La innovación por encima de todo

Según dos reconocidos ejecutivos, esa característica es, más que nunca, fundamental para mejorar el desempeño y el rendimiento de una empresa. Y será la clave de la próxima generación.

16 enero, 2001

Ronald Jonash y Tom Sommerlatte, reconocidos por su trayectoria en el terreno empresarial, acaban de publicar un libro (The Innovation Premium, Perseus Books Group) que presenta a la innovación como medio fundamental para mejorar el desempeño y el rendimiento de una empresa.

Desde siempre, el mundo de los negocios valoró a las empresas que crecieron gracias a la innovación por sobre aquellas que conservaron ideas y rutinas arcaicas. Hoy más que nunca, los inversores premian a las empresas innovadoras.

A partir de estudios realizados a entidades que, con la incorporación de este concepto, son más flexibles y receptivas al cambio, Jonash y Sommerlatte, ambos vicepresidentes de distinguidas empresas de Estados Unidos y Alemania, respectivamente, presentan este valioso libro para el empresario del nuevo milenio.

Según explican en el texto, las empresas de primera y segunda generación localizaban las capacidades innovadoras en los departamentos de investigación y desarrollo. En cambio, las actuales corporaciones de tercera generación exigen innovación en todas las áreas.

Por otro lado, las empresas de próxima generación extenderán esta capacidad más allá de los límites convencionales de una empresa: en otras palabras, clientes, proveedores y socios estratégicos se unirán para transformar la empresa en un líder de la innovación.

Jonash y Sommerlatte definen la verdadera innovación como una fuerza capaz de impulsar economías enteras. Afirman que los empresarios deben reorganizar estrategias, procesos y recursos con la mira puesta en la innovación y la tecnología. Recomiendan:

• Introducir innovación en toda la empresa. Acelerar el aprendizaje, crear redes que conecten todo la empresa y esperar habilidades a tiempo real.

• Construir plataformas de tecnología y competencia con el objetivo de generar innovación y lograr así una ventaja competitiva.

Describen cuatro plataformas que requieren distintos niveles de compromiso respecto de los recursos y el tiempo esperados de la empresa.

En la primera plataforma, se combina conocimiento y aprendizaje. Es necesario determinar un control gerencial mínimo, un bajo grado de inversión y una organización simple de las estrategias generales.

El segundo programa se basa en la excelencia y la creación de liderazgo. Esta plataforma surge en respuesta de una situación en particular. Sirve para desarrollar competencias y enfrentar los desafíos que se presentan en momentos inesperados.

Se requiere innovación y desarrollo para constituir el tercer programa que impulsará la creación de nuevos productos y la búsqueda constante del crecimiento.

Por último, la empresa tendrá que diseñar un área que apunte al desempeño comercial y al crecimiento para defender su lugar ante los competidores, aseguran los autores.

Para empezar, este proceso requiere una búsqueda constante de ideas que sirvan para trazar nuevos conceptos en situaciones predecibles e impredecibles.

Cada participante de la organización debe contribuir en esta tarea, ya sean clientes, distribuidores, proveedores, socios, empleados.

Hay que aprovechar el conocimiento y la inteligencia de toda la empresa y mantener un contacto estrecho con socios y aliados.

También es importante que se preste especial atención a los competidores, las nuevas tendencias y tecnologías.

Se subraya la integración entre clientes y proveedores y, esencialmente, la importancia de absorber las necesidades de los primeros. De este modo, la empresa desarrollará un proceso innovador, repleto de ideas nuevas, listas para aplicar.

Según remarcan los autores, las empresas disponen de una gran cantidad de recursos para impulsar la innovación: empleados, proveedores, socios, clientes e incluso competidores, entre otros.

También hay que tener en cuenta las instalaciones, equipos y apoyo financiero de la empresa. Y, por último, no hay que olvidarse del conocimiento, la capacitación y la tecnología.

Los proveedores, por ejemplo, ayudan a recortar los costos, a reorganizar el desarrollo de los productos y a perfeccionar el diseño y la entrega de productos y servicios. Es importante que los proveedores coordinen sus esfuerzos con los clientes.

A su vez, los empleados forman redes en equipo en las que combinan experiencia y conocimiento para impulsar proyectos innovadores.

Los recursos de próxima generación son activos que requieren un manejo sistemático y una posterior inversión y compromiso serio para generar resultados positivos.

