El capital intelectual

En la era del conocimiento el nuevo medio de producción es el capital intelectual, que es la suma de conocimientos, información, ideas y experiencia que posee el personal de una empresa. Es un bien intangible, pero genera y aporta riqueza.

3 noviembre, 2001

Existen muchas empresas en la actualidad que mueven millones de dólares al año y no tienen una presencia física en los mercados, señala Thomas A. Stewart, un precursor en el tema del capital intelectual. Stewart pone como ejemplo a Visa Internacional, de existencia casi virtual, constituida por una sociedad y una alianza de bancos y otras entidades financieras.

Los bancos, por otra parte, podrían reducir hoy al mínimo los edificios que los contienen –algunos verdaderamente monumentales–, y con una pequeña estructura central digitalizada, desplegarse en atención telefónica, electrónica y multitud de cajeros automáticos, de reducido espacio físico.

Las empresas de servicios que se instalaron en la Argentina después de las privatizaciones, ¿qué hicieron y qué hacen sino vender su conocimiento y experiencia en la gestión del agua, las telecomunicaciones, el gas o la electricidad?

En la sociedad del conocimiento

Vivimos ya en la nueva sociedad del conocimiento anunciada por algunos futurólogos en la década pasada. La gente tenderá cada vez más a consumir mayor cantidad de tiempo y saber, y tendrá menos interés en acumular bienes materiales. Es el fin del consumismo.
Utilizará su tiempo para asimilar conocimiento. Aparece el valor- conocimiento, que demostrará que su poseedor está en la vanguardia de la subjetividad social. Quizá pague un alto precio por artículos acordes con exigencias planteadas por el grupo al que crea pertenecer.

Aumentará la capacidad de los consumidores de productos o servicios para obtener información, sea a través de los medios masivos de comunicación, Internet o las comunicaciones que se establecen a través de otras redes.

El consumidor de hoy, independientemente de su nivel de estudios o ingresos, realiza esfuerzos permanentes por saber: cuáles son los últimos modelos de PC y qué funciones realiza, su costo; qué opciones existen en el mercado entre los nuevos modelos de automóviles; qué diseño de ropa deportiva es el más conveniente para salir a correr…

Las innovaciones tecnológicas anteriores: la electricidad, el motor de combustión interna o la industria química, se adecuaban a la búsqueda de incrementos cuantitativos de bienes materiales. Las innovaciones tecnológicas de hoy procuran aumentar el valor-conocimiento en los productos y la sociedad.

El escritor y economista japonés Taichi Sakaiya afirma que el conocimiento es un valor en sí mismo que generan las industrias del conocimiento o la educación (escuelas, institutos, universidades, consultoras, publicidad, desarrollo tecnológico, etc.), pero también es un valor encarnado o agregado a productos y servicios, y es en esta acepción que interesa a las organizaciones.

Los nuevos consumidores saben estimar la imagen de marca o la alta tecnología, conocen lo que señala la moda y lo que elige su grupo de referencia o los modelos sociales (actores, políticos y otra gente admirada) y pagarán un precio elevado por esos bienes que tienen un valor agregado. Los precios que se cobran por productos y servicios no dependen hoy directamente de los costos.

La creación de valor-conocimiento sobre los bienes o servicios se ha convertido en un recurso de rentabilidad empresarial y crecimiento económico. Pero estos valores subjetivos no responden a motivaciones conocidas, nacen de variables cambiantes y su duración suele ser fugaz.

Un ejemplo claro de productos que caducan con rapidez son los electrónicos, reemplazados por otros más novedosos de año en año. Los productos anteriores no desaparecen inmediatamente, ven descender su precio al valor-costo.

El incremento del consumo de tiempo y conocimientos hará prosperar cada vez más los negocios relacionados con el turismo y el entretenimiento, las industrias de la información y de la enseñanza-aprendizaje.

La empresa
basada en el capital intelectual

Gerenciar el conocimiento es entonces la función de los nuevos managers. Pero es difícil llevar al trabajo esta nueva concepción de gestión.

Para triunfar en una economía intelectual, se requieren nuevas formas de organización, nuevas destrezas, nueva comunicación y otro estilo de management. El capital intelectual es difícil de descubrir, administrar y aun más, acrecentar. Para lograrlo hay que tener claro que no hay una teoría única de la organización aplicable a diferentes empresas. Es tarea de un equipo ejecutivo diseñar una organización que sirva a los intereses del negocio.

