La tecnología en la oficina es un arma de doble filo

La aparición de tabletas y teléfonos inteligentes ha incrementado tanto la adicción de la gente a esos dispositivos que tal vez haya llegado la hora de que las empresas tomen cartas en el asunto para evitar distracciones innecesarias.

13 marzo, 2012

<p>&nbsp;La relaci&oacute;n de las personas con sus dispositivos inteligentes es fuerte y ambivalente. Por un lado es de liberaci&oacute;n y potenciaci&oacute;n;&nbsp;no s&oacute;lo porque el trabajo se puede realizar desde la casa tanto como en la oficina sino porque toda la informaci&oacute;n est&aacute; al alcance de la mano. Gracias a ellos muchas personas se han librado de largos viajes en el transporte p&uacute;blico porque hoy pueden trabajar desde casa y los padres de ni&ntilde;os peque&ntilde;os han visto reducir su estr&eacute;s gracias al horario flexible que les concede la tecnolog&iacute;a. Hoy, por ejemplo, los momentos de ocio se extienden porque ya no es necesario pasar incontables minutos en la fila para pagar cuentas o acercarse a la casa matriz para comprar un electrodom&eacute;stico. La contracara de todas estas bondades, es que generan tanta dependencia que podr&iacute;a confundirse con esclavitud. </p>
<p>Pero lo cierto es que para muchas personas estas herramientas se han convertido en una pesadilla. Es dif&iacute;cil, para los empleados de oficina separar el horario de trabajo del tiempo libre porque el trabajo invade el hogar y el hogar invade el trabajo. Aqu&iacute; se plantea la necesidad de que haya responsabilidad no s&oacute;lo en los empleadores sino tambi&eacute;n en los empleados. Es muy tentador para una persona revisar su tel&eacute;fono para ver la &uacute;ltima noticia, la pr&oacute;xima entrevista laboral y tambi&eacute;n el &uacute;ltimo mensaje de un amigo en la red social.</p>
<p>Lo cierto es que los &uacute;ltimos dispositivos generan un comportamiento adictivo. Los tel&eacute;fonos inteligentes proveen al usuario de una cantidad asombrosa de est&iacute;mulos y recompensas. Y eso lleva a las personas a querer revisar sus contenidos todo el tiempo. La hiperconectividad s&oacute;lo sirve para exagerar tendencias que ya se ven&iacute;an dando en el ambiente de trabajo: la falta de certezas laborales, el ascenso de las grandes cadenas y el culto a la flexibilidad. La consecuencia es que ya no hay diferencia entre el tiempo que se pasa online y el que se pasa offline, lo cual trae problemas complejos en la vida personal de los empleados.</p>
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<p>¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo pueden las personas beneficiarse de la hiperconectividad sin convertirse en esclavos de la tecnología? Una solución es la dieta digital: si hay mucha información, hay que empezar a recortar el consumo. Pero otros opinan que las soluciones individuales no funcionan y que hay que actuar de manera colectiva. Boston Consulting Group decidió fijar reglas sobre cómo y cuándo conectarse y instigó a sus empleados a seguirlas colectivamente. Esto resultó en más productividad y en menos dolores de cabeza.</p>
<p>Es que la hiperconectividad se ha convertido en un problema serio y empeorará a medida que los dispositivos evolucionen y los nativos digitales se sumen a la fuerza de trabajo. Hoy 67% de los jóvenes y 37% de los adultos se consideran “muy adictos” a los teléfonos inteligentes. Mientras más rápidos y más atractivos, mayores las posibilidades de caer presas de esta adicción. En definitiva, la única manera de pelear contra sus garras es que las compañías tomen posiciones firmes al respecto, insistiendo en que apaguen los aparatos unos minutos cada día.</p>
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