El estrés puede ser una experiencia saludable

El estrés no es ni bueno ni malo. Es la reacción del organismo a una situación de tensión y puede convertirse en una arma eficaz para el ejecutivo y para la empresa, en opinión de Michael McGannon, director médico del Insead.

27 agosto, 2001

No existe eso que llaman “estrés del ejecutivo”, dice el especialista. En sí mismo, no es ni bueno ni malo: se produce cuando el cuerpo y la mente se encuentran en un estado de máxima alerta por alguna nueva exigencia o un nuevo reto. Un cierto nivel de estrés puede ser positivo tanto para la persona afectada como para la empresa. Pero si supera determinadas cotas de intensidad, embota la capacidad de aportar soluciones a los problemas.

Convertir el estrés en una experiencia saludable implica cambiar el estilo de vida y las prioridades del sujeto. ¿Por dónde empezar? El primer paso es ampliar la definición de éxito de forma que incluya la preservación de la persona y la plenitud vital. No es aconsejable sacrificar los años más preciosos de la vida, el matrimonio o la salud, por asegurarse un pequeño avance en la carrera profesional.

En segundo lugar, escuchar con atención los mensajes que envían el cuerpo y la mente. Hay que descifrar los síntomas específicos, no como algo a anestesiar, sino como timbres de alarma de un potencial problema. Los síntomas más frecuentes entre los ejecutivos de grandes multinacionales son: alta presión arterial, fatiga crónica, beber o comer en forma compulsiva, somnolencia, úlceras pépticas, problemas emocionales, jaquecas, obesidad y depresiones.

Alarma

El sistema nervioso ha evolucionado mucho más despacio que los hábitos de vida. Durante la crisis de estrés, unas glándulas segregan dos poderosas hormonas de tensión: la adrenalina y los corticoides, que proporcionan la energía necesaria para responder al nuevo reto mediante el combate o la huida. Ambas acciones ayudan a consumir estas hormonas de la tensión, pero ninguna de las dos resultan apropiadas para una oficina. En lugar de eso, el ejecutivo permanece cocinándose en sus propios jugos estresantes frente a la pantalla de la computadora.

En el momento en que el cuerpo y la mente exigen con todas sus fuerzas algo tan básico como el oxígeno – para el adecuado funcionamiento del cerebro, el corazón y otros órganos vitales – o agua – para refrigerar un sistema sobrecalentado -, los empresarios modernos recurren al alcohol – que reduce la lucidez y obliga al cuerpo a consumir un agua preciosa – o al tabaco – que disminuye la capacidad de transmisión de oxígeno a la sangre. A veces, la reacción frente al estrés es todavía más perjudicial.

Tras descifrar los síntomas, se puede recurrir a los somníferos y pastillas, pero estos no solucionan el problema. Quizá haya llegado el momento de tomarse unas vacaciones.

Michael McGannon
INSEAD

No existe eso que llaman “estrés del ejecutivo”, dice el especialista. En sí mismo, no es ni bueno ni malo: se produce cuando el cuerpo y la mente se encuentran en un estado de máxima alerta por alguna nueva exigencia o un nuevo reto. Un cierto nivel de estrés puede ser positivo tanto para la persona afectada como para la empresa. Pero si supera determinadas cotas de intensidad, embota la capacidad de aportar soluciones a los problemas.

Convertir el estrés en una experiencia saludable implica cambiar el estilo de vida y las prioridades del sujeto. ¿Por dónde empezar? El primer paso es ampliar la definición de éxito de forma que incluya la preservación de la persona y la plenitud vital. No es aconsejable sacrificar los años más preciosos de la vida, el matrimonio o la salud, por asegurarse un pequeño avance en la carrera profesional.

En segundo lugar, escuchar con atención los mensajes que envían el cuerpo y la mente. Hay que descifrar los síntomas específicos, no como algo a anestesiar, sino como timbres de alarma de un potencial problema. Los síntomas más frecuentes entre los ejecutivos de grandes multinacionales son: alta presión arterial, fatiga crónica, beber o comer en forma compulsiva, somnolencia, úlceras pépticas, problemas emocionales, jaquecas, obesidad y depresiones.

Alarma

El sistema nervioso ha evolucionado mucho más despacio que los hábitos de vida. Durante la crisis de estrés, unas glándulas segregan dos poderosas hormonas de tensión: la adrenalina y los corticoides, que proporcionan la energía necesaria para responder al nuevo reto mediante el combate o la huida. Ambas acciones ayudan a consumir estas hormonas de la tensión, pero ninguna de las dos resultan apropiadas para una oficina. En lugar de eso, el ejecutivo permanece cocinándose en sus propios jugos estresantes frente a la pantalla de la computadora.

En el momento en que el cuerpo y la mente exigen con todas sus fuerzas algo tan básico como el oxígeno – para el adecuado funcionamiento del cerebro, el corazón y otros órganos vitales – o agua – para refrigerar un sistema sobrecalentado -, los empresarios modernos recurren al alcohol – que reduce la lucidez y obliga al cuerpo a consumir un agua preciosa – o al tabaco – que disminuye la capacidad de transmisión de oxígeno a la sangre. A veces, la reacción frente al estrés es todavía más perjudicial.

Tras descifrar los síntomas, se puede recurrir a los somníferos y pastillas, pero estos no solucionan el problema. Quizá haya llegado el momento de tomarse unas vacaciones.

Michael McGannon
INSEAD

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades