Vender al mercado femenino

El poder de compra de las mujeres, dice Faith Popcorn en "EVEolution" es muy grande. No sólo es grande su poder de compra sino su capacidad para influir sobre la compra. Eso no debe pasar desapercibido a todo aquel que tenga algo para vender.

6 junio, 2003

En su nuevo libro EVEolution, Faith Popcorn, que se dedica a proyectar tendencias, habla del poder de compra de las mujeres y aconseja a las compañías qué deben hacer para iniciar relaciones productivas y estables con ellas.

El libro, escrito por Popcorn y por Lys Marigold, analiza ocho verdades esenciales del marketing para mujeres.

Los hombres y las mujeres se diferencian en la forma de recibir y evaluar la información, dice el texto.

Las mujeres no prestan atención sólo al centro del blanco, sino que miran lo que hay alrededor de él, caminan alrededor de él, dan vueltas alrededor de él.

Las mujeres tienen antenas retráctiles que sintonizan múltiples canales, explorando, escuchando y viendo el mundo desde todos los enfoques. Recogen pistas, tejen hilos, intuyen e infieren el significado interno de las cosas.

Pueden absorber información rápidamente, pero esto no significa que sus decisiones sean apresuradas. Al contrario, dicen las autoras, les gusta evaluar los diferentes datos antes de que sus cerebros y sus corazones resuelvan. También se cuidan de no actuar de manera impulsiva.

Se atribuyen estas diferencias a dos neurotransmisores, o mensajeros fundamentales del cerebro: la dopamina, que motiva la acción y la serotonina, que inhibe las acciones impulsivas.

Las mujeres tienen menos dopamina y más serotonina que los hombres. Esta puede ser la verdadera explicación de por qué una mujer pueden permanecer sentada mirando una película en televisión desde el principio al fin y los hombres cambian de canal cada tres minutos, señalan las autoras.

Algunos investigadores, como Ross Goldstein (psicólogo de California), descubrieron que las mujeres también prestan más atención a la textura de las relaciones, a los pormenores. “Los hombres tienden a pensar de manera mucho más macro”, dice.

Las mujeres no sólo ven el bosque, sino los árboles, la maleza y las ramitas del piso; ven los matices y los detalles que forman el todo.

La riqueza de la innegable evidencia física y anecdótica de que las mujeres y los hombres responden a estímulos completamente diferentes, y que también responden diferente ante el mismo estímulo, es muy interesante.

Desde cualquier lugar que se mire, las diferencias físicas y psicológicas entre hombres y mujeres son claras y esenciales. Las mujeres captan cosas y reaccionan ante ellas, y los hombres no pueden o no lo hacen.

Cuando Dan Rather aparece en el noticiero de la noche con un nuevo cárdigan beige, ¿los hombres estadounidenses van corriendo a los shoppings al día siguiente en busca de uno parecido? No.

La verdad es que los hombres están tan ocupados escuchando las noticias que ni siquiera prestan atención al cárdigan que se puso Rather.

Pero las mujeres sí. Cuando Diane Sawyer lee los últimos titulares, las mujeres no sólo prestan atención a lo que ocurre en el mundo. Pueden escuchar atentamente, pero también observan el precioso cuello y el corte más ajustado de la chaqueta de Diane.

Y si el color combina con los ojos. Si el corte/color/estilo de cabello es el mismo de antes. ¿Los aros son de diamantes? ¿Se la ve cansada? Piensan en esa pobre familia que perdió sus ahorros de toda la vida. Planean la cena. Y rumian: “Mmm, ¿me quedará bien esa chaqueta?”

Dice Popcorn: “Se podría llamar a este fenómeno observación femenina. O se lo podría llamar el radar de las mujeres. Yo lo llamo visión periférica”.

Si captar la visión periférica de las mujeres es, en cierto modo, algo completamente nuevo y difícil, ¿cómo se hace para venderles?, se pregunta.