En resumen, la innovación es una fuerza económica poderosa porque no sólo beneficia a una empresa, sino que también influye positivamente sobre los demás participantes corporativos: clientes, empleados, socios y accionistas, entre otros.

Ronald Jonash y Tom Sommerlatte, reconocidos por su trayectoria en el terreno empresarial, acaban de publicar un libro (The Innovation Premium, Perseus Books Group) que presenta a la innovación como medio fundamental para mejorar el desempeño y el rendimiento de una empresa.

Desde siempre, el mundo de los negocios valoró a las empresas que crecieron gracias a la innovación por sobre aquellas que conservaron ideas y rutinas arcaicas. Hoy más que nunca, los inversores premian a las empresas innovadoras.

A partir de estudios realizados a entidades que, con la incorporación de este concepto, son más flexibles y receptivas al cambio, Jonash y Sommerlatte, ambos vicepresidentes de distinguidas empresas de Estados Unidos y Alemania, respectivamente, presentan este valioso libro para el empresario del nuevo milenio.

Según explican en el texto, las empresas de primera y segunda generación localizaban las capacidades innovadoras en los departamentos de investigación y desarrollo. En cambio, las actuales corporaciones de tercera generación exigen innovación en todas las áreas.

Por otro lado, las empresas de próxima generación extenderán esta capacidad más allá de los límites convencionales de una empresa: en otras palabras, clientes, proveedores y socios estratégicos se unirán para transformar la empresa en un líder de la innovación.

Jonash y Sommerlatte definen la verdadera innovación como una fuerza capaz de impulsar economías enteras. Afirman que los empresarios deben reorganizar estrategias, procesos y recursos con la mira puesta en la innovación y la tecnología. Recomiendan:

• Introducir innovación en toda la empresa. Acelerar el aprendizaje, crear redes que conecten todo la empresa y esperar habilidades a tiempo real.

• Construir plataformas de tecnología y competencia con el objetivo de generar innovación y lograr así una ventaja competitiva.

Describen cuatro plataformas que requieren distintos niveles de compromiso respecto de los recursos y el tiempo esperados de la empresa.

En la primera plataforma, se combina conocimiento y aprendizaje. Es necesario determinar un control gerencial mínimo, un bajo grado de inversión y una organización simple de las estrategias generales.

El segundo programa se basa en la excelencia y la creación de liderazgo. Esta plataforma surge en respuesta de una situación en particular. Sirve para desarrollar competencias y enfrentar los desafíos que se presentan en momentos inesperados.

Se requiere innovación y desarrollo para constituir el tercer programa que impulsará la creación de nuevos productos y la búsqueda constante del crecimiento.

Por último, la empresa tendrá que diseñar un área que apunte al desempeño comercial y al crecimiento para defender su lugar ante los competidores, aseguran los autores.

Para empezar, este proceso requiere una búsqueda constante de ideas que sirvan para trazar nuevos conceptos en situaciones predecibles e impredecibles.

Cada participante de la organización debe contribuir en esta tarea, ya sean clientes, distribuidores, proveedores, socios, empleados.

Hay que aprovechar el conocimiento y la inteligencia de toda la empresa y mantener un contacto estrecho con socios y aliados.

También es importante que se preste especial atención a los competidores, las nuevas tendencias y tecnologías.

Se subraya la integración entre clientes y proveedores y, esencialmente, la importancia de absorber las necesidades de los primeros. De este modo, la empresa desarrollará un proceso innovador, repleto de ideas nuevas, listas para aplicar.

Según remarcan los autores, las empresas disponen de una gran cantidad de recursos para impulsar la innovación: empleados, proveedores, socios, clientes e incluso competidores, entre otros.

También hay que tener en cuenta las instalaciones, equipos y apoyo financiero de la empresa. Y, por último, no hay que olvidarse del conocimiento, la capacitación y la tecnología.

Los proveedores, por ejemplo, ayudan a recortar los costos, a reorganizar el desarrollo de los productos y a perfeccionar el diseño y la entrega de productos y servicios. Es importante que los proveedores coordinen sus esfuerzos con los clientes.

A su vez, los empleados forman redes en equipo en las que combinan experiencia y conocimiento para impulsar proyectos innovadores.

Los recursos de próxima generación son activos que requieren un manejo sistemático y una posterior inversión y compromiso serio para generar resultados positivos.

En resumen, la innovación es una fuerza económica poderosa porque no sólo beneficia a una empresa, sino que también influye positivamente sobre los demás participantes corporativos: clientes, empleados, socios y accionistas, entre otros.

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