Negocio publicitario: el único que no hace publicidad

Al Ries, en un artículo publicado en Advertising Age, acusa a las agencias de publicidad de no practicar lo que predican. Parecen creer que les basta con acciones de relaciones públicas. Tal vez tengan razón, pero antes no era así.

11 agosto, 2005

El especialista deduce que la única actividad empresarial en Estados Unidos que no cree en la publicidad es, justamente, el negocio publicitario. Si así fuera haría más publicidad. No hay empresa grande que no destine a publicidad entre 2% y 16% de sus ventas. La excepción la forman Omnicom, WPP, Interpublic y Publicis.

En 2004 los 100 anunciantes más grandes del país gastaron( según informe de Advertising Age, US$ 93.300 millones en publicidad y casi toda esa plata fue a parar a los cuatro grandes conglomerados. Si, dice Ries, tal como afirma en su informe Advertising Age las cuatro Grandes reciben 57% del volumen publicitario de Estados Unidos, no puede ser que no tengan dinero para hacer publicidad. En 2004 Omnicom tuvo ingresos valuados en US$ 9.700 millones; WPP, US$ 8.200; Interpublic, US$ 5.900 y Publicis, US$ 5.200.

Omnicom, con ese ingreso de US$ 9.700, ocupa el puesto número 230 en la lista de Fortune con las 500 empresas más grandes de Estados Unidos. en términos de ventas, es más grande que Kellog, Heinz, Campbell Soup y Southwest Airlines.

Y aquí el ensayista elabora su hipótesis. Si las agencias de publicidad no hacen publicidad, razona, debe ser porque no creen en ese recurso. Creen más, a su entender, en las relaciones públicas. Bombardean a todos los medios de comunicación que les interesa con gacetillas donde explican sus últimas campañas. Además, tienen sumo interés en ganar premios publicitarios porque los premios generan “publicidad genuina”, o sea esa publicidad por la cual no se paga sino que se logra cuando hay una noticia. Y de ese ruido derivan sus clientes.

Luego de analizar cinco ediciones consecutivas de Advertising Age, y de descubrir que no contenían ni un solo aviso de una agencia de publicidad, Ries deduce que el lema de las agencias debe ser “haz lo que yo digo mas no lo que yo hago”.

Tal vez porque una firma de servicios profesionales – como la agencia de publicidad — no lo necesiten, tal vez porque la reputación les basta para conseguir todo el trabajo que necesitan. Puede ser, razona, pero no muestran ningún empacho en recomendar un gran presupuesto publicitario o firmas de servicios profesionales como PricewaterhouseCoopers, KPMG, Deloitte & Touche y Ernst & Young.

Antes, recuerda Ries, las agencías hacían publicidad. Algunas mucha. Entre 1930 y 1960 Young & Rubicam era anunciante fijo de la revista Fortune. En el área business to business, Marsteller fue siempre anunciante frecuente, desde su fundación en 1951 hasta 1979, cuando la compró Y&R.

Para no quedar fuera del análisis, Ries habla de sí mismo: “Cuando comenzamos con Ries Cappiello Colwell (más tarde Trout & Ries), lanzamos la agencia con una aviso a toda página en Advertising Age. Con los años sacamos varios avisos en The Wall Street Journal y The New York Times.

El especialista deduce que la única actividad empresarial en Estados Unidos que no cree en la publicidad es, justamente, el negocio publicitario. Si así fuera haría más publicidad. No hay empresa grande que no destine a publicidad entre 2% y 16% de sus ventas. La excepción la forman Omnicom, WPP, Interpublic y Publicis.

En 2004 los 100 anunciantes más grandes del país gastaron( según informe de Advertising Age, US$ 93.300 millones en publicidad y casi toda esa plata fue a parar a los cuatro grandes conglomerados. Si, dice Ries, tal como afirma en su informe Advertising Age las cuatro Grandes reciben 57% del volumen publicitario de Estados Unidos, no puede ser que no tengan dinero para hacer publicidad. En 2004 Omnicom tuvo ingresos valuados en US$ 9.700 millones; WPP, US$ 8.200; Interpublic, US$ 5.900 y Publicis, US$ 5.200.

Omnicom, con ese ingreso de US$ 9.700, ocupa el puesto número 230 en la lista de Fortune con las 500 empresas más grandes de Estados Unidos. en términos de ventas, es más grande que Kellog, Heinz, Campbell Soup y Southwest Airlines.

Y aquí el ensayista elabora su hipótesis. Si las agencias de publicidad no hacen publicidad, razona, debe ser porque no creen en ese recurso. Creen más, a su entender, en las relaciones públicas. Bombardean a todos los medios de comunicación que les interesa con gacetillas donde explican sus últimas campañas. Además, tienen sumo interés en ganar premios publicitarios porque los premios generan “publicidad genuina”, o sea esa publicidad por la cual no se paga sino que se logra cuando hay una noticia. Y de ese ruido derivan sus clientes.

Luego de analizar cinco ediciones consecutivas de Advertising Age, y de descubrir que no contenían ni un solo aviso de una agencia de publicidad, Ries deduce que el lema de las agencias debe ser “haz lo que yo digo mas no lo que yo hago”.

Tal vez porque una firma de servicios profesionales – como la agencia de publicidad — no lo necesiten, tal vez porque la reputación les basta para conseguir todo el trabajo que necesitan. Puede ser, razona, pero no muestran ningún empacho en recomendar un gran presupuesto publicitario o firmas de servicios profesionales como PricewaterhouseCoopers, KPMG, Deloitte & Touche y Ernst & Young.

Antes, recuerda Ries, las agencías hacían publicidad. Algunas mucha. Entre 1930 y 1960 Young & Rubicam era anunciante fijo de la revista Fortune. En el área business to business, Marsteller fue siempre anunciante frecuente, desde su fundación en 1951 hasta 1979, cuando la compró Y&R.

Para no quedar fuera del análisis, Ries habla de sí mismo: “Cuando comenzamos con Ries Cappiello Colwell (más tarde Trout & Ries), lanzamos la agencia con una aviso a toda página en Advertising Age. Con los años sacamos varios avisos en The Wall Street Journal y The New York Times.

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