El lado oscuro del liderazgo

Hay gente que llega a la cima y nadie sabe por qué. Y luego, también para desconcierto de muchos, duran años en el mando mientras los demás los toleran, los apoyan y los mantienen en el poder. ¿Por qué?

2 agosto, 2006

En un interesante libro titulado The Allure of Toxic Leaders, Jean Lipman-Blumen, profesora de la Drucker School of Management en California, se interesa por las fuerzas que hacen que aceptemos líderes que son “tóxicos” en el sentido de que son capaces de hacer daño grave a la gente y a la organización.

La respuesta que encuentra es compleja y va desde la búsqueda inconsciente de “figura paternal” hasta el mito cultural de los “pocos elegidos” – sea una secta religiosa, una exclusiva escuela de negocios, o una empresa en la cúspide de su pompa o el personal de la Casa Blanca.

Hace falta tener un especial tipo de coraje para arriesgar la pertenencia a esos selectos grupos desafiando la personalidad del líder. También entra a jugar, dice, nuestra ansiedad existencial, el temor a la muerte y a lo desconocido. Los líderes visionarios parecen ofrecer certidumbre en un mundo incierto. “Queremos que los líderes nos garanticen control y aceptamos obedecerles a cambio de ese regalo tranquilizador”.

Lipman-Blumen aspira que al comprender cuáles son las ataduras que nos inmovilizan, podamos juntar coraje para defenestrar a los líderes cuya conducta se ha vuelto tóxica. Su teoría es que estamos maniatados a la autoridad por fuerzas que ni siquiera comprendemos.

En un interesante libro titulado The Allure of Toxic Leaders, Jean Lipman-Blumen, profesora de la Drucker School of Management en California, se interesa por las fuerzas que hacen que aceptemos líderes que son “tóxicos” en el sentido de que son capaces de hacer daño grave a la gente y a la organización.

La respuesta que encuentra es compleja y va desde la búsqueda inconsciente de “figura paternal” hasta el mito cultural de los “pocos elegidos” – sea una secta religiosa, una exclusiva escuela de negocios, o una empresa en la cúspide de su pompa o el personal de la Casa Blanca.

Hace falta tener un especial tipo de coraje para arriesgar la pertenencia a esos selectos grupos desafiando la personalidad del líder. También entra a jugar, dice, nuestra ansiedad existencial, el temor a la muerte y a lo desconocido. Los líderes visionarios parecen ofrecer certidumbre en un mundo incierto. “Queremos que los líderes nos garanticen control y aceptamos obedecerles a cambio de ese regalo tranquilizador”.

Lipman-Blumen aspira que al comprender cuáles son las ataduras que nos inmovilizan, podamos juntar coraje para defenestrar a los líderes cuya conducta se ha vuelto tóxica. Su teoría es que estamos maniatados a la autoridad por fuerzas que ni siquiera comprendemos.

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