Las percepciones de los inversionistas

El “efecto halo”, ese fenómeno psicológico por el cual se juzga a una persona a partir de un rasgo, parece que también sería aplicable a las empresas.

6 septiembre, 2011

<p>El efecto halo fue documentado por primera vez en el ej&eacute;rcito de EE.UU. hace algunos a&ntilde;os cuando se observ&oacute;, por ejemplo, que los comandantes daban buenas calificaciones a los soldados prolijos, o leales o con f&iacute;sicos resistentes. En forma similar, muchos aspectos de una compa&ntilde;&iacute;a pueden proyectar halos. Es m&aacute;s probable que si la gente que una compa&ntilde;&iacute;a es muy rentable, se incline a creer que sus productos son buenos y su publicidad, honesta. Eso ayuda a crear lealtad entre los clientes y logra que las compa&ntilde;&iacute;as sean m&aacute;s resistentes a la competencia. <br />
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El aura de atracci&oacute;n que Steve Jobs ha proyectado siempre sobre los productos de Apple convirti&oacute; a los clientes en fieles religiosos. El arte de Jobs para el dise&ntilde;o convirti&oacute; a los productos Apple &mdash;y la cotizaci&oacute;n de las acciones &ndash; en cosas sumamente atractivas. Es probable entonces, si esto es as&iacute;, que la magia no se apague con el alejamiento de Jobs. <br />
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Pero los halos tambi&eacute;n pueden llevar a los inversionistas por la senda equivocada. Phil Rosenzweig, profesor de administraci&oacute;n, se&ntilde;ala en su libro &quot;<em>The Halo Effect</em>&quot; (&quot;El efecto halo&quot;), que si el precio de una acci&oacute;n sube, esto puede llevar a inversionistas a considerar que los gerentes de la empresa son atentos, disciplinados y apasionados. En tanto, en el halo negativo que se produce cuando la misma acci&oacute;n emprende el descenso, los mismos ejecutivos parecer&aacute;n obstinados, carentes de imaginaci&oacute;n y resistentes al cambio.<br />
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Seg&uacute;n esta interpretaci&oacute;n, los inversionistas est&aacute;n convencidos de que eval&uacute;an independientemente la acci&oacute;n y la gerencia, pero una opini&oacute;n influye sobre la otra. La conclusi&oacute;n es que los inversores son optimistas en la buena y pesimistas en la mala. Cambian sus percepciones, no los gerentes. <br />
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Para cualquier posible inversi&oacute;n, habr&iacute;a entonces que calificar cada uno de los factores financieros en una escala id&eacute;ntica, por ejemplo, de 0 en la base a 5 en el tope. Luego a&ntilde;adir, como factor final y subjetivo, la impresi&oacute;n personal de cada compa&ntilde;&iacute;a y su gerencia, calific&aacute;ndolas seg&uacute;n la misma escala. Luego de sumar todos los puntos y dividirlos por la cantidad de factores, se podr&aacute; tener una idea aproximada de la compa&ntilde;&iacute;a donde conviene invertir.</p>
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