Otro CEO que se va porque hizo perder una fortuna

Acaba de marcharse abruptamente Millard Drexler, hasta el sábado CEO de Gap Inc, cargo que había ocupado 20 años. Motivo: US$ 11.600 millones en pérdidas para la familia fundadora de esta cadena de indumentaria, la mayor en Estados Unidos.

4 junio, 2002

Un día antes del despido, la firma venía cayendo 75% en valor
de mercado desde mediados de 2000.
Los hermanos Robert y Donald Fisher, la esposa de éste (Doris) y su hijo
Robert controlan un tercio del paquete. Justamente fueron quienes sacaron de
juego a Drexler y ahora buscan un reemplazante más enérgico, cuya
misión será cerrar tiendas y reducir costos volviendo al negocio
básico de Gap: vaqueros de denim y camisas blancas. "La gente quiere
buenos pantalones, no marcas para lucir en el trasero", llegó decir
Robert Fisher en una borrascosa reunión, el jueves pasado.

Días antes, la firma había encontrado difícil juntar fondos
frescos colocando US$ 1.200 millones en letras convertibles. Drexler proyectaba
ir abandonando recién desde el próximo trimestre las prendas de
colores vivos y los diseños audaces. Pero no había tiempo, pues
las calificación crediticia de Gap ya estaba en la categoría chatarra
y los costos subían. Aparte, también cedían las acciones
de los otros propietarios de la cadena, Banana Republic y Old Navy.

Drexler llegó al grupo a fines de 1982, para detener su declinación
en el mercado de entonces. Lo logró y las tres marcas llegaron a manejar
4.230 locales. Pero, en los últimos años, fue alcanzada por la
decadencia de la "ropa exclusivas (designer´s clothing), de
la cual sólo se ha salvado la conservadora Levi-Strauss.

Un día antes del despido, la firma venía cayendo 75% en valor
de mercado desde mediados de 2000.
Los hermanos Robert y Donald Fisher, la esposa de éste (Doris) y su hijo
Robert controlan un tercio del paquete. Justamente fueron quienes sacaron de
juego a Drexler y ahora buscan un reemplazante más enérgico, cuya
misión será cerrar tiendas y reducir costos volviendo al negocio
básico de Gap: vaqueros de denim y camisas blancas. "La gente quiere
buenos pantalones, no marcas para lucir en el trasero", llegó decir
Robert Fisher en una borrascosa reunión, el jueves pasado.

Días antes, la firma había encontrado difícil juntar fondos
frescos colocando US$ 1.200 millones en letras convertibles. Drexler proyectaba
ir abandonando recién desde el próximo trimestre las prendas de
colores vivos y los diseños audaces. Pero no había tiempo, pues
las calificación crediticia de Gap ya estaba en la categoría chatarra
y los costos subían. Aparte, también cedían las acciones
de los otros propietarios de la cadena, Banana Republic y Old Navy.

Drexler llegó al grupo a fines de 1982, para detener su declinación
en el mercado de entonces. Lo logró y las tres marcas llegaron a manejar
4.230 locales. Pero, en los últimos años, fue alcanzada por la
decadencia de la "ropa exclusivas (designer´s clothing), de
la cual sólo se ha salvado la conservadora Levi-Strauss.

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