Las alianzas son como matrimonios

Las alianzas suelen nacer de la amistad entre los fundadores de dos empresas. Cuando se termina el amor, se separan por las buenas o hacen una guerra similar a la de los Roses. Un ejemplo es el divorcio del vínculo centenario entre Ford y Firestone.

2 junio, 2001

La crisis estalló cuando las camionetas Explorer 4×4 de Ford tuvieron accidentes en autopistas (en Estados Unidos y Europa) que provocaron la muerte de 148 personas. Ford puso la culpa en los neumáticos Firestone y Firestone se defendió acusando al diseño de la carrocería que provocó el recalentamiento de los neumáticos.
Ford era el principal cliente de Firestone.

John Lampe, CEO de Bridgestone/Firestone de Estados Unidos, dijo en una carta: “Las relaciones comerciales, al igual que las personales, se construyen a partir del respeto mutuo”. “En vista de que los cimientos de nuestro vínculo se han desgastado, llegamos a la conclusión de que no podremos continuar suministrándole más neumáticos.” El tono de la carta de Lampe parece referirse más a una relación matrimonial que comercial.

Y sí hablaba de matrimonio o, mejor dicho, una suerte de matrimonio, aclara Nancy Koehn, autora de un libro sobre empresas y lealtad (Brand New: How Entrepreneurs Earned Consumers Trust from Wedgwood to Dell, Harvard Business School Press (2001).

Suele interpretarse que el divorcio Ford/Firestone es una consecuencia directa de la responsabilidad por los cuestionados accidentes de las camionetas 4×4, comenta Koehn. Pero, en realidad, había algo más en el trasfondo de esta separación: una unión tan fogosa e idealista como las relaciones humanas. “Existe un sinnúmero de ejemplos sobre lealtad entre empresas, que exceden los límites meramente comerciales”, explica la autora. Estos matrimonios corporativos suelen iniciarse con la amistad de los fundadores de dos grandes compañías, además de un objetivo comercial común o complementario. (Ford/Firestone nació cuando Harvey Firestone vendió cuatro neumáticos a Henry Ford para su primer automóvil, el Quadricycle.)

Al poco tiempo, los acuerdos se extienden, explica Koehn, y finalmente la asociación adquiere una importancia excesiva para ambas empresas. A tal punto que a veces los socios renuncian a oportunidades que les surgen fuera de la sociedad. Inevitablemente, como sucede en las relaciones matrimoniales, los enlaces comerciales se disuelven por la muerte de uno de los socios, por la intervención de un intruso poderoso o por escenas ardientes como la montada por Firestone.

Otros ejemplos hacen pensar también en la analogía marital:

Por ejemplo, la sociedad entre Wedgwood & Bentley y Boulton & Fothergill en la Inglaterra del siglo XVIII. Wedgwood & Bentley fabricaba los objetos de alfarería que constituyen el símbolo del Wedgwood de hoy en día. Boulton & Fothergill fue fundada por Matthew Boulton, el mayor pionero inglés en el uso de hierro y utensilios de metal. Las empresas se fusionaron para fabricar hebillas, botones, jarrones y broches.

Wedgwood & Bentley se encargaba de trabajar la cerámica; Boulton proveía los marcos y fundas de metal. Según relata Koehn, tanto Josiah Wedgwood como Matthew Boulton renunciaron a diversas propuestas nada más que para preservar la relación.

“Matthew Boulton podría haber fabricado jarrones por su cuenta, pero no lo hizo”, cuenta Koehn. La muerte de Wedgwood anuló el vínculo.

Otro caso interesante es el de – quizá más un enlace que un matrimonio – Marshall Field, poderoso comerciante de la ciudad de Chicago, y Alexandre Napoleon, una empresa francesa más pequeña. Allá por la década de 1860, el minorista observó como los nuevos ricos de la ciudad americana se desvivían por comprar objetos europeos por una cuestión de prestigio social. Los guantes para niños que fabricaba Alexandre Napoleon resultaron ser el producto ideal. Para la década de 1880, la gran tienda Marshall Field se convirtió un coloso tan imponente que bien pudo haber operado con proveedores que le ofrecieran precios más acomodados, explica Koehn. Sin embargo, se mantuvo fiel a Alexandre Napoleon, a quien sólo exigió el derecho exclusivo de los productos.

