Un mundo de entrepreneurs

Se institucionaliza a los entrepreneurs. Ya no se los considera renegados sino que, por el contrario, reciben elogios por los riesgos que toman. Y los inversores los buscan para apostar a su creatividad.

28 octubre, 2000

Según PriceWaterhouseCooper, se destinó una cifra récord de capital de riesgo de US$ 12.800 millones a nuevas empresas en Estados Unidos en 1997, lo que significó un aumento de 50% con respecto al año anterior.

Unos US$ 50.000 millones de lo que se conoce como capital patrocinador: apoyo financiero de un individuo o grupo a amigos, familiares, colegas u otros, entre quienes existe una relación personal.

Pese a las posibilidades mínimas de liquidez a corto plazo, se invirtieron unos US$ 40.000 millones de capital patrocinador y se entregaron los US$ 10.000 millones restantes con la esperanza de lograr buenos resultados cuando una compañía mayor comprara la empresa de riesgo o cuando ésta se comprometiera en una oferta pública inicial (IPO).

Las start-ups de Silicon Valley resultaron ser las grandes ganadoras, ya que atrajeron US$ 1.000 millones en capital de riesgo.

Entre la gran mayoría de start-ups se encuentran los laboratorios de investigación de New England y las empresas de Washington, zona de rápido crecimiento.

Entre 1992 y 1998, hubo 7.000 IPO en Estados Unidos; en comparación, sólo 720 correspondían a Europa.

Allí, el mercado de capital accionario privado no ha evolucionado como en Estados Unidos; los millonarios de la tecnología ya buscan el próximo gran golpe.

Las empresas de alta tecnología acumulan la mayor parte del capital de riesgo y del capital patrocinador; las compañías de biotecnología, medios y computación lideran el grupo.

Aun así, no escasea capital para los que apuestan al riesgo en casi ningún sector de la industria.

La ecuación que alguna vez favoreció a los proveedores de capital respecto de los buscadores ahora presenta la situación inversa; el mercado de las buenas ideas se ha convertido en un mercado de vendedores.

Al menos por ahora, sobra capital y faltan ideas válidas para financiar.

Los emprendedores de alta tecnología, que alguna vez generaron ideas extrañas en garajes y mesadas de cocina, hoy trabajan en oficinas majestuosas, espectaculares; en Reston, Virginia, el inversor y próximo propietario Mario Marino construye un edificio de cuatro pisos de alta tecnología con estilo universitario, con el propósito de albergar empresas tecnológicas en Washington.

Las instalaciones contarán con conexiones a Internet de última generación y espacios públicos como cafeterías, centros de salud, cancha de básquet y salas para aclimatarse, en las cuales los trabajadores podrán jugar al pool o acceder al mundo exterior mediante una inmensa pantalla de televisión.

La actividad de los entrepreneurs se ha convertido en una institución estadounidense; el gobierno federal apoya a las empresas tecnológicas a través del programa de investigación sobre la Innovación de las Pequeñas Empresas, el cual sólo en 1998 invirtió US$ 1.100 millones en capital de riesgo inicial.

Incluso los bancos invierten en start-ups, lo cual implica un gran paso para el sector venerado, pero ultra conservador, de los servicios financieros.

Las escuelas de negocios para graduados, como Johns Hopkins, Wharton y Stanford, enseñan sobre el espíritu emprendedor: de qué se trata y cómo convertirse en entrepreneur.

Existen clubes financiados con capital de riego que invitan a emprendedores a presentar ideas y solicitar fondos, así como también entrenadores de emprendimientos de riesgo que ayudan a que candidatos prometedores afilen sus técnicas.

Asimismo, existen grupos de apoyo para estos empresarios, tales como MindShare, Mount Jade Science y Technology Institute (que sirve como organización de nexo para inmigrantes asiáticos interesados en iniciar una empresa) y Korean American Society of Entrepreneurs.

El espíritu de los emprendedores está arraigado: es parte de la forma de vida de Estados Unidos y comprende una porción de la economía que es más extensa de lo que muchos creen.

Un sondeo llevado a cabo por el Ministerio de Trabajo registró 6,1 millones de negocios hogareños, lo cual representa 6% de todos los hogares estadounidenses.

