No por mucho madrugar amanece más temprano

No llegará antes al futuro corriendo detrás de los clientes. Pero sí puede imaginar el futuro, inventar soluciones a problemas futuros, y –si acierta- ofrecerlas a sus clientes cuando el futuro llegue. Fácil no es, pero sí más creativo.

13 febrero, 2002

Se dice que una vez Rockefeller conversaba en la calle con uno de sus empleados cuando éste se animó a preguntarle cómo había logrado llegar a ese nivel de encumbramiento y riqueza. Rockefeller se quitó el habano de la boca y señaló con su brazo un árbol que se encontraba al otro lado de la avenida.

-“¿Ve usted aquel árbol que está allí?”
– “sí”, contestó el empleado.
-“Bueno. Pero yo lo vi primero”.

De esta leyenda se suele sacar una conclusión equivocada. Muchos creen que el exitoso es el que llega antes a un lugar. Y aunque a veces esto es así, no siempre es así. Rockefeller usó el verbo “ver”. Y lo hizo para explicar a su interlocutor que él había “reparado en las posibilidades de aprovechamiento” que presentaba el árbol.

Porque la esencia de un visionario está simplemente en ver más allá de lo que ven todos. Está en “mirar” un departamento abandonado, sucio y tenebroso y “ver” que tiene el potencial para convertirse en una maravillosa vivienda llena de comodidades.

Entonces, no trate de llegar al futuro antes que los demás. Propóngase un ejercicio más barato y más rendidor. Observe su producto y trate de imaginar si la gente lo va a necesitar en un futuro previsible. Y de las respuestas que vaya logrando irá viendo con más claridad el camino que debe seguir no sólo para triunfar, sino para no desaparecer de la cancha.

Al futuro usted llegará junto con sus clientes, pero comprendiendo su destino y el papel que usted puede desempeñar para ayudarles. Eso significa crear valor. Significa también conectarse con ellos.

Porque de esa conexión – que podrá hacer tanto personalmente como electrónicamente – surgirá la transmisión de información que traduce cosas intangibles como el valor de la marca.

Entre las empresas que han tenido más éxito por lo general no se encuentra por lo general una sensación de pánico por el nivel de cambio o una sensación de pavor por las consecuencias cataclísmicas de la tecnología. Se observa, en cambio, excitación y entusiasmo por la posibilidad de crear más valor y de abrir más avenidas de contacto con los clientes. Estas empresas se dan cuenta de cuáles son las áreas en las que pueden tener mejor actuación y van avanzando en esas direcciones.

Se dice que una vez Rockefeller conversaba en la calle con uno de sus empleados cuando éste se animó a preguntarle cómo había logrado llegar a ese nivel de encumbramiento y riqueza. Rockefeller se quitó el habano de la boca y señaló con su brazo un árbol que se encontraba al otro lado de la avenida.

-“¿Ve usted aquel árbol que está allí?”
– “sí”, contestó el empleado.
-“Bueno. Pero yo lo vi primero”.

De esta leyenda se suele sacar una conclusión equivocada. Muchos creen que el exitoso es el que llega antes a un lugar. Y aunque a veces esto es así, no siempre es así. Rockefeller usó el verbo “ver”. Y lo hizo para explicar a su interlocutor que él había “reparado en las posibilidades de aprovechamiento” que presentaba el árbol.

Porque la esencia de un visionario está simplemente en ver más allá de lo que ven todos. Está en “mirar” un departamento abandonado, sucio y tenebroso y “ver” que tiene el potencial para convertirse en una maravillosa vivienda llena de comodidades.

Entonces, no trate de llegar al futuro antes que los demás. Propóngase un ejercicio más barato y más rendidor. Observe su producto y trate de imaginar si la gente lo va a necesitar en un futuro previsible. Y de las respuestas que vaya logrando irá viendo con más claridad el camino que debe seguir no sólo para triunfar, sino para no desaparecer de la cancha.

Al futuro usted llegará junto con sus clientes, pero comprendiendo su destino y el papel que usted puede desempeñar para ayudarles. Eso significa crear valor. Significa también conectarse con ellos.

Porque de esa conexión – que podrá hacer tanto personalmente como electrónicamente – surgirá la transmisión de información que traduce cosas intangibles como el valor de la marca.

Entre las empresas que han tenido más éxito por lo general no se encuentra por lo general una sensación de pánico por el nivel de cambio o una sensación de pavor por las consecuencias cataclísmicas de la tecnología. Se observa, en cambio, excitación y entusiasmo por la posibilidad de crear más valor y de abrir más avenidas de contacto con los clientes. Estas empresas se dan cuenta de cuáles son las áreas en las que pueden tener mejor actuación y van avanzando en esas direcciones.

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