Dupont y General Motors formaron otro enlace de la industria automotriz. Según Randall Kroszner de la Universidad de Chicago, Dupont proporcionaba pintura, barniz y cuero artificial al fabricante automotor. Además, controlaba muchas acciones de GM. Para fines de la década de 1940, el vínculo era tan estrecho que las autoridades antimonopolio de Estados Unidos exigieron el divorcio.

Otro ejemplo de divorcio, conocido como un “buen divorcio”, involucró a Henry Clay Frick y Andrew Carnegie. Frick suministraba coque para el metal de Carnegie. Ambos se convirtieron en aliados. Con el tiempo, Frick trabajó en Carnegie Steel. Al igual que la ruptura Firestone/Ford, esta separación aparentemente también tuvo su origen en una catástrofe. Cuando surgieron problemas laborales, Carnegie partió para Europa y dejó a Frick, gerente de planta, a cargo de la huelga de Homestead, 1892. Frick contrató el servicio de seguridad Pinkerton, que disparó contra los manifestantes (los trabajadores también apelaron a la violencia). Frick y Carnegie se cruzaron acusaciones. Finalmente Frick renunció y cobró una cuantiosa suma con la que adquirió, por ejemplo, la afamada colección de arte Frick ( que se puede ver en Nueva York).

El modelo matrimonial es útil a la hora de comprender casos como el de Firestone. Se podría concluir que, en este caso, la separación era un tema pendiente, ya que Harvey y Henry habían fallecido hacía ya tiempo. O bien se podría pensar en este rompimiento desde una perspectiva emocional: después de todo es probable que la carta de ruptura provocara una sensación de alivio ante la culpa que Ford depositó en Firestone. Como un cónyuge que se divorcia, la empresa tal vez llegó a la conclusión de que no hay nada como el detestable status quo.

©Financial Times / MERCADO

La crisis estalló cuando las camionetas Explorer 4×4 de Ford tuvieron accidentes en autopistas (en Estados Unidos y Europa) que provocaron la muerte de 148 personas. Ford puso la culpa en los neumáticos Firestone y Firestone se defendió acusando al diseño de la carrocería que provocó el recalentamiento de los neumáticos.
Ford era el principal cliente de Firestone.

John Lampe, CEO de Bridgestone/Firestone de Estados Unidos, dijo en una carta: “Las relaciones comerciales, al igual que las personales, se construyen a partir del respeto mutuo”. “En vista de que los cimientos de nuestro vínculo se han desgastado, llegamos a la conclusión de que no podremos continuar suministrándole más neumáticos.” El tono de la carta de Lampe parece referirse más a una relación matrimonial que comercial.

Y sí hablaba de matrimonio o, mejor dicho, una suerte de matrimonio, aclara Nancy Koehn, autora de un libro sobre empresas y lealtad (Brand New: How Entrepreneurs Earned Consumers Trust from Wedgwood to Dell, Harvard Business School Press (2001).

Suele interpretarse que el divorcio Ford/Firestone es una consecuencia directa de la responsabilidad por los cuestionados accidentes de las camionetas 4×4, comenta Koehn. Pero, en realidad, había algo más en el trasfondo de esta separación: una unión tan fogosa e idealista como las relaciones humanas. “Existe un sinnúmero de ejemplos sobre lealtad entre empresas, que exceden los límites meramente comerciales”, explica la autora. Estos matrimonios corporativos suelen iniciarse con la amistad de los fundadores de dos grandes compañías, además de un objetivo comercial común o complementario. (Ford/Firestone nació cuando Harvey Firestone vendió cuatro neumáticos a Henry Ford para su primer automóvil, el Quadricycle.)

