Ford: menos ventas y más despidos, managers inclusive

Ahora también está en la mira una armadora mejicana, símbolo de las ventajas que el tratado de libre comercio debía aportar a esa economía. Además, se eliminarán 30.000 empleos en el mundo, cifra similar a la de General Motors.

6 diciembre, 2005

En rigor, el plan no es novedad y sigue en fase de elaboración, pero el 15% de descenso en ventas durante noviembre aceleró una especie de “preaviso” al mercado. Para empezar, algunos analistas de Detroit creen que la empresa desistirá, no explícitamente, de incentivos exagerados: descuentos y financiamientos a tasa casi 0.

Al parecer, la tercera automotriz mundial cerrará fábricas en St.Louis, Atlanta, Minnesota, Ontario (Canadá) y Cuauhtitlán (Méjico). Según ya se esperaba semanas atrás, Ford difundirá el plan completo recién en enero y no abreviará tiempos, como ha hecho GM. Sea como fuere, esta restructuración pondrá a prueba el liderazgo de William Clay Ford, bisnieto por línea materna de Henry.

Al igual que GM, la empresa ha sido perjudicada por el creciente rechazo del público a los utilitarios deportivos, la competencia de Asia oriental -¿por qué los UD Toyota se venden bien y los norteamericanos no?- y hasta de Europa occidental (con Peugeot a la cabeza). Por supuesto, los argumentos casi únicos de los ejecutivos -exceso de trabajadores, sueldos altos, gastos de atención médica- ya los desvirtuaba hace una generación el hoy difunto Peter Drucker.

En general, expertos no vinculados a las compañías sostienen que Ford –como GM- está pagando por severos errores estratégicos, cometidos durante el último lustro del siglo XX (1996-2000). Aparte de centrarse excesivamente en camionetas todo terreno, cuando eran rentables, la firma no renovó modelos tradicionales (Taurus, Orion, Focus, Lincoln). Eso empujó el público hacia el Honda Accord, el Toyota Camry o, más tarde, el espectacular Corolla.

El plan en ciernes, cuatro años posterior a uno casi idéntico –preveía 20.000 despidos-, asegura que la empresa volverá a lo básico. Lo mismo prometía en 2002, pero no lo logró o no quiso hacerlo. Esta vez, el cierre de plantas se combinará con un replanteo a fondo de marcas tradicionales cuyos resultados han sido frustrantes. Por ejemplo, Mercury o Jaguar.

Esta semana posiblemente haya más adelantos del programa, en una reunión de Clay Ford con la junta directiva. Ahí quizá se decida reorganizar el área de marketing (publicidad inclusive) y un cambio de equipos. Al parecer, eso ha pedido Mark Fields, designado en octubre director ejecutivo de la división para América septentrional (ahora, EE.UU., Canadá y Méjico). Otro nombramiento, el de Anne Stevens en noviembre (directora general de operaciones para esa misma área), augura más eliminación de empleo (cuatro mil adicionales) y una “limpieza” en el management de línea.

Por de pronto, días atrás fueron “renunciados” dos vicepresidentes en la división que conduce Stevens. Esta política de cimbronazos en la cúpula data de 2001, cuando Ford sacó de la presidencia ejecutiva a Jacques Nasser. Entre entonces y ahora, ha habido dos directores generales y cuatro ejecutivos superiores a cargo de las mismas funciones. Siempre en la división norteamericana. En Detroit, circula una pregunta irónica generada por GM, hoy aplicada a Ford: “¿Cuánto ADN original le queda a la compañía?”.

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En rigor, el plan no es novedad y sigue en fase de elaboración, pero el 15% de descenso en ventas durante noviembre aceleró una especie de “preaviso” al mercado. Para empezar, algunos analistas de Detroit creen que la empresa desistirá, no explícitamente, de incentivos exagerados: descuentos y financiamientos a tasa casi 0.

Al parecer, la tercera automotriz mundial cerrará fábricas en St.Louis, Atlanta, Minnesota, Ontario (Canadá) y Cuauhtitlán (Méjico). Según ya se esperaba semanas atrás, Ford difundirá el plan completo recién en enero y no abreviará tiempos, como ha hecho GM. Sea como fuere, esta restructuración pondrá a prueba el liderazgo de William Clay Ford, bisnieto por línea materna de Henry.

Al igual que GM, la empresa ha sido perjudicada por el creciente rechazo del público a los utilitarios deportivos, la competencia de Asia oriental -¿por qué los UD Toyota se venden bien y los norteamericanos no?- y hasta de Europa occidental (con Peugeot a la cabeza). Por supuesto, los argumentos casi únicos de los ejecutivos -exceso de trabajadores, sueldos altos, gastos de atención médica- ya los desvirtuaba hace una generación el hoy difunto Peter Drucker.

En general, expertos no vinculados a las compañías sostienen que Ford –como GM- está pagando por severos errores estratégicos, cometidos durante el último lustro del siglo XX (1996-2000). Aparte de centrarse excesivamente en camionetas todo terreno, cuando eran rentables, la firma no renovó modelos tradicionales (Taurus, Orion, Focus, Lincoln). Eso empujó el público hacia el Honda Accord, el Toyota Camry o, más tarde, el espectacular Corolla.

El plan en ciernes, cuatro años posterior a uno casi idéntico –preveía 20.000 despidos-, asegura que la empresa volverá a lo básico. Lo mismo prometía en 2002, pero no lo logró o no quiso hacerlo. Esta vez, el cierre de plantas se combinará con un replanteo a fondo de marcas tradicionales cuyos resultados han sido frustrantes. Por ejemplo, Mercury o Jaguar.

Esta semana posiblemente haya más adelantos del programa, en una reunión de Clay Ford con la junta directiva. Ahí quizá se decida reorganizar el área de marketing (publicidad inclusive) y un cambio de equipos. Al parecer, eso ha pedido Mark Fields, designado en octubre director ejecutivo de la división para América septentrional (ahora, EE.UU., Canadá y Méjico). Otro nombramiento, el de Anne Stevens en noviembre (directora general de operaciones para esa misma área), augura más eliminación de empleo (cuatro mil adicionales) y una “limpieza” en el management de línea.

Por de pronto, días atrás fueron “renunciados” dos vicepresidentes en la división que conduce Stevens. Esta política de cimbronazos en la cúpula data de 2001, cuando Ford sacó de la presidencia ejecutiva a Jacques Nasser. Entre entonces y ahora, ha habido dos directores generales y cuatro ejecutivos superiores a cargo de las mismas funciones. Siempre en la división norteamericana. En Detroit, circula una pregunta irónica generada por GM, hoy aplicada a Ford: “¿Cuánto ADN original le queda a la compañía?”.

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