<p>El mismo espíritu hostil a los paquetes de austeridad y reducción de gastos que prima en toda Europa, decretó la derrota de Nicolás Sarkozy quien debió enfrentar las urnas en momento inoportuno.<br />
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Mientras sus seguidores celebraban en torno al histórico predio de La Bastilla, Hollande, desde su refugio rural, daba el que tal vez era su último discurso sobre su misión en pos del crecimiento y la prosperidad. La austeridad no es inevitable, era la consigna del momento.<br />
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Pero cuando el veterano dirigente de 57 años se instale en el palacio del Eliseo, otra será la música. Es cierto que Hollande ha prometido no ratificar el tratado europeo de disciplina fiscal impulsado por Alemania (los demás socios aguardan expectantes). Angela Merkel escuchará algunas propuestas para promover el crecimiento, pero no es fácil que transija. Es probable que haya algunos cambios cosméticos en lo inmediato como para dejar intacta, en apariencia, la alianza entre las dos grandes economías de la región. <br />
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El derrotado Sarkozy es el segundo presidente en tiempos modernos en ser derrotado buscando la reelección. Por otra parte, es el octavo líder europeo en ser removido de su cargo en poco más de un año.<br />
Las promesas de Hollande que le dieron la mayoría de votos en las dos rondas electorales, pasan por elevar impuestos a los sectores más pudientes y a las empresas, más subsidios para empresas que den trabajo a jóvenes y a viejos, revertir el proyecto oficial de elevar la edad jubilatoria a los 62 años, y de equilibrar el presupuesto nacional para 2017.<br />
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Alemania no será la única inquietud del nuevo presidente. Primero debe garantizar mayoría parlamentaria en los comicios del 10 y 17 de junio próximo. Luego, no irritar a sus aliados de la OTAN en la cumbre que habrá en Chicago, mientras designa a un primer ministro y a todo su gabinete.<br />
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Lo que está claro para los observadores del continente es que no ha llegado al poder un presidente revolucionario. El rumbo general no será modificado. Puede haber matices más a la izquierda, modificaciones cosméticas, pero la línea general de prudencia fiscal y recorte de gastos no variará.<br />
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Como lo demostró la primera ronda electoral, con el buen desempeño del Frente Nacional de Marina Le Pen y el Frente de Izquierda de Mélenchon, hay una frustración nacional, y la xenofobia y propuestas irracionales surgen en tiempos de depresión.<br />
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Pero las atrevidas propuestas electorales se tornan prudentes cuando toca gobernar. En algunos países de Europa – en este caso, Francia- el péndulo se inclina hacia la izquierda. En otros, como en Hungría o Finlandia, hacia la derecha. <br />
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Lo que está claro es que Hollande empeñará todas sus fuerzas en mantener la mayor porción posible del Estado de Bienestar, que caracterizó a la Europa de postguerra y que Alemania está empeñada en desmantelar.</p>
Francia tras la ilusión de un crecimiento real
El socialismo vuelve a conducir la república francesa. Por margen ajustado (52 % a 48%) se impuso François Hollande, el candidato que basó su campaña en vender la esperanza de una economía que crecerá. Hablar en contra de la austeridad trae ventajas electorales, pero no es garantía de éxito en la gestión.