de septiembre 2001 a las torres gemelas terminaron por asestarle el golpe de gracia al negocio de las embarcaciones particulares de lujo.

Ahora, con nuevos modelos, más grandes y mejor equipados, la industria está tratando de atraer otra vez clientes nuevos y parecería – a partir el éxito de las ferias – que lo están logrando.

Una marca italiana que fabrica botes inflables –BWA Nautica –, mostró en la exposición lo que se convirtió en una de las grandes estrellas del evento: una embarcación inflable de 28 pies de largo. Se infla con una bomba de aire eléctrica y para comprarla hacen falta US$ 105.000. Para el año próximo ya anunció otro modelo que tendrá 39 pies.

En el puerto de Génova, representantes del gran astillero finlandés Nautor Swan mostraban su yate de 75 pies, cuyo precio es de US$ 4,7 millones, con terminaciones en fina madera por dentro y por fuera y equipado con las novedades electrónicas de última generación. También tiene conexión satelital para video e Internet.

Por cierto, los yates son cada vez más grandes, tanto que sus fabricantes comienzan a llamarlos giga-yates (de 400 y hasta 500 pies). El alto precio del petróleo, que los yates consumen como gasolina, no preocupa a los compradores. Fulvio Dodich, director ejecutivo de Ferretti Yachts, una unidad del Ferretti Group de Italia, describe a sus clientes como “millonarios de capas medias” y agrega que 17% de ellos tiene activos financieros de más de US$ 100 millones. “Para ellos, el consumo de combustible no es problema”, dijo.

Pero la salud del mercado estadounidense afecta la suerte de los astilleros europeos. Ferrette, los mayores fabricantes de yates en Italia, tiene 20% de su negocio en Estados Unidos. Los fabricantes europeos han marcado profundamente el mercado americano de botes de vela y lo mismo pretenden con los yates. Con ese fin, fabricantes italianos, franceses y alemanes transforman cada vez más sus plantas para adaptarlas a vehículos de lujo creando yates equivalentes, en el plano del los rodados, a un Ferrari o un Porsche.

Por su parte, los gobiernos europeos también se esfuerzan por revivir el mercado marino, en parte para compensar la pérdida de empleos en fabricación de barcos en sus regiones costeras. Italia y Francia han introducido cambios impositivos para que los clientes que opten por un leasing en lugar de comprar embarcaciones de más de 32 pies no paguen IVA. Eso equivale a un ahorro entre 10 y 20%. Por eso se ha difundido el leasing.

Sin embargo, con tantos botes en el mercado, la competencia es feroz entre los fabricantes, y muchos se han largado a fabricar en lugares más baratos en Europa oriental o Asia.

Quicksilver y Arvor, unidades de la Brunswick Corporation, han comenzado a diseñar y construir barcos en Polonia; la unidad Delphia de astillero italiano Comar ya vende entre 80 y 90 botes que construye tanto en Italia como en Polonia del norte.

“Los costos de construcción con 30% más bajos, aunque se obtengan los mismos niveles “ opina Flaminia Palazzo, directora de exportaciones de Comar. En Polonia, los sueldos se ubican de 8 a 10 veces menos que en Europa Oriental y se obtiene un producto fantástico que compite con otros europeos, dijo. A la compañía se le ocurrió la idea del traslado al ver la cantidad de polacos que trabajaban en sus astillero en Italia. Por eso la actual estrategia es trasladar capacidad de fabricación a Europa oriental y Asia.

La contracara es que Europa oriental (incluida Rusia) y Asia (incluida China) son mercados tremendamente subdesarrollados en este rubro.

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