Y responde: “Me parece que lo que se necesita es rodearlas con mensajes. Mensajes que aparezcan en una gran variedad de formatos y que creen una cadena de asociaciones efectivas que circunvalen todo su mundo”.
© Advertising Age / MERCADO

En su nuevo libro EVEolution, Faith Popcorn, que se dedica a proyectar tendencias, habla del poder de compra de las mujeres y aconseja a las compañías qué deben hacer para iniciar relaciones productivas y estables con ellas.

El libro, escrito por Popcorn y por Lys Marigold, analiza ocho verdades esenciales del marketing para mujeres.

Los hombres y las mujeres se diferencian en la forma de recibir y evaluar la información, dice el texto.

Las mujeres no prestan atención sólo al centro del blanco, sino que miran lo que hay alrededor de él, caminan alrededor de él, dan vueltas alrededor de él.

Las mujeres tienen antenas retráctiles que sintonizan múltiples canales, explorando, escuchando y viendo el mundo desde todos los enfoques. Recogen pistas, tejen hilos, intuyen e infieren el significado interno de las cosas.

Pueden absorber información rápidamente, pero esto no significa que sus decisiones sean apresuradas. Al contrario, dicen las autoras, les gusta evaluar los diferentes datos antes de que sus cerebros y sus corazones resuelvan. También se cuidan de no actuar de manera impulsiva.

Se atribuyen estas diferencias a dos neurotransmisores, o mensajeros fundamentales del cerebro: la dopamina, que motiva la acción y la serotonina, que inhibe las acciones impulsivas.

Las mujeres tienen menos dopamina y más serotonina que los hombres. Esta puede ser la verdadera explicación de por qué una mujer pueden permanecer sentada mirando una película en televisión desde el principio al fin y los hombres cambian de canal cada tres minutos, señalan las autoras.

Algunos investigadores, como Ross Goldstein (psicólogo de California), descubrieron que las mujeres también prestan más atención a la textura de las relaciones, a los pormenores. “Los hombres tienden a pensar de manera mucho más macro”, dice.

Las mujeres no sólo ven el bosque, sino los árboles, la maleza y las ramitas del piso; ven los matices y los detalles que forman el todo.

La riqueza de la innegable evidencia física y anecdótica de que las mujeres y los hombres responden a estímulos completamente diferentes, y que también responden diferente ante el mismo estímulo, es muy interesante.

Desde cualquier lugar que se mire, las diferencias físicas y psicológicas entre hombres y mujeres son claras y esenciales. Las mujeres captan cosas y reaccionan ante ellas, y los hombres no pueden o no lo hacen.

Cuando Dan Rather aparece en el noticiero de la noche con un nuevo cárdigan beige, ¿los hombres estadounidenses van corriendo a los shoppings al día siguiente en busca de uno parecido? No.

La verdad es que los hombres están tan ocupados escuchando las noticias que ni siquiera prestan atención al cárdigan que se puso Rather.

Pero las mujeres sí. Cuando Diane Sawyer lee los últimos titulares, las mujeres no sólo prestan atención a lo que ocurre en el mundo. Pueden escuchar atentamente, pero también observan el precioso cuello y el corte más ajustado de la chaqueta de Diane.

Y si el color combina con los ojos. Si el corte/color/estilo de cabello es el mismo de antes. ¿Los aros son de diamantes? ¿Se la ve cansada? Piensan en esa pobre familia que perdió sus ahorros de toda la vida. Planean la cena. Y rumian: “Mmm, ¿me quedará bien esa chaqueta?”

Dice Popcorn: “Se podría llamar a este fenómeno observación femenina. O se lo podría llamar el radar de las mujeres. Yo lo llamo visión periférica”.

Si captar la visión periférica de las mujeres es, en cierto modo, algo completamente nuevo y difícil, ¿cómo se hace para venderles?, se pregunta.

Y responde: “Me parece que lo que se necesita es rodearlas con mensajes. Mensajes que aparezcan en una gran variedad de formatos y que creen una cadena de asociaciones efectivas que circunvalen todo su mundo”.
© Advertising Age / MERCADO

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