La empresa ante un problema filosófico:¿cómo se impide el delito?
Se han implementado leyes y marcos regulatorios. ¿E s suficiente? Especialistas en leyes y en ética se preocupan no tanto por castigar a delincuentes sino por impedir que la gente incurra en los delitos que se conocieron en el pasado reciente.
26 julio, 2011
"Qué gobierno y quién gobierna" fue el título de
un panel convocado por el Wharton College para hablar sobre regulación,
remuneración ejecutiva y ética empresarial en Estados Unidos.
La ley Sarbanes-Oxley, aprobada en 2002, es nada más que un buen comienzo.
La reforma debe ser más profunda, opinó Cynthia A. Glassman, una
de las más recientes integrantes de la Securities and Exchange Comission,
SEC. Según ella, los mercados tienen recursos para disciplinar a aquellos
que violan la confianza del público (a través de las agencias
calificadoras, por ejemplo); la vía legal — la ley Sarbanes-Oxley y
otros intentos de reforma –podría tener consecuencias no pensadas que
generen problemas nuevos en el futuro.
Sobre las opciones accionarias opinó Ira T. Kay, directora de la consultora
Watson Wyatt Worldwide. Kay dijo que las opciones accionarias fueron un instrumento
imperfecto para calmar la preocupación que los ejecutivos dirigían
las empresas sin tener en cuenta a los accionistas. Pero dijo que no hay que
sobreactuar la respuesta. La remuneración ejecutiva es un poderoso elemento
en el éxito económico de una organización. Es el motor
que impulsó el milagro económico de Estados Unidos. "A pesar
de los tan publicitados fracasos, la mayoría de las empresas respetaron
y respetan las reglas del juego", dijo Kay.
La participación accionaria de los ejecutivos es fundamental para la
buena gestión, pero no necesariamente tiene que adoptar la forma de opciones.
También se les podría hacer comprar acciones. Las empresas podrían
instar a sus ejecutivos a comprar acciones elevando los objetivos de propiedad
y exigiendo que tengan determinado porcentaje después de ejercer una
opción. Pero advirtió que no deberían tener sus acciones
hasta el final de su carrera: eso podría dañar a la compañía
porque los ejecutivos se volverían adversos al riesgo.
Thomas Donaldson, profesor de estudios legales, habló sobre el papel
de la ética en el actual debate sobre el futuro del gobierno de la empresa.
Dijo que si bien las sociedades pueden confiar en las fuerzas del mercado, o
en estructuras regulatorias como la SEC, para controlar la conducta, esas medidas
estructurales casi siempre van un paso detrás de los tiempos. Hacen falta
normas éticas para contener el daño producido por las infracciones
antes de que se creen los mecanismos legales para combatirlas.
Donaldson dijo además que la sociedad cuenta con elementos para fomentar
prácticas éticas en los negocios. En una organización cualquiera,
la gente en los niveles directivos tiene una visión mucho más
positiva de la firma y su ética que la gente que está más
abajo. Son los directivos, y sus abogados, los que diseñan los códigos
éticos y más tarde creen que los respetan. Pero están equivocados,
dice Donaldson. Un código escrito, o una declaración escrita sobre
lo que se debe hacer es, en el mejor de los casos, nada más que un comienzo.
Hay que encontrar la manera de barrer a los ejecutivos que creen que tienen
una buena conducta ética. Mientras individuos como Jeffrey Skilling y
Kennety Lay (Enron) se destacan, hay cientos de personas que también
fueron arrastradas por corrientes generadas por "irracionales presiones
desde arriba". Hay mucha gente que respeta los valores éticos que
los pierde si trabaja durante mucho tiempo en un medio donde poco a poco se
van aceptando procedimientos reñidos con la ética, donde se va
sentando precedentes poco a poco y luego esos precedentes quedan aceptados..
Una forma poderosa de premiar la buena conducta ética a nivel empresario
es que las firmas trabajen en colaboración con organizaciones sin fines
de lucro para combatir la corrupción en otras partes del mundo. Si todas
las empresas de un sector se juntan, pueden eliminar la trampa, el soborno y
otros costos de la corrupción sin necesidad de que una sola tenga que
soportar la desventaja competitiva que a veces implica el abrazar la conducta
ética.
