Microsoft: fracasar no es una opción

Steven A. Ballmer, CEO de Microsoft y optimista visceral-- define servicios como los de Google y Linux como “nuevos modelos de negocios que tenemos que abrazar o enfrentar”. Por ahora, saca nuevas versiones de Windows y Office.

29 enero, 2007

En el mundo de Ballmer, el fracaso no cabe ni como posibilidad. Durante gran parte de los últimos 20 años, el avance implacable de Microsoft, aniquilando adversarios a su paso y luego dominando varios sectores del negocio del software, hizo temblar a cientos de competidores. Muchos se retiraron para no ser aplastados por una de las compañías más exitosas y competitiva de todos los tiempos.

Pero eso se acabó. En otros tiempos los competidores temían y respetaban a Microsoft. Hoy solamente la respetan. Y en momentos en que Microsoft se prepara para sacar nuevas versiones de sus sistema operativo y programas administrativos, se encuentra ante un panorama de competencia ensoberbecida. Los desafíos que acosan a la compañía son diferentes ahora, y su poder en el mercado de la computación personal es inferior al que supo tener.

La banda ancha de conexión a Internet provocó una enorme cantidad de avances en almacenamiento y procesamiento de datos y también software de segunda generación tecnológica que, a su vez, dieron lugar una serie de servicios en la web sostenidos por publicidad, como las búsquedas. Así, quedó abierta la puerta para alternativas online a los famosos programas de Microsoft, como procesadores de palabras, hojas de cálculo y también e-mail.

Por eso el lanzamiento esta semana de nuevos modelos de los clásicos productos de Microsoft – Windows y Office, es algo que muchos analistas ven como el último asalto de un tipo de computación en decadencia, dominada por la PC y manejada por Microsoft.

Google es el líder de la ola que ya se denomina Web 2.0, o sea la segunda generación de la Web. Es, además, el competidor más potente con el que Microsoft haya tropezado jamás. Pero además, la empresa fundada por Bill Gates tiene una serie de ágiles contrincantes en otros mercados también. En videojuegos tiene a Sony con Nintendo; en reproductores musicales tiene a Apple y en software empresario, compite con IBM, Oracle y Linux.

Ballmer sabe que la decisión de cómo responder al creciente número de competidores ha recaído en su persona y que de la habilidad con que se maneje dependerá el futuro de la compañía. Gates, por su parte, dijo a mediados de 2006 que su plan es apartarse el año próximo del trabajo cotidiano de Microsoft para dedicarse tiempo completo a la filantropía.

Una de las leyes evolucionistas de los negocios dice que el éxito trae fracaso; las tácticas y hábitos de triunfos anteriores muchas veces dejan a las empresas – incluso a las más grandes, rentables y admiradas — en incapacidad de adaptarse. Microsoft corre hoy ese riesgo, sugiere esta semana el New York Times. Un impresionante movimiento promocional acompañará la llegada de las nuevas ofertas — Windows Vista y Office 2007 — porque ambos rubros, sistema operativo y software de oficina representaron el año pasado la mayor parte de los ingresos de la compañía (US$ 44.280 millones y casi 80% de sus ganancias. Sin embargo, Windows Vista, que sufrió repetidas demoras y que llega dos años tarde, se presenta como el centro de gravidad en computación cuando los cambios van llevando cada vez más a la Internet.

El negocio del software para PC no se va a marchitar en el futuro inmediato, según analistas y ejecutivos consultados por el diario neoyorkino, pero cada vez más la innovación y las nuevas aplicaciones girarán en torno a software basado en Internet. Desde 2001, con Ballmer a la cabeza, los ingresos de Microsoft aumentaron 75% y sus ganancias operativas, 40%, pero en Wall Street, el precio de sus acciones se mantuvo estacionario, lo cual refleja las dudas sobre sus perspectivas de crecimiento.

Pero Ballmer es un optimista visceral. Cuando se le pregunta cuál es su principal preocupación sobre el futuro de Microsoft, contesta que la palabra preocupación es un término gracioso, como si fuera algo que le es completamente ajeno. En cambio, define a los servicios en Internet sostenidos con publicidad (como Google) y del software de fuente abierta (como Linux) como “nuevos modelos de negocios que tenemos que abrazar o enfrentar”.

Aunque no lo llame preocupación, Ballmer reconoce que la tarea más ardua de Microsoft ha sido decidir que hay que poner fichas en nuevos mercados o tecnologías que no funcionan con las mismas reglas que sus productos ya probados. Abrazar el negocio de Internet puede ser parte de su agenda, pero igual le queda la tarea de defender y ordeñar las enormes vacas lecheras de Microsoft: Windows y Office. Cuando habla de la Web, subraya la necesidad de acelerar la innovación.

A la vez que habla de innovación, Ballmer describe su estrategia, que es la misma que Microsoft viene usando desde hace años: “abrazar y extender”, o sea, los nuevos productos y servicios deben ser simplemente extensiones de los viejos. Aunque sus rivales y los expertos del negocio no estén nada seguros de que esta vez le dé resultado, Ballmer afirma que tendrá éxito.

