Las mujeres lideran una profunda y silenciosa revolución

Gracias al aporte de las mujeres, hoy hay más demostración pública de los sentimientos, más pedidos públicos de disculpas por transgresiones personales y más interés en todo lo espiritual. Es una revolución social que la publicidad parece no advertir

14 abril, 2001

La honestidad en la expresión de los sentimientos personales, la disposición a pedir perdón con franqueza, el interés por manejar las necesidades de la salud y la mirada puesta en la espiritualidad, todo esto ha sido durante años una cuestión de primordial importancia para la mujer. Pero además hay que añadir la preferencia de la mujer por las relaciones personales, por la dispersión de la autoridad, por la búsqueda del consenso y la flexibilidad, conceptos todos que las organizaciones tendrán que adoptar, les guste o no, si quieren seguir siendo viables.

Se está gestando una revolución social y tanto los anunciantes como las agencias de publicidad tienen mucho que aprender. Aunque sin ideología ni líderes, los referentes principales de esta revolución son las mujeres. Camino que ellas tomaron, camino que siguió la sociedad.

No se trata de un cambio en el consumo de una “nueva Generación” sino una evaluación profunda y minuciosa acerca de la relación fundamental entre las personas y las instituciones. A instancias de la mujer, aparecieron la demostración de los sentimientos, la disculpa pública por transgresiones personales y el creciente interés en lo espiritual.

A esto se le suma sus preferencias por las relaciones personales, la autoridad repartida, el pensamiento contextual, el aumento del consenso y la mayor flexibilidad, todas nociones que las organizaciones tendrán que adoptar si quieren seguir siendo viables.
Reestructuración
Este cambio personal trajo aparejado un gran cambio institucional y esta dinámica coercitiva tiene lugar en toda la sociedad en tanto que las instituciones se ven forzadas a una reestructuración para volver a conectarse con la nueva personalidad de los individuos. Sin embargo, este cambio implica una reestructuración que apenas comprenden los líderes.

Por ejemplo, estos cambios personales han modificado la manera en que los consumidores ven a los famosos. Un estudio de Women’s Wear Daily acerca de consumidores minoristas reveló que sólo 2% de los compradores con un ingreso que oscila entre US$ 25.000 y US$ 40.000 iría a una tienda por la aparición de un famoso en la publicidad. Aseguran que la razón por la cual elegirían una tienda es por un vínculo personal con alguna persona que trabaja allí.

Esta clase de cambios apunta a una nueva realidad: las promociones que incluyen gente famosa representan un gasto de dinero y, además, la imagen perdió el poder de atraer (o distraer) consumidores, quienes han ideado sus propias formas de determinar valor.

Los valores cambiantes de los consumidores constituyen un problema para las agencias de publicidad. La industria ya no cuenta con la imagen y el poder emocional que utilizaba como palanca para transmitir un mensaje específico. Aun así, actúa como si nada hubiese cambiado. En tal sentido, la publicidad parece no percibir la manera en que las mujeres influyen a la sociedad.

Comprender el mensaje

No es lo mismo utilizar a la mujer en un aviso publicitario o como posible compradora – tarea que las agencias de publicidad han hecho muy bien – que comprender que las mujeres son indicadores importantes de un cambio social.
Hasta ahora anunciantes y publicitarios han utilizado a la mujer desde sus propias perspectivas masculinas y con el propósito de obtener beneficio; pero comprender el mensaje indicador primordial implica entender la importancia, dirección del cambio social generalizado.

La publicidad tiene la obligación de comprender en detalle el significado, la importancia y la dirección de los grandes cambios sociales. Deben también comprender que si cambia el medio comercial en que operan, les cabe la responsabilidad de indagar las características del cambio, comprenderlas y modificar sus mensajes para adecuarlos a la nueva situación.

La honestidad en la expresión de los sentimientos personales, la disposición a pedir perdón con franqueza, el interés por manejar las necesidades de la salud y la mirada puesta en la espiritualidad, todo esto ha sido durante años una cuestión de primordial importancia para la mujer. Pero además hay que añadir la preferencia de la mujer por las relaciones personales, por la dispersión de la autoridad, por la búsqueda del consenso y la flexibilidad, conceptos todos que las organizaciones tendrán que adoptar, les guste o no, si quieren seguir siendo viables.

Se está gestando una revolución social y tanto los anunciantes como las agencias de publicidad tienen mucho que aprender. Aunque sin ideología ni líderes, los referentes principales de esta revolución son las mujeres. Camino que ellas tomaron, camino que siguió la sociedad.

No se trata de un cambio en el consumo de una “nueva Generación” sino una evaluación profunda y minuciosa acerca de la relación fundamental entre las personas y las instituciones. A instancias de la mujer, aparecieron la demostración de los sentimientos, la disculpa pública por transgresiones personales y el creciente interés en lo espiritual.

A esto se le suma sus preferencias por las relaciones personales, la autoridad repartida, el pensamiento contextual, el aumento del consenso y la mayor flexibilidad, todas nociones que las organizaciones tendrán que adoptar si quieren seguir siendo viables.
Reestructuración
Este cambio personal trajo aparejado un gran cambio institucional y esta dinámica coercitiva tiene lugar en toda la sociedad en tanto que las instituciones se ven forzadas a una reestructuración para volver a conectarse con la nueva personalidad de los individuos. Sin embargo, este cambio implica una reestructuración que apenas comprenden los líderes.

Por ejemplo, estos cambios personales han modificado la manera en que los consumidores ven a los famosos. Un estudio de Women’s Wear Daily acerca de consumidores minoristas reveló que sólo 2% de los compradores con un ingreso que oscila entre US$ 25.000 y US$ 40.000 iría a una tienda por la aparición de un famoso en la publicidad. Aseguran que la razón por la cual elegirían una tienda es por un vínculo personal con alguna persona que trabaja allí.

Esta clase de cambios apunta a una nueva realidad: las promociones que incluyen gente famosa representan un gasto de dinero y, además, la imagen perdió el poder de atraer (o distraer) consumidores, quienes han ideado sus propias formas de determinar valor.

Los valores cambiantes de los consumidores constituyen un problema para las agencias de publicidad. La industria ya no cuenta con la imagen y el poder emocional que utilizaba como palanca para transmitir un mensaje específico. Aun así, actúa como si nada hubiese cambiado. En tal sentido, la publicidad parece no percibir la manera en que las mujeres influyen a la sociedad.

Comprender el mensaje

No es lo mismo utilizar a la mujer en un aviso publicitario o como posible compradora – tarea que las agencias de publicidad han hecho muy bien – que comprender que las mujeres son indicadores importantes de un cambio social.
Hasta ahora anunciantes y publicitarios han utilizado a la mujer desde sus propias perspectivas masculinas y con el propósito de obtener beneficio; pero comprender el mensaje indicador primordial implica entender la importancia, dirección del cambio social generalizado.

La publicidad tiene la obligación de comprender en detalle el significado, la importancia y la dirección de los grandes cambios sociales. Deben también comprender que si cambia el medio comercial en que operan, les cabe la responsabilidad de indagar las características del cambio, comprenderlas y modificar sus mensajes para adecuarlos a la nueva situación.

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