Perrier, una marca en apuros

En Francia hay toda una revolución con relación al agua mineral Perrier. El grupo comprador, Nestlé, quiere fabricarla en la república checa. Para los franceses, una herejía. Para la marca, todavía no se sabe.

23 noviembre, 2004

Los contendientes en esta lucha de poder son, un sindicato de la vieja escuela (la CGT, Confederación Nacional del Trabajo)y la mega-corporación global de origen suizo que hoy es dueña de Perrier, Nestlé.

Esta cuarta gran disputa con la CGT desde que Nestlé compró Perrier en 1992 comenzó en marzo y gira alrededor del proyecto empresarial de obligar al retiro anticipado de 356 trabajadores en la planta de Vergéze, en el sur de Francia, con el propósito de aumentar productividad.

La CGT, por su lado, se aferra a la idea de que las cosas pueden seguir como estaban antes de que Nestlé apareciera en escena y lucha por eso. Añora la etapa anterior, cuando Perrier estaba manejada por Gustave Leven quien, cual un gran padre protector, abría almacenes a bajo precio para sus empleados y también una planta para fabricar las botellas y así crear más trabajo.

Como la CGT interpone una actitud intransigente y no hay forma de avanzar las negociaciones, uno de los planes de Nestlé consiste en embotellar el agua fuera de Francia. Más aun, circulan rumores de que proyecta producir también el agua en el exterior.

Esta amenaza alarma a los muchos puristas del agua Perrier que abundan en Francia y en el mundo. “¡Es impensable!”, dice George Lepré, ex sommelier del Hotel Ritz en París, “sería como hacer Bordeaux en Checoeslovaquia.

Varios analistas del mercado coinciden en que sacar a Perrier de Francia entraña serios riesgos. “Producir el agua en la república checa o en algún lugar de Europa oriental o Asia, crearía un enorme problema para el mercado francés”, dice Stephen Williamson, investigador gerente de Euromonitor International, una firma de investigación de mercado con sede en Londres. “La única forma en que podrían superarlo es invirtiendo mucho dinero”.

Benoit Moreau, editor de la revista especializada Rayon Boissons, afirma convencido que sacar la producción del país es matar la marca para el mercado francés. Con 55% de los consumidores de Perrier en su país de origen, donde la marca está fuertemente ligada al sentimiento galo, producir en otro país es un tema delicado.

De todas formas, una cosa es Perrier en Francia y otra en el resto del mundo. En Francia, aunque perdió algo de su cachet, se ha convertido en una bebida masiva con sus mercados más grandes en el noroeste, donde sus adeptos son conscientes del origen.

En el extranjero es una bebida de lujo, donde lo que importa es la imagen de lo francés. Si se produce o se embotella en Francia o fuera de ella, tal vez no signifique mucha diferencia.

Los contendientes en esta lucha de poder son, un sindicato de la vieja escuela (la CGT, Confederación Nacional del Trabajo)y la mega-corporación global de origen suizo que hoy es dueña de Perrier, Nestlé.

Esta cuarta gran disputa con la CGT desde que Nestlé compró Perrier en 1992 comenzó en marzo y gira alrededor del proyecto empresarial de obligar al retiro anticipado de 356 trabajadores en la planta de Vergéze, en el sur de Francia, con el propósito de aumentar productividad.

La CGT, por su lado, se aferra a la idea de que las cosas pueden seguir como estaban antes de que Nestlé apareciera en escena y lucha por eso. Añora la etapa anterior, cuando Perrier estaba manejada por Gustave Leven quien, cual un gran padre protector, abría almacenes a bajo precio para sus empleados y también una planta para fabricar las botellas y así crear más trabajo.

Como la CGT interpone una actitud intransigente y no hay forma de avanzar las negociaciones, uno de los planes de Nestlé consiste en embotellar el agua fuera de Francia. Más aun, circulan rumores de que proyecta producir también el agua en el exterior.

Esta amenaza alarma a los muchos puristas del agua Perrier que abundan en Francia y en el mundo. “¡Es impensable!”, dice George Lepré, ex sommelier del Hotel Ritz en París, “sería como hacer Bordeaux en Checoeslovaquia.

Varios analistas del mercado coinciden en que sacar a Perrier de Francia entraña serios riesgos. “Producir el agua en la república checa o en algún lugar de Europa oriental o Asia, crearía un enorme problema para el mercado francés”, dice Stephen Williamson, investigador gerente de Euromonitor International, una firma de investigación de mercado con sede en Londres. “La única forma en que podrían superarlo es invirtiendo mucho dinero”.

Benoit Moreau, editor de la revista especializada Rayon Boissons, afirma convencido que sacar la producción del país es matar la marca para el mercado francés. Con 55% de los consumidores de Perrier en su país de origen, donde la marca está fuertemente ligada al sentimiento galo, producir en otro país es un tema delicado.

De todas formas, una cosa es Perrier en Francia y otra en el resto del mundo. En Francia, aunque perdió algo de su cachet, se ha convertido en una bebida masiva con sus mercados más grandes en el noroeste, donde sus adeptos son conscientes del origen.

En el extranjero es una bebida de lujo, donde lo que importa es la imagen de lo francés. Si se produce o se embotella en Francia o fuera de ella, tal vez no signifique mucha diferencia.

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