Sobriedad, coraje y espiritualidad: las tres espadas del nuevo líder

Klaus-Peter Gushurst, miembro del directorio global de Booz Allen Hamilton, describe el nuevo estilo de liderazgo en un ensayo publicado por Strategy + Business. El nuevo estilo de liderazgo, dice, combina valores clásicos con valores actuales.

8 enero, 2004

La última década del siglo 20, estima el Dr. Gushurst, trajo desacartonamiento
de la cultura oficinesca, achatamiento de las jerarquías gerenciales pero
también trajo una necesidad de conquistar a los empleados que terminó
provocando excesos: sueldos astronómicos para gerentes novatos, opciones
accionarias para todos y autos de lujo para demasiada gente.

Ahora la fiesta terminó. Los pocos emprendedores de Internet que han quedado
en pie se muestran ahora mucho más sobrios y los gerentes vuelven a los
estilos clásicos de liderazgo. Se dedican casi exclusivamente a las tareas
básicas: consolidación de negocios y de costos, reorganización,
modificación de las prioridades estratégicas y reconstrucción.

Pero esto no quiere decir que el estilo de liderazgo que trajo la Nueva Economía
de los ´90 sirva sólo para tiempos de prosperidad. Los modelos de conducción,
advierte Gushurst, están sometidos a una permanente evolución, lo
cual significa que continuamente incorporan elementos nuevos para complementar
los más tradicionales. Así, combinan valores clásicos como
disciplina, foco y ejecución con otros más contemporáneos
como apertura, naturalidad y valoración de la comunicación.

Espiritualidad

Luego de desatacar que el cambio más positivo en cultura empresarial ocurrido
durante los ´90 fue el mayor grado de tolerancia y respeto a la expresión
de las emociones y la espiritualidad, Gushurst dice que pronto se verá
si ese rasgo es mantenido o abandonado por las generaciones entrantes.

Para reforzar la importancia de la espiritualidad cita a un fraile benedictino
alemán que supervisa las 20 empresas que posee la Orden de los Benedictinos
y es, además, autor de muchos libros: “Sólo aquel que es capaz
de encontrar paz dentro de sí, y en Dios, puede crear una atmósfera
de paz a su alrededor y lograr que sus empleados se sientan bien y disfruten con
su trabajo”.

Otro clérigo, el estadounidense Matthew Fox, predica temas similares a
los ejecutivos de empresas. Ex miembro de la orden de los dominicos, fFx es fundador
y director de la Universidad para la Creación de la Espiritualidad ( University
of Creation Spirituality) en Oakland, California.

Sobriedad

Es muy posible que haya que revisar el estilo impaciente y tempestuoso característico
de los hombres y mujeres jóvenes que fueron líderes en la primera
década de la Nueva Economía. Los espíritus creativos también
deben encauzarse por medio de disciplina y responsabilidad.

Conducir una empresa debe ser algo más que un hobby, y seguramente más
que una diversión. Los líderes deben mostrar realismo, madurez,
conocimiento y hasta un poquito de sabiduría. San Benito, aquel monje que
vivió en el siglo VI de nuestra era, dejó escritas estas sentencias:
“La marca distintiva de un ser humano maduro es su sobriedad”. “Sobrio
es aquel que ve las cosas como son y no como le gustaría que fueran.

Éstos son tiempos de consolidación, debilidad económica y
escasez de fondos. Sería un error subestimar la importancia de combinar
pasión con paciencia y profesionalismo.

La última década del siglo 20, estima el Dr. Gushurst, trajo desacartonamiento
de la cultura oficinesca, achatamiento de las jerarquías gerenciales pero
también trajo una necesidad de conquistar a los empleados que terminó
provocando excesos: sueldos astronómicos para gerentes novatos, opciones
accionarias para todos y autos de lujo para demasiada gente.

Ahora la fiesta terminó. Los pocos emprendedores de Internet que han quedado
en pie se muestran ahora mucho más sobrios y los gerentes vuelven a los
estilos clásicos de liderazgo. Se dedican casi exclusivamente a las tareas
básicas: consolidación de negocios y de costos, reorganización,
modificación de las prioridades estratégicas y reconstrucción.

Pero esto no quiere decir que el estilo de liderazgo que trajo la Nueva Economía
de los ´90 sirva sólo para tiempos de prosperidad. Los modelos de conducción,
advierte Gushurst, están sometidos a una permanente evolución, lo
cual significa que continuamente incorporan elementos nuevos para complementar
los más tradicionales. Así, combinan valores clásicos como
disciplina, foco y ejecución con otros más contemporáneos
como apertura, naturalidad y valoración de la comunicación.

Espiritualidad

Luego de desatacar que el cambio más positivo en cultura empresarial ocurrido
durante los ´90 fue el mayor grado de tolerancia y respeto a la expresión
de las emociones y la espiritualidad, Gushurst dice que pronto se verá
si ese rasgo es mantenido o abandonado por las generaciones entrantes.

Para reforzar la importancia de la espiritualidad cita a un fraile benedictino
alemán que supervisa las 20 empresas que posee la Orden de los Benedictinos
y es, además, autor de muchos libros: “Sólo aquel que es capaz
de encontrar paz dentro de sí, y en Dios, puede crear una atmósfera
de paz a su alrededor y lograr que sus empleados se sientan bien y disfruten con
su trabajo”.

Otro clérigo, el estadounidense Matthew Fox, predica temas similares a
los ejecutivos de empresas. Ex miembro de la orden de los dominicos, fFx es fundador
y director de la Universidad para la Creación de la Espiritualidad ( University
of Creation Spirituality) en Oakland, California.

Sobriedad

Es muy posible que haya que revisar el estilo impaciente y tempestuoso característico
de los hombres y mujeres jóvenes que fueron líderes en la primera
década de la Nueva Economía. Los espíritus creativos también
deben encauzarse por medio de disciplina y responsabilidad.

Conducir una empresa debe ser algo más que un hobby, y seguramente más
que una diversión. Los líderes deben mostrar realismo, madurez,
conocimiento y hasta un poquito de sabiduría. San Benito, aquel monje que
vivió en el siglo VI de nuestra era, dejó escritas estas sentencias:
“La marca distintiva de un ser humano maduro es su sobriedad”. “Sobrio
es aquel que ve las cosas como son y no como le gustaría que fueran.

Éstos son tiempos de consolidación, debilidad económica y
escasez de fondos. Sería un error subestimar la importancia de combinar
pasión con paciencia y profesionalismo.

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