¿Se parece el agua al petróleo?

Muchos dicen que el agua será en el siglo XXI lo que fue el petróleo en el siglo XX. Mientras se afianza la idea de privatizar el agua, el mercado se vuelve cada vez más competitivo.

9 octubre, 2000

El abastecimiento mundial de agua es un negocio que mueve US$ 400.000 millones por año. Según la revista Fortune, el negocio del agua es un tercio más grande que el farmacéutico y 40% del sector petrolero.

De acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, 1.000 millones de personas tienen acceso restringido al agua potable y 3.000 millones carecen de agua corriente. En el mundo desarrollado, los sistemas urbanos de distribución de agua están en mal estado pero incluso en períodos de prosperidad los funcionarios del gobierno sostienen que los costos de reparación son demasiado altos para cargárselos a los contribuyentes.

Durante años se temió que se agotara en el mundo el agua potable. Según los científicos ese peligro no existe, siempre que no se malgaste ni se abuse de ella. Estos son dos pecados comunes que contribuyen a aumentar el desabastecimiento en muchas regiones del mundo.

En cualquier parte del planeta, para transportar el agua desde su fuente al consumidor es necesario sortear leyes confusas creadas por feudos que aún se mantienen. ¿Puede el sector privado desempeñarse mejor que el gobierno para proteger el suministro y crear un sistema de distribución eficaz y equitativo? Muchos inversionistas aseguran que sí.

En este momento, las grandes empresas sólo dotan de agua a 5% de la población mundial, pero a medida que las grandes ciudades se vayan volcando hacia la industria privada ese porcentaje crecerá exponencialmente durante los próximos cinco años.

Es más, las partes interesadas, incluyendo ecologistas, funcionarios del gobierno y agricultores, coinciden en que está bien privatizar.

En esto, la eficiencia es de los franceses.

Cuando se trata de privatizar el agua, los franceses imponen las reglas. En Francia, las empresas privadas la distribuyen desde el siglo XIX. Dos parisinas, Vivendi y Suez Lyonnaise des Eaux liderarán la industria durante el siglo XXI. Ambas están demostrando que la industria privada está mejor equipada para ofrecer servicios eficientes y mantener la intrincada red de cañerías, plantas y políticas que conforman el negocio.

Ya hay en el mundo unas 30 ciudades, entre las más grandes, que han privatizado el servicio de la distribución de agua corriente. Suez ganó 20% de los contratos, que incluyen a Jakarta, Indonesia, Santiago de Chile y Atlanta. Por su parte, Vivendi amplió su alcance en Estados Unidos al adquirir por US$ 6.200 millones U.S. Filter, cuyas operaciones incluyen el tratamiento de aguas municipales e industriales. El principal activo de la empresa podría ser una granja en el sur de California, que le confiere grandes derechos sobre las aguas del Río Colorado.

Azurix, escisión de la compañía de energía Enron, proyecta convertirse en la primera empresa de agua a nivel internacional. Aunque todavía no lo ha logrado, ya aprendió unas cuantas cosas de sus competidores franceses.

Azurix se asoció con J.G. Boswell, de Pasadena, la mayor granja algodonera de Estados Unidos, para abastecer de agua a la árida zona sur de California. La alianza garantizará a la población de la zona -previo pago de una tarifa- el acceso al agua durante las temporadas de sequía.

Aunque la transacción todavía no se ha concretado, la empresa confía en que el estado decidirá comprar el agua a un proveedor confiable. Si se concreta, emergerá con fuerza un competitivo mercado de agua en la Costa Oeste, activando así las inversiones en este tipo de empresas en todo el mundo.

La reparación de las redes de distribución de agua en los centros urbanos del mundo y la actual necesidad de transportarla hacia donde más se necesita virtualmente garantizan un crecimiento anual de dos dígitos a las empresas internacionales que se dediquen a este negocio.

El abastecimiento mundial de agua es un negocio que mueve US$ 400.000 millones por año. Según la revista Fortune, el negocio del agua es un tercio más grande que el farmacéutico y 40% del sector petrolero.

De acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, 1.000 millones de personas tienen acceso restringido al agua potable y 3.000 millones carecen de agua corriente. En el mundo desarrollado, los sistemas urbanos de distribución de agua están en mal estado pero incluso en períodos de prosperidad los funcionarios del gobierno sostienen que los costos de reparación son demasiado altos para cargárselos a los contribuyentes.

Durante años se temió que se agotara en el mundo el agua potable. Según los científicos ese peligro no existe, siempre que no se malgaste ni se abuse de ella. Estos son dos pecados comunes que contribuyen a aumentar el desabastecimiento en muchas regiones del mundo.

En cualquier parte del planeta, para transportar el agua desde su fuente al consumidor es necesario sortear leyes confusas creadas por feudos que aún se mantienen. ¿Puede el sector privado desempeñarse mejor que el gobierno para proteger el suministro y crear un sistema de distribución eficaz y equitativo? Muchos inversionistas aseguran que sí.

En este momento, las grandes empresas sólo dotan de agua a 5% de la población mundial, pero a medida que las grandes ciudades se vayan volcando hacia la industria privada ese porcentaje crecerá exponencialmente durante los próximos cinco años.

Es más, las partes interesadas, incluyendo ecologistas, funcionarios del gobierno y agricultores, coinciden en que está bien privatizar.

En esto, la eficiencia es de los franceses.

Cuando se trata de privatizar el agua, los franceses imponen las reglas. En Francia, las empresas privadas la distribuyen desde el siglo XIX. Dos parisinas, Vivendi y Suez Lyonnaise des Eaux liderarán la industria durante el siglo XXI. Ambas están demostrando que la industria privada está mejor equipada para ofrecer servicios eficientes y mantener la intrincada red de cañerías, plantas y políticas que conforman el negocio.

Ya hay en el mundo unas 30 ciudades, entre las más grandes, que han privatizado el servicio de la distribución de agua corriente. Suez ganó 20% de los contratos, que incluyen a Jakarta, Indonesia, Santiago de Chile y Atlanta. Por su parte, Vivendi amplió su alcance en Estados Unidos al adquirir por US$ 6.200 millones U.S. Filter, cuyas operaciones incluyen el tratamiento de aguas municipales e industriales. El principal activo de la empresa podría ser una granja en el sur de California, que le confiere grandes derechos sobre las aguas del Río Colorado.

Azurix, escisión de la compañía de energía Enron, proyecta convertirse en la primera empresa de agua a nivel internacional. Aunque todavía no lo ha logrado, ya aprendió unas cuantas cosas de sus competidores franceses.

Azurix se asoció con J.G. Boswell, de Pasadena, la mayor granja algodonera de Estados Unidos, para abastecer de agua a la árida zona sur de California. La alianza garantizará a la población de la zona -previo pago de una tarifa- el acceso al agua durante las temporadas de sequía.

Aunque la transacción todavía no se ha concretado, la empresa confía en que el estado decidirá comprar el agua a un proveedor confiable. Si se concreta, emergerá con fuerza un competitivo mercado de agua en la Costa Oeste, activando así las inversiones en este tipo de empresas en todo el mundo.

La reparación de las redes de distribución de agua en los centros urbanos del mundo y la actual necesidad de transportarla hacia donde más se necesita virtualmente garantizan un crecimiento anual de dos dígitos a las empresas internacionales que se dediquen a este negocio.

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