¿Herramienta de anarquía y delitos?

En Londres, Washington y Santiago de Chile despunta un debate sobre redes sociales, su poder y su ambivalencia. BlackBerry es un ejemplo aterrador: los jóvenes usan la “burbujita” para organizar saqueos y desmanes en medio de los tumultos.

10 agosto, 2011

<p>En varias ciudades de Inglaterra y, hasta ahora, s&oacute;lo en la capital chilena, las redes sociales agigantan los disturbios p&uacute;blicos contra dos gobiernos conservadores. Sobre un trasfondo de edificios y veh&iacute;culos ardiendo, se desencadenan olas de robos, ataques a la polic&iacute;a y otros excesos.<br />
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Pero, a diferencia del &ldquo;modelo&rdquo; tradicional, en ambos casos la mezcla de violencia y redes sociales sin control crea un contexto casi imposible de manejar con los medios habitualmente a manos de los gobiernos (radio, televisi&oacute;n, prensa). El primer ministro David Cameron y el presidente Sebasti&aacute;n Pi&ntilde;era se encuentran en una situaci&oacute;n sin precedentes ni salida virtuosa a la vista.<br />
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Basta un ejemplo frecuente en Londres y Liverpool. Por una parte, j&oacute;venes con pasamonta&ntilde;as emplean sus BlackBerry para ubicar, identificar y saquear comercios de todo tipo. Por la otra, el p&uacute;blico atacado usa Twitter para informar a la polic&iacute;a sobre hechos concretos. En otras palabras, la &ldquo;magia celular&rdquo; -comunicarse sin restricciones ni c&oacute;digos- de pronto mut&oacute; en una ambivalencia an&aacute;rquica.<br />
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Un medio &ldquo;antiguo&rdquo;, la televisi&oacute;n, se encarga de proyectar en im&aacute;genes esos choques entre asaltantes, polic&iacute;as y civiles en un marco de incendios que ya hizo suspender partidos de f&uacute;tbol en Inglaterra. Este novedoso fen&oacute;meno empez&oacute; el s&aacute;bado 6 y, al mi&eacute;rcoles 10, no da indicios de abatirse. M&aacute;s localizada, la explosi&oacute;n chilena puede, empero, costarle a Pi&ntilde;era m&aacute;s que la inglesa a Cameron.<br />
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La violencia callejera, exacerbada por redes sociales en manos de cualquiera, ha costado ya dos muertos y su centro contin&uacute;a en Tottenham, al norte de Londres. En esa &aacute;rea ya antes conflictiva todo comenz&oacute; con una marcha de trescientas personas por Mark Duggan, taxista negro de 29 a&ntilde;os, baleado por efectivos de la. polic&iacute;a metropolitana (cuyas gorras a cuadritos han sido copiadas por Mauricio Macri en Buenos Aires).<br />
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Desde ese d&iacute;a, los tumultos y la secuela de robos se desbordaron por Wood Green, Enfield, Ponder&rsquo;s End, Brixton, etc. El martes por la noche se hab&iacute;an desplegado 17.000 uniformados en Londres, Liverpool, Birmingham, Nottingham, Bristol y Medway. Para entonces, hab&iacute;a 540 detenidos y 120 polic&iacute;as en el hospital. Pero ninguna autoridad, gabinete inclusive, atinaba ni pod&iacute;a hacer nada para neutralizar redes sociales presas en su propia trampa. <br />
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