EE.UU.: el modelo de negocios se cae a pedazos mientras se revela el verdadero costo de la guerra

No termina la serie de delitos, irregularidades y procesos empresariales –ampliada a consultorías, bancas y firmas bursátiles- que deteriora el propio modelo estadounidense de negocios.

15 julio, 2003

El año pasado, se sabía ya que Bush, su familia, su vice (Richard
Cheney), los secretarios de Justicia (John Ashcroft) y Defensa (Donald Rumsfeld)
estaban vinculados a firmas o directivos involucrados en un escándalo tras
otros. Hoy, queda clara la comunidad de intereses entre los "nuevos halcones",
la industria bélica, el petróleo y las compañías beneficiarias
en contratos de posguerra.

"La guerra contra el eje del mal -podía leerse en Mercado en los
días previos al conflicto- parece apta para recobrar votos y asegurarse
la reelección en 2004". Hasta noviembre primaban, empero, las advertencias
de Colin Powell (secretario de Estado), Brent Scowcroft, James Baker -allegados
a Bush padre- y Henry Kissinger". Después, aparecieron informes
(falsos, como se explicaba en febrero) sobre armas de destrucción masiva
y pasó lo que pasó.

Además, está el precio de la aventura. "La primera guerra
iraquí insumió US$ 80.000 millones, pero la segunda no bajará
de 100.000 millones. Las cifras provienen de Lawrence Lindsay, ex asesor económico
de la Casa Blanca, y descartan la proyección optimista del Pentágono,
US$ 50.000 millones". Esa estimación no incluía un riesgo
convergente: los US$ 200.000 millones que los árabes habían retirado
del área dólar durante 2002. Había otra diferencia con
1991: hace doce años, EE.UU. armó una coalición contra
Irak -éste había ocupado Kuwait- y las potencias petroleras árabes
aportaron 80% de los gastos. La reciente guerra, por el contrario, fue casi
unilateral (Gran Bretaña no aporta muchos fondos) y hoy se admite que,
en realidad, los costos finales ascenderán a por lo menos US$ 100.000
millones.

Ya iniciada la invasión (Mercado, abril) "analistas interesados
decían que una veloz liquidación de Saddam provocaría un
auge petrolero en Irak y haría caer los precios. Pero el problema era
y es mucho más complejo. Por ejemplo, en marzo la Agencia Internacional
de Energía recordaba que Irán aumentaría su potencial exportador,
vía el "megaproyecto Persia meridional", cuyo centro está
en el golfo. En junio último, Japón convino financiarlo por hasta
US$ 2.500 millones. "Ni siquiera una fulminante victoria de Estados Unidos
-presumía la AIE- le devolverá a Irak el papel exportador previo
a la anterior guerra".

La situación local "era desastrosa desde los años 80, debido
a la guerra Irán-Irak (señalaba, en febrero, la petrolera francesa
TotalFinaElf). Una nueva guerra exigirá, en la hipótesis más
favorable, US$ 60.000 millones anuales durante bastante tiempo, para reconstruir
la economía y la industria". Ni qué hablar si, "aun
con una rápida victoria, surgen guerrillas o separatismos internos y
el futuro régimen resulta volátil", advertía en marzo
la consultora estadounidense PFC Energy.

En rigor, semanas antes del ataque, expertos de Hacienda y Defensa temían
que los costos directos llegasen a US$ 100.000 millones. Ahora, esa suma es
casi oficial. Pero, ya en febrero, usinas privadas afines al Pentágono
hablaban de US$ 150.000 millones. En cuanto a costos potenciales o mediatos,
incluyendo la reconstrucción de Irak, algunas estimaciones hablan de
US$ 300.000 millones en el quinquenio 2003-7.

El año pasado, se sabía ya que Bush, su familia, su vice (Richard
Cheney), los secretarios de Justicia (John Ashcroft) y Defensa (Donald Rumsfeld)
estaban vinculados a firmas o directivos involucrados en un escándalo tras
otros. Hoy, queda clara la comunidad de intereses entre los "nuevos halcones",
la industria bélica, el petróleo y las compañías beneficiarias
en contratos de posguerra.

"La guerra contra el eje del mal -podía leerse en Mercado en los
días previos al conflicto- parece apta para recobrar votos y asegurarse
la reelección en 2004". Hasta noviembre primaban, empero, las advertencias
de Colin Powell (secretario de Estado), Brent Scowcroft, James Baker -allegados
a Bush padre- y Henry Kissinger". Después, aparecieron informes
(falsos, como se explicaba en febrero) sobre armas de destrucción masiva
y pasó lo que pasó.

Además, está el precio de la aventura. "La primera guerra
iraquí insumió US$ 80.000 millones, pero la segunda no bajará
de 100.000 millones. Las cifras provienen de Lawrence Lindsay, ex asesor económico
de la Casa Blanca, y descartan la proyección optimista del Pentágono,
US$ 50.000 millones". Esa estimación no incluía un riesgo
convergente: los US$ 200.000 millones que los árabes habían retirado
del área dólar durante 2002. Había otra diferencia con
1991: hace doce años, EE.UU. armó una coalición contra
Irak -éste había ocupado Kuwait- y las potencias petroleras árabes
aportaron 80% de los gastos. La reciente guerra, por el contrario, fue casi
unilateral (Gran Bretaña no aporta muchos fondos) y hoy se admite que,
en realidad, los costos finales ascenderán a por lo menos US$ 100.000
millones.

Ya iniciada la invasión (Mercado, abril) "analistas interesados
decían que una veloz liquidación de Saddam provocaría un
auge petrolero en Irak y haría caer los precios. Pero el problema era
y es mucho más complejo. Por ejemplo, en marzo la Agencia Internacional
de Energía recordaba que Irán aumentaría su potencial exportador,
vía el "megaproyecto Persia meridional", cuyo centro está
en el golfo. En junio último, Japón convino financiarlo por hasta
US$ 2.500 millones. "Ni siquiera una fulminante victoria de Estados Unidos
-presumía la AIE- le devolverá a Irak el papel exportador previo
a la anterior guerra".

La situación local "era desastrosa desde los años 80, debido
a la guerra Irán-Irak (señalaba, en febrero, la petrolera francesa
TotalFinaElf). Una nueva guerra exigirá, en la hipótesis más
favorable, US$ 60.000 millones anuales durante bastante tiempo, para reconstruir
la economía y la industria". Ni qué hablar si, "aun
con una rápida victoria, surgen guerrillas o separatismos internos y
el futuro régimen resulta volátil", advertía en marzo
la consultora estadounidense PFC Energy.

En rigor, semanas antes del ataque, expertos de Hacienda y Defensa temían
que los costos directos llegasen a US$ 100.000 millones. Ahora, esa suma es
casi oficial. Pero, ya en febrero, usinas privadas afines al Pentágono
hablaban de US$ 150.000 millones. En cuanto a costos potenciales o mediatos,
incluyendo la reconstrucción de Irak, algunas estimaciones hablan de
US$ 300.000 millones en el quinquenio 2003-7.

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