Como el valor tiene una cualidad volátil y mutante, será preciso crear unidades de negocios con estructuras adecuadas a las metas estratégicas. Estas unidades estarán conectadas a una estructura central. Un ejemplo de este modelo es el Grupo Telecom en la Argentina, que previamente a la reciente liberalización del mercado, cambió la marca, el nombre (antes era Telecom Argentina), la estructura y el estilo de gestión.

Un equipo ejecutivo (Gerencia Senior) será el motor que movilice a toda la empresa; y el adecuado manejo de la comunicación interna permitirá transmitir la visión, los objetivos y los valores de la organización, fortaleciendo la identidad corporativa y el sentido de pertenencia de la gente.

El nuevo estilo de gestión

Los integrantes del equipo ejecutivo deben mantener el liderazgo con su gente porque la tendencia en este tipo de organización de capital intelectual es que el poder cambie de manos y se reparta entre todos, facilitando la iniciativa, la autonomía, la innovación y la creatividad de cada uno, pero con el riesgo de la pérdida de autoridad del gerente.

Los gerentes deben poner en escena su flexibilidad para ejercer distintos roles: como líder, como uno más en el equipo, como comunicador, como oyente. Lo ideal es que todo el personal de la empresa se integre en un gran equipo de trabajo y la empresa se convierta en una red que vincule a trabajadores, clientes, proveedores, aliados estratégicos, con los conocimientos de todos.

El valor-conocimiento está en potencia en cada persona que integra la empresa, pero hace falta la figura de un líder que coordine la diversidad en un todo orgánico: el manager del conocimiento. Es quien garantizará el empowerment como fuente de creación de valor.

Desarrollará la habilidad de transferir, compartir y aprovechar el conocimiento propio y el de todos los integrantes de su equipo. Creará también herramientas para evaluar el rendimiento del personal. Y por último, no deberá perder de vista la importancia del aprendizaje permanente, para sí y para su gente.

Por Mirta Botta
Líderes del Tercer Milenio
© Clarín y MERCADO

Sobre la autora

Es Directora de la Consultora MBC y especialista en comunicación. Profesora en Letras de la Universidad de Buenos Aires y escritora. Ha publicado diversos títulos especializados en comunicación escrita. Se desempeñó en organismos oficiales y privados y en la actualidad es asesora y dicta cursos de su especialidad en empresas e instituciones.
Fue titular de la cátedra Técnicas y Procedimientos de Estudio y Escritura en Trabajos de Investigación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (1988-1992).
Es miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Desarrollo y Capacitación en la Argentina (ADCA) desde 1998.

Existen muchas empresas en la actualidad que mueven millones de dólares al año y no tienen una presencia física en los mercados, señala Thomas A. Stewart, un precursor en el tema del capital intelectual. Stewart pone como ejemplo a Visa Internacional, de existencia casi virtual, constituida por una sociedad y una alianza de bancos y otras entidades financieras.

Los bancos, por otra parte, podrían reducir hoy al mínimo los edificios que los contienen –algunos verdaderamente monumentales–, y con una pequeña estructura central digitalizada, desplegarse en atención telefónica, electrónica y multitud de cajeros automáticos, de reducido espacio físico.

Las empresas de servicios que se instalaron en la Argentina después de las privatizaciones, ¿qué hicieron y qué hacen sino vender su conocimiento y experiencia en la gestión del agua, las telecomunicaciones, el gas o la electricidad?

En la sociedad del conocimiento

Vivimos ya en la nueva sociedad del conocimiento anunciada por algunos futurólogos en la década pasada. La gente tenderá cada vez más a consumir mayor cantidad de tiempo y saber, y tendrá menos interés en acumular bienes materiales. Es el fin del consumismo.
Utilizará su tiempo para asimilar conocimiento. Aparece el valor- conocimiento, que demostrará que su poseedor está en la vanguardia de la subjetividad social. Quizá pague un alto precio por artículos acordes con exigencias planteadas por el grupo al que crea pertenecer.

Aumentará la capacidad de los consumidores de productos o servicios para obtener información, sea a través de los medios masivos de comunicación, Internet o las comunicaciones que se establecen a través de otras redes.

El consumidor de hoy, independientemente de su nivel de estudios o ingresos, realiza esfuerzos permanentes por saber: cuáles son los últimos modelos de PC y qué funciones realiza, su costo; qué opciones existen en el mercado entre los nuevos modelos de automóviles; qué diseño de ropa deportiva es el más conveniente para salir a correr…

Las innovaciones tecnológicas anteriores: la electricidad, el motor de combustión interna o la industria química, se adecuaban a la búsqueda de incrementos cuantitativos de bienes materiales. Las innovaciones tecnológicas de hoy procuran aumentar el valor-conocimiento en los productos y la sociedad.

