El futuro de Carly Fiorina pende de una fusión

Betty Spence, presidenta de la National Association of Female Executives, dice: “El colapso de Enron es un problema de Enron. El problema de Hewlett-Packard es un problema de Carly Fiorina”. Códigos diferentes para juzgar el fracaso.

15 enero, 2002

En julio de 1999, la prensa del mundo dio gran difusión al nombramiento de una mujer, Carleton Fiorina para el cargo más alto de una de las más grandes e importantes empresas del mundo: Chief Executive Officer (CEO) de Hewlett Packard, la gran proveedora global de servicios de computación.

Abundaron entonces las alabanzas y la exaltación de las cualidades y habilidades que le habían permitido acceder a tan alto cargo. Ella asumió sus responsabilidades haciendo una apuesta fuerte: se propuso nada más ni nada menos que la reinvención de la compañía, algo que – según su propia definición – quería decir poner los beneficios de la tecnología al alcance de todo el mundo y poner a la Internet al servicio de las empresas y de la gente.

A principios de septiembre de 2000, Carly Fiorina, de HP, y Michael Capellas , su colega de Compaq, anunciaron un proyecto que conmocionó al ambiente: fusionar ambas compañías. Exactamente el 4 de septiembre, la presidenta de HP envió un e-mail a todos los empleados de la compañía en el que decía: “La gente de HP y la gente de Compaq han decidido aunar fuerzas—hemos acordado fusionar nuestras dos empresas para crear una organización todavía más eficiente para servir a nuestros clientes. Creemos que al unirnos a Compaq podremos darles más opciones, más libertad y más flexibilidad para que ellos puedan aprovechar al máximo sus inversiones pasadas, presentes y futuras en tecnología”.

La idea detrás de este proyecto era que al combinar los dos gigantes tecnológicos éstos quedarían en una situación de alto poder en todas las facetas del mercado de la computación y les permitiría soportar la etapa de menores ventas y recesión económica. Además, ambas empresas esperaban que sumadas las dos participaciones en el mercado, dejarían atrás a competidores como IBM y Dell Computer, que había llegado a la cima del mercado de las PC.

Llega el “no”

Pero el 7 de diciembre la Fundación Packard ( David and Lucile Packard Foundation) tomó la decisión preliminar de oponerse a la operación. El directorio, presidido por Susan Packard Orr, se pronunció diciendo que, en una decisión preliminar, la comisión decidía que “los intereses de la Fundación se servirán mejor si no se sigue adelante con la transacción propuesta. La Fundación tiene aproximadamente 10 por ciento del paquete accionario de HP.

En contra de la operación están también los miembros de la familia Hewlett. En noviembre los tres hijos de William Hewlett – Walter Hewlett, Eleanor Hewlett Gimon y Mary Hewlett Jaffe – dieron a conocer un comunicado en el cual anunciaban que votarían en contra si la operación era llevada a votación de accionistas.

El fracaso de la fusión sería el fracaso de Fiorina

Más allá de la conveniencia o no de combinar ambas empresas, lo que llama la atención es que la prensa no difunde muchas críticas al CEO de Compaq por sus intenciones de fusionarse con HP.
Es interesante, en este punto, citar a Alessandra Stanley, cuando afirma que “para las mujeres, llegar alto es raro, pero caer es humano”. Parecería que cuando una mujer tiene éxito en los negocios, luego el lógico que llegue el momento en que fracasa.

El destino de Carleton Fiorina en HP parece indisolublemente ligado al éxito o al fracaso del acuerdo que realizó con otro CEO. Pero el futuro de ese otro CEO, un hombre llamado Michael Capellas, no parece estar en discusión ni ser objeto de tanto debate ni poner en tela de juicio su capacidad para llevar las riendas de la corporación a su cargo.

Fiorina, en cambio, libra una batalla pública para completar la fusión con Compaq Computer contra los deseos de los herederos de los fundadores de Hewlett-Packard, donde hay mayoría de mujeres. Si su voluntad es frustrada, es casi inevitable que tendrá que dejar la compañía.

Judy Tame, en un ensayo redactado a partir de una conferencia que titulara “Las mujeres: ¿ganadoras o perdedoras?”, dijo que no hay peor enemiga de una mujer que otra mujer. Y que advierte en sus regulares reuniones con mujeres feministas, y también en la literatura feminista contemporánea, un odio mal disimulado hacia la mujer exitosa, ya se trate de Margaret Thatcher o de cualquier mujer empresaria.

En julio de 1999, la prensa del mundo dio gran difusión al nombramiento de una mujer, Carleton Fiorina para el cargo más alto de una de las más grandes e importantes empresas del mundo: Chief Executive Officer (CEO) de Hewlett Packard, la gran proveedora global de servicios de computación.

Abundaron entonces las alabanzas y la exaltación de las cualidades y habilidades que le habían permitido acceder a tan alto cargo. Ella asumió sus responsabilidades haciendo una apuesta fuerte: se propuso nada más ni nada menos que la reinvención de la compañía, algo que – según su propia definición – quería decir poner los beneficios de la tecnología al alcance de todo el mundo y poner a la Internet al servicio de las empresas y de la gente.

A principios de septiembre de 2000, Carly Fiorina, de HP, y Michael Capellas , su colega de Compaq, anunciaron un proyecto que conmocionó al ambiente: fusionar ambas compañías. Exactamente el 4 de septiembre, la presidenta de HP envió un e-mail a todos los empleados de la compañía en el que decía: “La gente de HP y la gente de Compaq han decidido aunar fuerzas—hemos acordado fusionar nuestras dos empresas para crear una organización todavía más eficiente para servir a nuestros clientes. Creemos que al unirnos a Compaq podremos darles más opciones, más libertad y más flexibilidad para que ellos puedan aprovechar al máximo sus inversiones pasadas, presentes y futuras en tecnología”.

La idea detrás de este proyecto era que al combinar los dos gigantes tecnológicos éstos quedarían en una situación de alto poder en todas las facetas del mercado de la computación y les permitiría soportar la etapa de menores ventas y recesión económica. Además, ambas empresas esperaban que sumadas las dos participaciones en el mercado, dejarían atrás a competidores como IBM y Dell Computer, que había llegado a la cima del mercado de las PC.

Llega el “no”

Pero el 7 de diciembre la Fundación Packard ( David and Lucile Packard Foundation) tomó la decisión preliminar de oponerse a la operación. El directorio, presidido por Susan Packard Orr, se pronunció diciendo que, en una decisión preliminar, la comisión decidía que “los intereses de la Fundación se servirán mejor si no se sigue adelante con la transacción propuesta. La Fundación tiene aproximadamente 10 por ciento del paquete accionario de HP.

En contra de la operación están también los miembros de la familia Hewlett. En noviembre los tres hijos de William Hewlett – Walter Hewlett, Eleanor Hewlett Gimon y Mary Hewlett Jaffe – dieron a conocer un comunicado en el cual anunciaban que votarían en contra si la operación era llevada a votación de accionistas.

El fracaso de la fusión sería el fracaso de Fiorina

Más allá de la conveniencia o no de combinar ambas empresas, lo que llama la atención es que la prensa no difunde muchas críticas al CEO de Compaq por sus intenciones de fusionarse con HP.
Es interesante, en este punto, citar a Alessandra Stanley, cuando afirma que “para las mujeres, llegar alto es raro, pero caer es humano”. Parecería que cuando una mujer tiene éxito en los negocios, luego el lógico que llegue el momento en que fracasa.

El destino de Carleton Fiorina en HP parece indisolublemente ligado al éxito o al fracaso del acuerdo que realizó con otro CEO. Pero el futuro de ese otro CEO, un hombre llamado Michael Capellas, no parece estar en discusión ni ser objeto de tanto debate ni poner en tela de juicio su capacidad para llevar las riendas de la corporación a su cargo.

Fiorina, en cambio, libra una batalla pública para completar la fusión con Compaq Computer contra los deseos de los herederos de los fundadores de Hewlett-Packard, donde hay mayoría de mujeres. Si su voluntad es frustrada, es casi inevitable que tendrá que dejar la compañía.

Judy Tame, en un ensayo redactado a partir de una conferencia que titulara “Las mujeres: ¿ganadoras o perdedoras?”, dijo que no hay peor enemiga de una mujer que otra mujer. Y que advierte en sus regulares reuniones con mujeres feministas, y también en la literatura feminista contemporánea, un odio mal disimulado hacia la mujer exitosa, ya se trate de Margaret Thatcher o de cualquier mujer empresaria.

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