Control de gestión no es mala palabra

La literatura gerencial de las últimas décadas denostó tanto el ejercicio de poder de la alta gerencia que generó aversión a la palabra control. Pero si ésta no coordina las acciones para apunten hacia el objetivo fijado, no hay organización.

22 diciembre, 2006

Las nuevas formas de organización permiten a las empresas tener más capacidad de respuesta y adaptarse mejor al mundo en proceso de rápido cambio. Esas formas también cultivan el ejercicio del poder entre los empleados, mucho más que las rígidas estructuras jerárquicas del pasado.

Mucha gente afirma que como la naturaleza de las organizaciones ha cambiado, también debe hacerlo la naturaleza del control de gestión. Algunos llegan a decir que la gerencia no debería ejercer ningún tipo de control, que su misión es respaldar los esfuerzos de los empleados para que sean productivos miembros de las organizaciones – por lo tanto, toda forma de control es completamente contraproducente tanto para el management como para los empleados.

Alguna gente hasta reacciona negativamente ante la expresión “control de gestión” explicando que las palabras mismas tienen una connotación agresiva y dura. Los que escriben sobre el tema prefieren ahora usar el término “coordinar” más que “controlar”.

Si nadie coordina, no hay organización
Más allá de la connotación negativa de la palabra “control”, éste debe existir porque de lo contrario la organización no existe. En su forma más básica, una organización es dos o más personas trabajando juntas para conseguir un objetivo. Ya sea que la organización sea muy burocárica o no, ésta debe existir por alguna razón, algún propósito, alguna misión implícita o explícita, porque de lo contrario no es una organización. Debe tener un objetivo.

Identificar ese objetivo significa identificar estrategias formales o informales. Luego los miembros deben actuar de acuerdo con lo que aceptaron hacer. Después es posible que cambien de parecer, lo cual está bien, pero deben reconocer que están cambiando de opinión.

Esta forma de comunicación continua, siguiendo la pista de las actividades hacia un objetivo y luego de las decisiones subsiguientes sobre lo que hay que hacer, es la esencia de la coordinación gerencial. Debe existir de alguna manera, formal o informal.

Las nuevas formas de organización permiten a las empresas tener más capacidad de respuesta y adaptarse mejor al mundo en proceso de rápido cambio. Esas formas también cultivan el ejercicio del poder entre los empleados, mucho más que las rígidas estructuras jerárquicas del pasado.

Mucha gente afirma que como la naturaleza de las organizaciones ha cambiado, también debe hacerlo la naturaleza del control de gestión. Algunos llegan a decir que la gerencia no debería ejercer ningún tipo de control, que su misión es respaldar los esfuerzos de los empleados para que sean productivos miembros de las organizaciones – por lo tanto, toda forma de control es completamente contraproducente tanto para el management como para los empleados.

Alguna gente hasta reacciona negativamente ante la expresión “control de gestión” explicando que las palabras mismas tienen una connotación agresiva y dura. Los que escriben sobre el tema prefieren ahora usar el término “coordinar” más que “controlar”.

Si nadie coordina, no hay organización
Más allá de la connotación negativa de la palabra “control”, éste debe existir porque de lo contrario la organización no existe. En su forma más básica, una organización es dos o más personas trabajando juntas para conseguir un objetivo. Ya sea que la organización sea muy burocárica o no, ésta debe existir por alguna razón, algún propósito, alguna misión implícita o explícita, porque de lo contrario no es una organización. Debe tener un objetivo.

Identificar ese objetivo significa identificar estrategias formales o informales. Luego los miembros deben actuar de acuerdo con lo que aceptaron hacer. Después es posible que cambien de parecer, lo cual está bien, pero deben reconocer que están cambiando de opinión.

Esta forma de comunicación continua, siguiendo la pista de las actividades hacia un objetivo y luego de las decisiones subsiguientes sobre lo que hay que hacer, es la esencia de la coordinación gerencial. Debe existir de alguna manera, formal o informal.

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