Al poco tiempo, los acuerdos se extienden, explica Koehn, y finalmente la asociación adquiere una importancia excesiva para ambas empresas. A tal punto que a veces los socios renuncian a oportunidades que les surgen fuera de la sociedad. Inevitablemente, como sucede en las relaciones matrimoniales, los enlaces comerciales se disuelven por la muerte de uno de los socios, por la intervención de un intruso poderoso o por escenas ardientes como la montada por Firestone.

Otros ejemplos hacen pensar también en la analogía marital:

Por ejemplo, la sociedad entre Wedgwood & Bentley y Boulton & Fothergill en la Inglaterra del siglo XVIII. Wedgwood & Bentley fabricaba los objetos de alfarería que constituyen el símbolo del Wedgwood de hoy en día. Boulton & Fothergill fue fundada por Matthew Boulton, el mayor pionero inglés en el uso de hierro y utensilios de metal. Las empresas se fusionaron para fabricar hebillas, botones, jarrones y broches.

Wedgwood & Bentley se encargaba de trabajar la cerámica; Boulton proveía los marcos y fundas de metal. Según relata Koehn, tanto Josiah Wedgwood como Matthew Boulton renunciaron a diversas propuestas nada más que para preservar la relación.

“Matthew Boulton podría haber fabricado jarrones por su cuenta, pero no lo hizo”, cuenta Koehn. La muerte de Wedgwood anuló el vínculo.

Otro caso interesante es el de – quizá más un enlace que un matrimonio – Marshall Field, poderoso comerciante de la ciudad de Chicago, y Alexandre Napoleon, una empresa francesa más pequeña. Allá por la década de 1860, el minorista observó como los nuevos ricos de la ciudad americana se desvivían por comprar objetos europeos por una cuestión de prestigio social. Los guantes para niños que fabricaba Alexandre Napoleon resultaron ser el producto ideal. Para la década de 1880, la gran tienda Marshall Field se convirtió un coloso tan imponente que bien pudo haber operado con proveedores que le ofrecieran precios más acomodados, explica Koehn. Sin embargo, se mantuvo fiel a Alexandre Napoleon, a quien sólo exigió el derecho exclusivo de los productos.

Dupont y General Motors formaron otro enlace de la industria automotriz. Según Randall Kroszner de la Universidad de Chicago, Dupont proporcionaba pintura, barniz y cuero artificial al fabricante automotor. Además, controlaba muchas acciones de GM. Para fines de la década de 1940, el vínculo era tan estrecho que las autoridades antimonopolio de Estados Unidos exigieron el divorcio.

Otro ejemplo de divorcio, conocido como un “buen divorcio”, involucró a Henry Clay Frick y Andrew Carnegie. Frick suministraba coque para el metal de Carnegie. Ambos se convirtieron en aliados. Con el tiempo, Frick trabajó en Carnegie Steel. Al igual que la ruptura Firestone/Ford, esta separación aparentemente también tuvo su origen en una catástrofe. Cuando surgieron problemas laborales, Carnegie partió para Europa y dejó a Frick, gerente de planta, a cargo de la huelga de Homestead, 1892. Frick contrató el servicio de seguridad Pinkerton, que disparó contra los manifestantes (los trabajadores también apelaron a la violencia). Frick y Carnegie se cruzaron acusaciones. Finalmente Frick renunció y cobró una cuantiosa suma con la que adquirió, por ejemplo, la afamada colección de arte Frick ( que se puede ver en Nueva York).

El modelo matrimonial es útil a la hora de comprender casos como el de Firestone. Se podría concluir que, en este caso, la separación era un tema pendiente, ya que Harvey y Henry habían fallecido hacía ya tiempo. O bien se podría pensar en este rompimiento desde una perspectiva emocional: después de todo es probable que la carta de ruptura provocara una sensación de alivio ante la culpa que Ford depositó en Firestone. Como un cónyuge que se divorcia, la empresa tal vez llegó a la conclusión de que no hay nada como el detestable status quo.

©Financial Times / MERCADO

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