Kraft pierde el sueño por la obesidad de los consumidores

Las inquietudes médicas y estéticas ante el auge de la obesidad en las economías centrales desvelan al grupo Kraft Foods. La firma proyecta reducir el tamaño de ciertas golosinas y no promoverlas más en escuelas primarias o medias.

4 julio, 2003

Ninguna de las dos decisiones afectará la distribución de los productos,
aunque -eventualmente- la nueva política comercial se extienda a todos
los mercados cubiertos por la empresa. Si bien la gama incluye café instantáneo
Kraft´s, quesos untables Philadelphia o bebidas frutales en polvo Tang, no afectados
por la psicosis de obesidad, KF planea ir reduciendo contenidos grasos y calorías
en una larga serie de productos.

La decisión de la compañía secunda las de otras firmas,
que tratan de satisfacer la demanda de alimentos más sanos, eludir litigios
-en los países más avanzados en materia de protección al
consumidor- y soslayar la imagen negativa asociada a la gordura. Todo eso sin
trabar el crecimiento de las ventas. Sin embargo, el Centro para el Interés
Público (entidad norteamericana líder en investigaciones sobre
alimentos) se muestra cauto y prefiere esperar acciones concretas de las empresas.

La propia imagen de Kraft Foods está en juego. Sucede que la compañía
está controlada por Altria Group (84% del paquete), o sea Philip Morris,
una tabacalera que ha tenido serios problemas con el gobierno y la justicia
de EE.UU. en escala federal y estadual. Menos expuesta está Coca-Cola,
en parte porque reaccionó mucho antes: en marzo de 2001, resolvió
no renovar contratos de distribución exclusiva en escuelas. Más
tarde, en septiembre último, PepsiCo anunció que eliminaría
grasas arteriobstructoras en tres marcas de la división Frito-Lay (Doritos,
Tostitos, Cheetos).

En un plano diferente, la ofensiva contra la obesidad (abarca ya América
septentrional y Europa occidental) se combina con otros aspectos médicos
en el caso de las comidas rápidas. Los dolores de cabeza que tiene McDonald´s,
inclusive en Argentina, ilustran el punto. En el otro extremo, la obesidad sigue
siendo socialmente respetable -y hasta deseable- en culturas como las de Asia
oriental o sudoriental, la América india y, especialmente, el África
subsahariana (donde la gordura simboliza riqueza o vigor sexual en los hombres
y fertilidad en las mujeres).

Ninguna de las dos decisiones afectará la distribución de los productos,
aunque -eventualmente- la nueva política comercial se extienda a todos
los mercados cubiertos por la empresa. Si bien la gama incluye café instantáneo
Kraft´s, quesos untables Philadelphia o bebidas frutales en polvo Tang, no afectados
por la psicosis de obesidad, KF planea ir reduciendo contenidos grasos y calorías
en una larga serie de productos.

La decisión de la compañía secunda las de otras firmas,
que tratan de satisfacer la demanda de alimentos más sanos, eludir litigios
-en los países más avanzados en materia de protección al
consumidor- y soslayar la imagen negativa asociada a la gordura. Todo eso sin
trabar el crecimiento de las ventas. Sin embargo, el Centro para el Interés
Público (entidad norteamericana líder en investigaciones sobre
alimentos) se muestra cauto y prefiere esperar acciones concretas de las empresas.

La propia imagen de Kraft Foods está en juego. Sucede que la compañía
está controlada por Altria Group (84% del paquete), o sea Philip Morris,
una tabacalera que ha tenido serios problemas con el gobierno y la justicia
de EE.UU. en escala federal y estadual. Menos expuesta está Coca-Cola,
en parte porque reaccionó mucho antes: en marzo de 2001, resolvió
no renovar contratos de distribución exclusiva en escuelas. Más
tarde, en septiembre último, PepsiCo anunció que eliminaría
grasas arteriobstructoras en tres marcas de la división Frito-Lay (Doritos,
Tostitos, Cheetos).

En un plano diferente, la ofensiva contra la obesidad (abarca ya América
septentrional y Europa occidental) se combina con otros aspectos médicos
en el caso de las comidas rápidas. Los dolores de cabeza que tiene McDonald´s,
inclusive en Argentina, ilustran el punto. En el otro extremo, la obesidad sigue
siendo socialmente respetable -y hasta deseable- en culturas como las de Asia
oriental o sudoriental, la América india y, especialmente, el África
subsahariana (donde la gordura simboliza riqueza o vigor sexual en los hombres
y fertilidad en las mujeres).

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