Una nueva disciplina se instala en las empresas

Walter Larriva, especialista en fraude de Ernst & Young

5 junio, 2006

En su especialización en la prevención y detección del fraude, Walter Larriva, gerente senior de la división respectiva de Ernst & Young, combinó sus conocimientos como contador, su experiencia previa en auditoría externa y su trabajo anterior como policía en el área de delitos económicos.

Desde esa experiencia, asegura que “el fraude es una conducta que viene con el ser humano”, aunque reconoce una evolución de este tipo de delitos que se hizo cada vez más notable y que atribuye a diversos factores que no duda en relacionar con la globalización y una nueva cultura de negocios en la que reina la fragilidad.

El especialista destaca que si bien la idea de prevención y detección de fraude es generalmente asociada a la auditoría, hoy se está dando una especialización y profesionalización que separa estas tareas. Al respecto, marca como ideal que los profesionales amalgamen distintas características, entre las que debería primar una “absoluta facilidad para relacionarse con las personas y poder comprender medias palabras y gestos”.

El analista sostiene que la necesidad de profesionalización en el área es innegable, y compara el no tener un equipo antifraude con una ciudad con Guardia Urbana y sin Policía.

“Quien se dedica a cometer fraude –resume- está los 365 días pensando en esto, y a eso se suma que gran parte lo cometen empleados internos, con conocimiento sobre las puertas de entrada y salida e incluso sobre cómo se realizan las auditorías. Los equipos antifraude nunca van a estar adelante, pero probablemente van a desanimar a muchos”.

En su especialización en la prevención y detección del fraude, Walter Larriva, gerente senior de la división respectiva de Ernst & Young, combinó sus conocimientos como contador, su experiencia previa en auditoría externa y su trabajo anterior como policía en el área de delitos económicos.

Desde esa experiencia, asegura que “el fraude es una conducta que viene con el ser humano”, aunque reconoce una evolución de este tipo de delitos que se hizo cada vez más notable y que atribuye a diversos factores que no duda en relacionar con la globalización y una nueva cultura de negocios en la que reina la fragilidad.

El especialista destaca que si bien la idea de prevención y detección de fraude es generalmente asociada a la auditoría, hoy se está dando una especialización y profesionalización que separa estas tareas. Al respecto, marca como ideal que los profesionales amalgamen distintas características, entre las que debería primar una “absoluta facilidad para relacionarse con las personas y poder comprender medias palabras y gestos”.

El analista sostiene que la necesidad de profesionalización en el área es innegable, y compara el no tener un equipo antifraude con una ciudad con Guardia Urbana y sin Policía.

“Quien se dedica a cometer fraude –resume- está los 365 días pensando en esto, y a eso se suma que gran parte lo cometen empleados internos, con conocimiento sobre las puertas de entrada y salida e incluso sobre cómo se realizan las auditorías. Los equipos antifraude nunca van a estar adelante, pero probablemente van a desanimar a muchos”.

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