Cómo hay que manejarse con lo imprevisto en las organizaciones

El outsourcing viene ganando terreno en los dos extremos: con compañías multinacionales que siguen apostando por el país minimizando riesgos, o startups que antes de volcar recursos de manera ineficiente nos solicitan la ayuda.

28 enero, 2022

Para Claudio Doller, socio Internacional de BDO en Argentina, cuando Mercado le propuso escribir bajo la consigna de un contexto de imprevisibilidad, “naturalmente empecé a realizar un ejercicio bastante generalizado hoy en día en actividades de tinte lúdico: comencé a imaginar escenarios futuros”.

Después de haber visto pasar por mi imaginación viajes intergalácticos y batallas propias de la ciencia ficción, intentaré aterrizar algunas reflexiones para compartir con toda la comunidad de lectores.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que lo imprevisible, por definición, es aquello que no puede ser visto con anticipación. En la era de la información, este hecho provoca una nueva herida narcisista. La tecnología, fundamentalmente el big data, nos permite procesar grandes volúmenes de datos para predecir acontecimientos, anticipar hechos.

Hacer uso de dichas herramientas nos va a posibilitar tomar decisiones más inteligentes sobre un sinfín de actividades, pero sobre la base de la estadística, no de la clarividencia. Ejemplo: un algoritmo puede predecir la cantidad de pacientes que ingresarán a terapia intensiva en las próximas dos semanas, pero ninguno fue capaz de predecir a ciencia exacta el COVID-19.

Entonces un primer paso fundamental es convivir con la posibilidad de que pueda pasar algo que no esperábamos, a partir del azar o del accionar de una inabarcable cantidad de variables que no fueron consideradas en su conjunto.

Ahora bien, reconocer esto no significa concluir que todo escapa a nuestro control. Al contrario, darnos cuenta de esto es el paso número uno para tomar la actitud correcta y posicionarnos de manera adecuada ante lo imprevisible. Si sabemos que algo va a pasar, más temprano o más tarde, podemos estar preparados.

Lo que voy a decir ahora no tiene novedad alguna, pero no por eso deja de ser cierto: la única manera de combatir contra lo imprevisible es con agilidad. La agilidad no es una cualidad que nos permitirá anticipar los hechos para evitarlos, pero sí nos permitirá actuar de forma rápida ante el potencial impacto del cambio abrupto.

Flexibilidad

La agilidad de una organización está dada por la flexibilidad que tiene para adaptarse a diferentes contextos y puede lograrse por diferentes vías y en diferentes grados, dependiendo de los objetivos que se busquen.

Desde un rediseño organizacional estructural hasta la redefinición de metodologías de trabajo, pasando por la incorporación de equipos de Change Management, existen un montón de matices y decisiones que se pueden tomar en favor de la agilidad y que tienen como propósito evitar que los cambios dejen paralizada a la organización.

Pero para hablar de cambios tampoco hace falta irnos a un escenario de disrupción total. Convivimos con cambios constantemente: el avance tecnológico es un claro ejemplo, pero también los encontramos en materia impositiva, laboral o económica, aunque nos hayamos familiarizado con ellos.

Este es un motivo por el cual, tal vez, el outsourcing ha ganado terreno en el último tiempo en los dos extremos: con compañías multinacionales que siguen apostando por el país minimizando riesgos, o startups que antes de volcar recursos de manera ineficiente, solicitan la ayuda de empresas como BDO para enfocarse netamente en su core de negocio.

En este punto cabe destacar que Argentina es un territorio fértil, los vaivenes que ha tenido el país nos han llevado a entrenar desde nuestra juventud un perfil de liderazgo ágil y flexible ante las adversidades que nos diferencian del emprendedor promedio de otras partes del mundo.

Para finalizar, quiero dejar un último mensaje. No hace falta ni bigdata, ni juegos grupales, ni adivinos para alertarnos sobre el peligro que corremos si continuamos por este sendero en la relación con la naturaleza.

El fin de ese camino poco tiene de imprevisto y de nuestra responsabilidad como líderes, empresarios y habitantes de este planeta, depende torcer el rumbo para evitar la próxima crisis y terminar como comenzaba esta nota: con un viaje intergaláctico en busca de un nuevo hábitat.

(Publicado originalmente en la edición impresa de Mercado)

 

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