Qué terrible sería que Descartes tuviera razón

Roly Boussy, de OBC consultora y capacitación, es el autor del siguiente artículo.

16 julio, 2009

<p>Sin datos reales, el plan es sólo una expresión de deseo, una ilusión o una intención.<br />
Veamos otra implicancia. Uno de los problemas más habituales en la actualidad es que no nos alcanza el tiempo para todo lo que tenemos que hacer. Ahora, ¿en qué tareas consumimos el tiempo? Pues simplemente no lo sabemos, creemos que lo sabemos, pero no lo sabemos con certeza. Llamados, mails o MSN innecesarios, reuniones demasiado largas o innecesarias, o en las cuales nuestra presencia no era necesaria, breaks elásticos, interrupciones, etc., etc. En cada una de esas actividades, cada uno de nosotros dilapida diariamente valioso tiempo que después nos falta para lo que sí debemos hacer. 10 minutos en una cosa, 20 en otra, 5 en otra. Pequeñas fugas que al final del día pueden representar horas. Y estamos convencidos que nos falta tiempo. Tiempo no falta, lo que falta es planificación, dirección y control de las tareas. <br />
<br />
Leí hace poco una frase muy ocurrente con relación a esto: “La mala noticia es que el tiempo vuela, la buena noticia es que usted es el piloto”. <br />
Otra vez pensar. Pensar de qué manera utilizamos el tiempo. <br />
<br />
Finalmente y como conclusión, vuelvo a Descartes y su expresión “Pienso, luego existo”. ¡Qué terrible sería que tuviera razón!, porque si esto fuera así, estaríamos en serios problemas, porque en proporción a la cantidad y calidad de nuestro pensamiento, estará la magnitud de nuestra existencia profesional. Si no pensamos, simplemente no existimos.<br />
<br />
Si, en cambio, dedicamos una parte de nuestro tiempo a pensar, tendremos mayores chances de entender los hechos de la realidad, podremos discernir entre las diferentes opciones existentes y estaremos en condiciones de tomar mejores y más sustentables decisiones.<br />
<br />
A partir del ejercicio del pensamiento y del desarrollo de nuestro juicio crítico, estaremos en mejores condiciones para entender el contexto y nuestro negocio, para elaborar las estrategias correctas, para establecer los objetivos, para conocer y liderar a nuestra gente, para votar a nuestros representantes, para utilizar mejor el tiempo, entre otras muchas ventajas.<br />
Estaremos, en definitiva, aumentando nuestra propia existencia. <br />
Espero haberlos dejado pensando.<br />
 </p>

<p><em><strong>&ldquo;Cogito, ergo sum&rdquo;</strong></em> (&ldquo;Pienso, luego existo&rdquo;).<br />
Esta expresi&oacute;n del genial fil&oacute;sofo del m&eacute;todo, el franc&eacute;s Ren&eacute; Descartes (1596 – 1650), quiz&aacute;s sea una de las frases m&aacute;s conocidas de la filosof&iacute;a y resulta adem&aacute;s de gran actualidad, vigencia y pertinencia.<br />
<br />
Antes de continuar en la internalizaci&oacute;n, comprensi&oacute;n y vinculaci&oacute;n de la frase enunciada, propongo un breve ejercicio de autoan&aacute;lisis.<br />
Le solicito al lector interesado en seguirme en este recorrido reflexivo, que piense en una jornada laboral t&iacute;pica, un d&iacute;a de trabajo cualquiera, y mencione a continuaci&oacute;n las diez tareas m&aacute;s importantes en las que se desarrolla su actividad profesional:<br />
&nbsp;</p>
<table cellspacing="1" cellpadding="1" width="200" border="1">
<tbody>
<tr>
<td>1.</td>
<td>2.</td>
</tr>
<tr>
<td>3.</td>
<td>4.</td>
</tr>
<tr>
<td>5.</td>
<td>6.</td>
</tr>
<tr>
<td>7.</td>
<td>8.</td>
</tr>
<tr>
<td>9.</td>
<td>10.</td>
</tr>
</tbody>
</table>
<p><br />
La primera cuesti&oacute;n que le pido ahora, es que verifique si en su lista aparece la tarea &ldquo;Pensar&rdquo;.<br />
&iquest;Est&aacute; en la lista? Si la respuesta es afirmativa, usted es uno de los muy pocos que hoy, en el turbulento, confuso y acelerado mundo en que vivimos, entiende que pensar es la base de la pir&aacute;mide de tareas que debe resolver, la funci&oacute;n principal de quien pretende desarrollar sus funciones profesional y eficientemente.<br />
<br />
Ahora bien, cabe a esta altura del recorrido, hacer una primera aclaraci&oacute;n conceptual. Resulta aparentemente obvio que durante su jornada de trabajo, usted piensa. Es una actividad inherente a la vida misma. &iquest;C&oacute;mo no hacerlo? <br />
<br />
&nbsp;</p>

<p>¿Cuál es la verdad del conflicto entre el campo y el gobierno? ¿Estamos en recesión, estancados o disminuyó el crecimiento? ¿Cuál es el verdadero valor de la inflación o del desempleo actual? ¿El INDEC es una fuente fidedigna? ¿Clarín, La Nación o Página 12 son fuentes confiables? ¿Cuál es la verdadera magnitud e importancia del dengue o la fiebre porcina? ¿La inseguridad está creciendo realmente o es una sensación? ¿Los Kirchner mienten? ¿La oposición dice la verdad? ¿Cobos es un traidor o un patriota? Estos son sólo algunos ejemplos para poner a prueba el planteo enunciado precedentemente.<br /><br />No estoy preguntando en qué creen ustedes, sino cuál es la verdad, porque cada uno es dueño de creer en lo que se le antoje, definir lo que le gusta y lo que no, a lo que adhiere y a lo que se opone. La cuestión que estoy planteando es, cuáles son los fundamentos reales de la posición propia, más allá de las ganas o la creencia personal. En definitiva, ¿cuál es la realidad?<br /><br />Ahora veamos algunas implicancias del no pensar, o de no hacerlo debidamente.<br />Creo que nadie discutiría que la base de las acciones de cualquier profesional, debe ser el planeamiento. Ahora bien, el planeamiento se nutre de información. No puedo planificar sin información.<br /><br />La información es la interpretación de los datos pertinentes, precisos y oportunos de la realidad, de los datos, no de los juicios personales sobre la realidad.<br /><br />O sea que la calidad y efectividad de una gestión profesional está directamente ligada a la calidad de los datos desde donde partamos, de igual forma que la calidad de un vino está en directa relación con la calidad de las uvas que le dan origen.<br /><br /> </p>

<p>Fernando Savater, en su libro “La aventura del pensamiento” (Ed. Sudamericana), nos plantea en el capítulo 5, dedicado a Descartes, la siguiente reflexión:<br /><br />“Sabemos que existe la verdad, es decir, que habrá cosas, situaciones y opiniones que corresponden mejor a la realidad que otras. Pero, ¿Cómo tener la certeza que lo que nosotros creemos que es verdad lo es auténticamente? Creemos que alguna cosa es verdad, pero ¿Cómo tener la certeza de que lo es? ¿Cómo sabemos que no nos engañamos?<br /><br />El problema no es que exista la verdad, sino que nosotros podamos reconocerla, que en nuestro pensamiento lleguemos a tener una visión, opiniones y doctrinas que respondan y que nos tranquilicen, dándonos la verdad de una manera indiscutible”.<br /><br />“Vivió (Descartes) pensando por sí mismo y para sí mismo. Su legado nos enseña que no nos podemos fiar de las autoridades, ni de la tradición, ni de lo que nos cuentan. Tenemos que buscar la certeza a partir de lo que nosotros mismos podemos desarrollar”.<br /><br />En concordancia, el filósofo José Pablo Feinmann, planteaba en uno de sus encuentros del programa “A pensar de todo”, que la dificultad para establecer la verdad en medio de esta realidad tan plagada de mentiras, perspectivas capciosas, fuentes sospechadas y opiniones interesadas, está ligada a la tenue esperanza del desarrollo de un criterio personal.<br />Veamos algunos ejemplos de actualidad.<br /> </p>

<p>De todas formas y más allá de esta primera conclusión, quisiera establecer la diferencia sustancial que existe entre la función esencial y natural de su psique (que complementa la totalidad de su ser con sus partes bios/cuerpo y zoe/alma), y el pensar como actividad dispuesta de su mente, consistente y voluntaria, que implica el espacio y la entidad propia de una tarea determinada, como escribir, ordenar, discutir, vender o negociar.<br /><br />Pensar como hecho concreto y sustantivo, como actividad protagónica y central, no como la actividad espontánea de su mente, muchas veces complementaria, secundaria, residual o periférica.<br />¿Este pensar forma parte de nuestra gestión diaria? <br /><br />Por paradójico que parezca, cuando hacemos este sencillo ejercicio en las actividades presenciales con ejecutivos de muchas empresas en la región, rara y excepcionalmente aparece el pensar como tarea reconocida dentro de las obligaciones profesionales.<br /><br />Para colmo el pensar tiene mala fama. Imaginemos a modo de ejemplo que uno decide una mañana cualquiera, disponerse a pensar, sólo a pensar (en su propia gestión, en sus clientes, en la competencia, en su oferta, etc.), si su jefe lo encuentra y le pregunta que está haciendo, cuando le responda con total sinceridad:<br />- Estoy pensando. <br /><br />Lo más probable es que le diga:<br />-Por favor, déjese de perder el tiempo y póngase a trabajar. <br />Hacer está bien visto, pensar parece que no tanto.<br />Ahora bien, ¿cuál es la implicancia de este fenómeno para nosotros?<br /><br /> </p>

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