Muchos de estos negocios encierran actividades profesionales como programación de computación, asesoría de comunicaciones, preparación de textos, contabilidad y derecho.

Según PriceWaterhouseCooper, se destinó una cifra récord de capital de riesgo de US$ 12.800 millones a nuevas empresas en Estados Unidos en 1997, lo que significó un aumento de 50% con respecto al año anterior.

Unos US$ 50.000 millones de lo que se conoce como capital patrocinador: apoyo financiero de un individuo o grupo a amigos, familiares, colegas u otros, entre quienes existe una relación personal.

Pese a las posibilidades mínimas de liquidez a corto plazo, se invirtieron unos US$ 40.000 millones de capital patrocinador y se entregaron los US$ 10.000 millones restantes con la esperanza de lograr buenos resultados cuando una compañía mayor comprara la empresa de riesgo o cuando ésta se comprometiera en una oferta pública inicial (IPO).

Las start-ups de Silicon Valley resultaron ser las grandes ganadoras, ya que atrajeron US$ 1.000 millones en capital de riesgo.

Entre la gran mayoría de start-ups se encuentran los laboratorios de investigación de New England y las empresas de Washington, zona de rápido crecimiento.

Entre 1992 y 1998, hubo 7.000 IPO en Estados Unidos; en comparación, sólo 720 correspondían a Europa.

Allí, el mercado de capital accionario privado no ha evolucionado como en Estados Unidos; los millonarios de la tecnología ya buscan el próximo gran golpe.

Las empresas de alta tecnología acumulan la mayor parte del capital de riesgo y del capital patrocinador; las compañías de biotecnología, medios y computación lideran el grupo.

Aun así, no escasea capital para los que apuestan al riesgo en casi ningún sector de la industria.

La ecuación que alguna vez favoreció a los proveedores de capital respecto de los buscadores ahora presenta la situación inversa; el mercado de las buenas ideas se ha convertido en un mercado de vendedores.

Al menos por ahora, sobra capital y faltan ideas válidas para financiar.

Los emprendedores de alta tecnología, que alguna vez generaron ideas extrañas en garajes y mesadas de cocina, hoy trabajan en oficinas majestuosas, espectaculares; en Reston, Virginia, el inversor y próximo propietario Mario Marino construye un edificio de cuatro pisos de alta tecnología con estilo universitario, con el propósito de albergar empresas tecnológicas en Washington.

Las instalaciones contarán con conexiones a Internet de última generación y espacios públicos como cafeterías, centros de salud, cancha de básquet y salas para aclimatarse, en las cuales los trabajadores podrán jugar al pool o acceder al mundo exterior mediante una inmensa pantalla de televisión.

La actividad de los entrepreneurs se ha convertido en una institución estadounidense; el gobierno federal apoya a las empresas tecnológicas a través del programa de investigación sobre la Innovación de las Pequeñas Empresas, el cual sólo en 1998 invirtió US$ 1.100 millones en capital de riesgo inicial.

Incluso los bancos invierten en start-ups, lo cual implica un gran paso para el sector venerado, pero ultra conservador, de los servicios financieros.

Las escuelas de negocios para graduados, como Johns Hopkins, Wharton y Stanford, enseñan sobre el espíritu emprendedor: de qué se trata y cómo convertirse en entrepreneur.

Existen clubes financiados con capital de riego que invitan a emprendedores a presentar ideas y solicitar fondos, así como también entrenadores de emprendimientos de riesgo que ayudan a que candidatos prometedores afilen sus técnicas.

Asimismo, existen grupos de apoyo para estos empresarios, tales como MindShare, Mount Jade Science y Technology Institute (que sirve como organización de nexo para inmigrantes asiáticos interesados en iniciar una empresa) y Korean American Society of Entrepreneurs.

El espíritu de los emprendedores está arraigado: es parte de la forma de vida de Estados Unidos y comprende una porción de la economía que es más extensa de lo que muchos creen.

Un sondeo llevado a cabo por el Ministerio de Trabajo registró 6,1 millones de negocios hogareños, lo cual representa 6% de todos los hogares estadounidenses.

Muchos de estos negocios encierran actividades profesionales como programación de computación, asesoría de comunicaciones, preparación de textos, contabilidad y derecho.

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