“Nos va a ir bien,” dijo el año pasado a un grupo de inversores y analistas en las oficinas de la compañía. “ A mí o al tipo que me reemplace . Seguiremos avanzando y nos va a ir bien.”

En el mundo de Ballmer, el fracaso no cabe ni como posibilidad. Durante gran parte de los últimos 20 años, el avance implacable de Microsoft, aniquilando adversarios a su paso y luego dominando varios sectores del negocio del software, hizo temblar a cientos de competidores. Muchos se retiraron para no ser aplastados por una de las compañías más exitosas y competitiva de todos los tiempos.

Pero eso se acabó. En otros tiempos los competidores temían y respetaban a Microsoft. Hoy solamente la respetan. Y en momentos en que Microsoft se prepara para sacar nuevas versiones de sus sistema operativo y programas administrativos, se encuentra ante un panorama de competencia ensoberbecida. Los desafíos que acosan a la compañía son diferentes ahora, y su poder en el mercado de la computación personal es inferior al que supo tener.

La banda ancha de conexión a Internet provocó una enorme cantidad de avances en almacenamiento y procesamiento de datos y también software de segunda generación tecnológica que, a su vez, dieron lugar una serie de servicios en la web sostenidos por publicidad, como las búsquedas. Así, quedó abierta la puerta para alternativas online a los famosos programas de Microsoft, como procesadores de palabras, hojas de cálculo y también e-mail.

Por eso el lanzamiento esta semana de nuevos modelos de los clásicos productos de Microsoft – Windows y Office, es algo que muchos analistas ven como el último asalto de un tipo de computación en decadencia, dominada por la PC y manejada por Microsoft.

Google es el líder de la ola que ya se denomina Web 2.0, o sea la segunda generación de la Web. Es, además, el competidor más potente con el que Microsoft haya tropezado jamás. Pero además, la empresa fundada por Bill Gates tiene una serie de ágiles contrincantes en otros mercados también. En videojuegos tiene a Sony con Nintendo; en reproductores musicales tiene a Apple y en software empresario, compite con IBM, Oracle y Linux.

Ballmer sabe que la decisión de cómo responder al creciente número de competidores ha recaído en su persona y que de la habilidad con que se maneje dependerá el futuro de la compañía. Gates, por su parte, dijo a mediados de 2006 que su plan es apartarse el año próximo del trabajo cotidiano de Microsoft para dedicarse tiempo completo a la filantropía.

Una de las leyes evolucionistas de los negocios dice que el éxito trae fracaso; las tácticas y hábitos de triunfos anteriores muchas veces dejan a las empresas – incluso a las más grandes, rentables y admiradas — en incapacidad de adaptarse. Microsoft corre hoy ese riesgo, sugiere esta semana el New York Times. Un impresionante movimiento promocional acompañará la llegada de las nuevas ofertas — Windows Vista y Office 2007 — porque ambos rubros, sistema operativo y software de oficina representaron el año pasado la mayor parte de los ingresos de la compañía (US$ 44.280 millones y casi 80% de sus ganancias. Sin embargo, Windows Vista, que sufrió repetidas demoras y que llega dos años tarde, se presenta como el centro de gravidad en computación cuando los cambios van llevando cada vez más a la Internet.

El negocio del software para PC no se va a marchitar en el futuro inmediato, según analistas y ejecutivos consultados por el diario neoyorkino, pero cada vez más la innovación y las nuevas aplicaciones girarán en torno a software basado en Internet. Desde 2001, con Ballmer a la cabeza, los ingresos de Microsoft aumentaron 75% y sus ganancias operativas, 40%, pero en Wall Street, el precio de sus acciones se mantuvo estacionario, lo cual refleja las dudas sobre sus perspectivas de crecimiento.

Pero Ballmer es un optimista visceral. Cuando se le pregunta cuál es su principal preocupación sobre el futuro de Microsoft, contesta que la palabra preocupación es un término gracioso, como si fuera algo que le es completamente ajeno. En cambio, define a los servicios en Internet sostenidos con publicidad (como Google) y del software de fuente abierta (como Linux) como “nuevos modelos de negocios que tenemos que abrazar o enfrentar”.

Aunque no lo llame preocupación, Ballmer reconoce que la tarea más ardua de Microsoft ha sido decidir que hay que poner fichas en nuevos mercados o tecnologías que no funcionan con las mismas reglas que sus productos ya probados. Abrazar el negocio de Internet puede ser parte de su agenda, pero igual le queda la tarea de defender y ordeñar las enormes vacas lecheras de Microsoft: Windows y Office. Cuando habla de la Web, subraya la necesidad de acelerar la innovación.

A la vez que habla de innovación, Ballmer describe su estrategia, que es la misma que Microsoft viene usando desde hace años: “abrazar y extender”, o sea, los nuevos productos y servicios deben ser simplemente extensiones de los viejos. Aunque sus rivales y los expertos del negocio no estén nada seguros de que esta vez le dé resultado, Ballmer afirma que tendrá éxito.

“Nos va a ir bien,” dijo el año pasado a un grupo de inversores y analistas en las oficinas de la compañía. “ A mí o al tipo que me reemplace . Seguiremos avanzando y nos va a ir bien.”

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