<p>"Qué gobierno y quién gobierna" fue el título de un panel convocado por el Wharton College para hablar sobre regulación, remuneración ejecutiva y ética empresarial en Estados Unidos.</p>
<p>La ley Sarbanes-Oxley, aprobada en 2002, es nada más que un buen comienzo. La reforma debe ser más profunda, opinó Cynthia A. Glassman, una de las más recientes integrantes de la Securities and Exchange Comission, SEC. Según ella, los mercados tienen recursos para disciplinar a aquellos que violan la confianza del público (a través de las agencias calificadoras, por ejemplo); la vía legal — la ley Sarbanes-Oxley y otros intentos de reforma –podría tener consecuencias no pensadas que generen problemas nuevos en el futuro.</p>
<p>Sobre las opciones accionarias opinó Ira T. Kay, directora de la consultora Watson Wyatt Worldwide. Kay dijo que las opciones accionarias fueron un instrumento imperfecto para calmar la preocupación que los ejecutivos dirigían las empresas sin tener en cuenta a los accionistas. Pero dijo que no hay que sobreactuar la respuesta. La remuneración ejecutiva es un poderoso elemento en el éxito económico de una organización. Es el motor que impulsó el milagro económico de Estados Unidos. "A pesar de los tan publicitados fracasos, la mayoría de las empresas respetaron y respetan las reglas del juego", dijo Kay.</p>
<p>La participación accionaria de los ejecutivos es fundamental para la buena gestión, pero no necesariamente tiene que adoptar la forma de opciones. También se les podría hacer comprar acciones. Las empresas podrían instar a sus ejecutivos a comprar acciones elevando los objetivos de propiedad y exigiendo que tengan determinado porcentaje después de ejercer una opción. Pero advirtió que no deberían tener sus acciones hasta el final de su carrera: eso podría dañar a la compañía porque los ejecutivos se volverían adversos al riesgo.</p>
<p>Thomas Donaldson, profesor de estudios legales, habló sobre el papel de la ética en el actual debate sobre el futuro del gobierno de la empresa. Dijo que si bien las sociedades pueden confiar en las fuerzas del mercado, o en estructuras regulatorias como la SEC, para controlar la conducta, esas medidas estructurales casi siempre van un paso detrás de los tiempos. Hacen falta normas éticas para contener el daño producido por las infracciones antes de que se creen los mecanismos legales para combatirlas.</p>
<p>Donaldson dijo además que la sociedad cuenta con elementos para fomentar prácticas éticas en los negocios. En una organización cualquiera, la gente en los niveles directivos tiene una visión mucho más positiva de la firma y su ética que la gente que está más abajo. Son los directivos, y sus abogados, los que diseñan los códigos éticos y más tarde creen que los respetan. Pero están equivocados, dice Donaldson. Un código escrito, o una declaración escrita sobre lo que se debe hacer es, en el mejor de los casos, nada más que un comienzo. Hay que encontrar la manera de barrer a los ejecutivos que creen que tienen una buena conducta ética. Mientras individuos como Jeffrey Skilling y Kennety Lay (Enron) se destacan, hay cientos de personas que también fueron arrastradas por corrientes generadas por "irracionales presiones desde arriba". Hay mucha gente que respeta los valores éticos que los pierde si trabaja durante mucho tiempo en un medio donde poco a poco se van aceptando procedimientos reñidos con la ética, donde se va sentando precedentes poco a poco y luego esos precedentes quedan aceptados..</p>
<p>Una forma poderosa de premiar la buena conducta ética a nivel empresario es que las firmas trabajen en colaboración con organizaciones sin fines de lucro para combatir la corrupción en otras partes del mundo. Si todas las empresas de un sector se juntan, pueden eliminar la trampa, el soborno y otros costos de la corrupción sin necesidad de que una sola tenga que soportar la desventaja competitiva que a veces implica el abrazar la conducta ética.</p>
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