El escritor y economista japonés Taichi Sakaiya afirma que el conocimiento es un valor en sí mismo que generan las industrias del conocimiento o la educación (escuelas, institutos, universidades, consultoras, publicidad, desarrollo tecnológico, etc.), pero también es un valor encarnado o agregado a productos y servicios, y es en esta acepción que interesa a las organizaciones.

Los nuevos consumidores saben estimar la imagen de marca o la alta tecnología, conocen lo que señala la moda y lo que elige su grupo de referencia o los modelos sociales (actores, políticos y otra gente admirada) y pagarán un precio elevado por esos bienes que tienen un valor agregado. Los precios que se cobran por productos y servicios no dependen hoy directamente de los costos.

La creación de valor-conocimiento sobre los bienes o servicios se ha convertido en un recurso de rentabilidad empresarial y crecimiento económico. Pero estos valores subjetivos no responden a motivaciones conocidas, nacen de variables cambiantes y su duración suele ser fugaz.

Un ejemplo claro de productos que caducan con rapidez son los electrónicos, reemplazados por otros más novedosos de año en año. Los productos anteriores no desaparecen inmediatamente, ven descender su precio al valor-costo.

El incremento del consumo de tiempo y conocimientos hará prosperar cada vez más los negocios relacionados con el turismo y el entretenimiento, las industrias de la información y de la enseñanza-aprendizaje.

La empresa
basada en el capital intelectual

Gerenciar el conocimiento es entonces la función de los nuevos managers. Pero es difícil llevar al trabajo esta nueva concepción de gestión.

Para triunfar en una economía intelectual, se requieren nuevas formas de organización, nuevas destrezas, nueva comunicación y otro estilo de management. El capital intelectual es difícil de descubrir, administrar y aun más, acrecentar. Para lograrlo hay que tener claro que no hay una teoría única de la organización aplicable a diferentes empresas. Es tarea de un equipo ejecutivo diseñar una organización que sirva a los intereses del negocio.

Como el valor tiene una cualidad volátil y mutante, será preciso crear unidades de negocios con estructuras adecuadas a las metas estratégicas. Estas unidades estarán conectadas a una estructura central. Un ejemplo de este modelo es el Grupo Telecom en la Argentina, que previamente a la reciente liberalización del mercado, cambió la marca, el nombre (antes era Telecom Argentina), la estructura y el estilo de gestión.

Un equipo ejecutivo (Gerencia Senior) será el motor que movilice a toda la empresa; y el adecuado manejo de la comunicación interna permitirá transmitir la visión, los objetivos y los valores de la organización, fortaleciendo la identidad corporativa y el sentido de pertenencia de la gente.

El nuevo estilo de gestión

Los integrantes del equipo ejecutivo deben mantener el liderazgo con su gente porque la tendencia en este tipo de organización de capital intelectual es que el poder cambie de manos y se reparta entre todos, facilitando la iniciativa, la autonomía, la innovación y la creatividad de cada uno, pero con el riesgo de la pérdida de autoridad del gerente.

Los gerentes deben poner en escena su flexibilidad para ejercer distintos roles: como líder, como uno más en el equipo, como comunicador, como oyente. Lo ideal es que todo el personal de la empresa se integre en un gran equipo de trabajo y la empresa se convierta en una red que vincule a trabajadores, clientes, proveedores, aliados estratégicos, con los conocimientos de todos.

El valor-conocimiento está en potencia en cada persona que integra la empresa, pero hace falta la figura de un líder que coordine la diversidad en un todo orgánico: el manager del conocimiento. Es quien garantizará el empowerment como fuente de creación de valor.

Desarrollará la habilidad de transferir, compartir y aprovechar el conocimiento propio y el de todos los integrantes de su equipo. Creará también herramientas para evaluar el rendimiento del personal. Y por último, no deberá perder de vista la importancia del aprendizaje permanente, para sí y para su gente.

Por Mirta Botta
Líderes del Tercer Milenio
© Clarín y MERCADO

Sobre la autora

Es Directora de la Consultora MBC y especialista en comunicación. Profesora en Letras de la Universidad de Buenos Aires y escritora. Ha publicado diversos títulos especializados en comunicación escrita. Se desempeñó en organismos oficiales y privados y en la actualidad es asesora y dicta cursos de su especialidad en empresas e instituciones.
Fue titular de la cátedra Técnicas y Procedimientos de Estudio y Escritura en Trabajos de Investigación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (1988-1992).
Es miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Desarrollo y Capacitación en la Argentina (ADCA) desde 1998.

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