El cheque dorado, la zanahoria para que el ejecutivo no corra riesgos

Lo llaman el “hola dorado” y es un cheque (o conjunto de diversos pagos) que se ofrece a un alto ejecutivo para que acepte un cargo nuevo y abandone la seguridad del que tiene sin temor a perder plata.

4 enero, 2007

Dicho de otro modo, son pagos de bienvenida que se dan al ejecutivo que, al abandonar su cargo anterior, pierde la posibilidad de cobrar bonos, opciones accionarias o beneficios de pensión.

Para el director ejecutivo de una gran corporación, el “hola dorado” tiene más valor que un avión privado o cualquier otro privilegio, y debe ser garantizado antes de que acepte el ofrecimiento de otra compañía.

Estos pagos de bienvenida tienen como objetivo dejar “cubierto” al ejecutivo, o sea procurar que su carrera fuera un camino ascendente sin escollos ni interrupciones costosas. Y esos pagos multimillonarios y beneficios adicionales se usan no solamente para atraer a directores ejecutivos sino también a casi todos los miembros del equipo ejecutivo. Así como a veces se usan “paracaídas dorados” — enormes sumas de dinero extra, opciones o beneficios de retiro – para deshacerse de un ejecutivo, los “holas dorados” se están popularizando cada vez más para acercarlos a la puerta (lo cual equivale a decir, en muchos casos, para robárselos a la competencia).

No son algo nuevo, pero los abogados que representan a ejecutivos en la mesa de negociaciones se la pasan inventando maneras rápidas de lograr que sus clientes no corran ningún riesgo. Salarios equivalentes, bonos garantizados y millones de dólares en opciones accionarias, todo eso es lo más común. Además, a quien ingresa con alto cargo ejecutivo se le suele tener en cuenta los años trabajados en otros lugares para que nada quede suelto, una ventaja que rara vez está al alcance de empleados no ejecutivos.

Algunos ejecutivos llegan incluso a exigir a las empresas que les compensen las pérdidas que podrían sufrir con la venta de sus casas, para el caso en que una mudanza fuera indispensable, o piden protección de precios sobre pérdidas en que podrían incurrir con el capital de la compañía que van a abandonar.

El problema, dicen los críticos, es que esto ha derivado en que un director ejecutivo no muy conocido pueda exigir una base multimillonaria sobre la cual luego van a apoyarse otros beneficios y ventajas adicionales.

La existencia del “hola dorado” desvirtúa la razón misma de la existencia de las opciones accionarias y pensiones ejecutivas, que era alentar a los ejecutivos a lograr objetivos de desempeño y luego quedarse el tiempo necesario para recibir el valor total de sus paquetes de remuneración.

En la mayoría de las empresas, las opciones accionarias y el capital restringido que se otorga a ejecutivos están ligados a metas de desempeño o, por lo menos, requieren muchos años de servicios. No son cosas seguras, especialmente las primeras, pues pueden requerir de muchos años de servicio y podrían perder valor si las acciones de la compañía cayeran o si el director ejecutivo no lograra sus principales objetivos de desempeño.

Sin embargo, un ejecutivo que cambia de barco puede virtualmente garantizarse una indemnización multimillonaria por parte de la nueva compañía.¿Por qué? Porque con este nuevo mecanismo de “hola dorado” se les otorga el valor del pago que dejaron atrás aunque sólo hayan estado en servicio no más de tres o cinco años.

Dicho de otro modo, son pagos de bienvenida que se dan al ejecutivo que, al abandonar su cargo anterior, pierde la posibilidad de cobrar bonos, opciones accionarias o beneficios de pensión.

Para el director ejecutivo de una gran corporación, el “hola dorado” tiene más valor que un avión privado o cualquier otro privilegio, y debe ser garantizado antes de que acepte el ofrecimiento de otra compañía.

Estos pagos de bienvenida tienen como objetivo dejar “cubierto” al ejecutivo, o sea procurar que su carrera fuera un camino ascendente sin escollos ni interrupciones costosas. Y esos pagos multimillonarios y beneficios adicionales se usan no solamente para atraer a directores ejecutivos sino también a casi todos los miembros del equipo ejecutivo. Así como a veces se usan “paracaídas dorados” — enormes sumas de dinero extra, opciones o beneficios de retiro – para deshacerse de un ejecutivo, los “holas dorados” se están popularizando cada vez más para acercarlos a la puerta (lo cual equivale a decir, en muchos casos, para robárselos a la competencia).

No son algo nuevo, pero los abogados que representan a ejecutivos en la mesa de negociaciones se la pasan inventando maneras rápidas de lograr que sus clientes no corran ningún riesgo. Salarios equivalentes, bonos garantizados y millones de dólares en opciones accionarias, todo eso es lo más común. Además, a quien ingresa con alto cargo ejecutivo se le suele tener en cuenta los años trabajados en otros lugares para que nada quede suelto, una ventaja que rara vez está al alcance de empleados no ejecutivos.

Algunos ejecutivos llegan incluso a exigir a las empresas que les compensen las pérdidas que podrían sufrir con la venta de sus casas, para el caso en que una mudanza fuera indispensable, o piden protección de precios sobre pérdidas en que podrían incurrir con el capital de la compañía que van a abandonar.

El problema, dicen los críticos, es que esto ha derivado en que un director ejecutivo no muy conocido pueda exigir una base multimillonaria sobre la cual luego van a apoyarse otros beneficios y ventajas adicionales.

La existencia del “hola dorado” desvirtúa la razón misma de la existencia de las opciones accionarias y pensiones ejecutivas, que era alentar a los ejecutivos a lograr objetivos de desempeño y luego quedarse el tiempo necesario para recibir el valor total de sus paquetes de remuneración.

En la mayoría de las empresas, las opciones accionarias y el capital restringido que se otorga a ejecutivos están ligados a metas de desempeño o, por lo menos, requieren muchos años de servicios. No son cosas seguras, especialmente las primeras, pues pueden requerir de muchos años de servicio y podrían perder valor si las acciones de la compañía cayeran o si el director ejecutivo no lograra sus principales objetivos de desempeño.

Sin embargo, un ejecutivo que cambia de barco puede virtualmente garantizarse una indemnización multimillonaria por parte de la nueva compañía.¿Por qué? Porque con este nuevo mecanismo de “hola dorado” se les otorga el valor del pago que dejaron atrás aunque sólo hayan estado en servicio no más de tres o cinco años.

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