Por ahora, se acabó la era de la calidad

Durante los años de fiesta capitalista, la gente buscaba calidad y lujo. Había mucha gente dispuesta a pagar más por obtener calidad. Pero ahora, en años de vacas flacas, lo único que va a importar es el precio.

23 marzo, 2009

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Para mucha gente, los primeros a&ntilde;os de este siglo fueron una fiesta. El precio que pagaban por las cosas que buscaban era un detalle segundario. Pero el sacud&oacute;n de la crisis le movi&oacute; el piso &ndash; si bien en distinta medida &ndash; a todo el mundo. Hoy la gente sale a buscar buena relaci&oacute;n entre precio y calidad. Pero de las dos cosas, lo que m&aacute;s busca es precio. <br />
Esta tendencia no est&aacute; pasando s&oacute;lo porque el mundo se ajusta el cintur&oacute;n, sino porque el lujo ostentoso como espect&aacute;culo social se ha vuelto ofensivo. Por eso, opina Luke Johnson (Director de Canal 4 en Londres), las fiestas actuales sirven cava en lugar de champagne. Siempre supimos que ambas cosas saben igual, pero ha sido un marketing muy inteligente de los franceses&nbsp; — y una gran dosis de esnobismo &ndash; convencernos de pagar cuatro veces m&aacute;s por un producto pr&aacute;cticamente igual al otro. Y lo que vale para el champagne vale para casi todo lo dem&aacute;s: las cosas m&aacute;s caras est&aacute;n sufriendo. <br />
Al principio no se sinti&oacute;. Los que vend&iacute;an yates, autos deportivos o manejaban casinos pensaron que los rusos y los &aacute;rabes los salvar&iacute;an.&nbsp; Pero se cay&oacute; el precio del petr&oacute;leo, como todo lo dem&aacute;s y as&iacute; tambi&eacute;n revent&oacute; la burbuja de los recursos naturales. Mientras tanto, las empresas redujeron salvajemente sus gastos afectando a todos los que confiaban en ese gasto. <br />
Los &uacute;nicos autos que se venden bien son los baratos. Los grandes minoristas impulsan sus marcas blancas. Los servicios se despojan de sus adornos para atraer a los consumidores que comparan y se concentran exclusivamente en lo b&aacute;sico y el precio. <br />
Las empresas se reorganizan no s&oacute;lo para retener rentabilidad, en algunos casos s&oacute;lo para mantenerse solventes. La muerte de la demanda significa que hay capacidad ociosa estructural en muchas esferas. La crisis econ&oacute;mica est&aacute; demostrando que es capaz de provocar un proceso de simplificaci&oacute;n que en muchos casos puede significar peor servicio y menos ofertas. <br />
Ser&aacute; interesante ver, dice Johnson, c&oacute;mo la compra &eacute;tica hace frente a los tiempos dif&iacute;ciles.&nbsp; Org&aacute;nico, verde, comercio justo y otros atributos vuelven m&aacute;s caras las cosas. Es m&aacute;s f&aacute;cil adherir a argumentos morales cuando no existe la preocupaci&oacute;n de perder el empleo, la casa o la empresa. <br />
Pero no todo lo placentero va a desaparecer. La gente seguir&aacute;, por ejemplo, yendo al cine, porque es una salida relativamente barata que ofrece un esparcimiento relajante.&nbsp; Tambi&eacute;n usar&aacute; su banda ancha y comprar&aacute; tortas y cosas ricas. Pero a no equivocarse, la era de la autoindulgencia termin&oacute;. Habr&aacute; que ver si esta etapa de austeridad se convierte en la nueva norma o si es s&oacute;lo pasajera. </p>
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