domingo, 7 de diciembre de 2025

La industria de insumos de la construcción repunta, pero aún no despeja incertidumbres

Por primera vez en el año, el Índice Construya (IC) mostró una recuperación simultánea en sus dos mediciones clave: mensual desestacionalizada e interanual. La mejora en junio de 2025 alcanza el 15,5% en comparación con mayo y un 14,4% respecto al mismo mes del año anterior.

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Se trata de una señal de alivio tras un período prolongado de contracción y oscilaciones que reflejaron el impacto de la crisis macroeconómica sobre la demanda de materiales para la construcción.

El indicador, que elabora el Grupo Construya con base en los volúmenes vendidos al sector privado por las principales empresas del rubro, revela también que el acumulado de enero a junio se ubicó 11,1% por encima del mismo período de 2024. No obstante, ese mismo año había comenzado con una caída interanual del 29,2% en enero y un desplome acumulado de casi 33% hacia mediados de año.

En la medición desestacionalizada, el IC había registrado un retroceso del 12,1% en mayo. La reversión en junio se explica en parte por la baja base de comparación y en parte por una incipiente recomposición de la actividad privada en el segmento residencial. Según explicaron desde el Grupo Construya, “a medida que transcurre el año, se consolida un proceso de recuperación muy gradual de la demanda de insumos para obras residenciales. Y hacia adelante, las perspectivas sectoriales están sujetas a la continuidad del proceso de estabilización macroeconómico”.

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Volatilidad y rezagos

El comportamiento del índice durante los últimos doce meses permite observar no solo una profunda caída durante el segundo semestre de 2024, sino también la volatilidad que caracteriza al sector. Tras alcanzar un piso en diciembre de ese año, el índice desestacionalizado muestra un sendero irregular: creció 6,9% en febrero, 8,2% en marzo y 10,4% en abril, para luego caer bruscamente en mayo. El rebote de junio no puede aún ser interpretado como una tendencia firme.

La comparación con el ISAC —Índice Sintético de la Actividad de la Construcción, que publica el Indec— debe hacerse con cautela, dado que este último tiene una periodicidad oficial distinta: su última actualización corresponde a mayo. Aun así, ambos reflejan con rezago las mismas tensiones estructurales que atraviesan a la construcción: la falta de financiamiento, la retracción de la obra pública, la suba de costos en dólares y la inestabilidad de precios.

Una canasta representativa

El IC releva los volúmenes despachados de una amplia gama de productos: ladrillos cerámicos, cemento portland, cal, aceros largos, carpintería de aluminio, adhesivos, pastinas, pinturas impermeabilizantes, sanitarios, griferías, sistemas de calefacción, pisos y revestimientos, materiales eléctricos y electrónicos, entre otros. Las compañías que integran el Grupo Construya —entre ellas Aluar, Ferrum, Later-Cer, Plavicon, Peisa y Cerámica Quilmes— concentran buena parte de la producción nacional de insumos para la construcción.

La evolución del índice ofrece, en consecuencia, una aproximación indirecta pero relevante al pulso del sector. A diferencia de otros indicadores oficiales, permite anticipar el comportamiento de la obra privada, en particular en su segmento más dinámico: la vivienda unifamiliar financiada con ahorro propio.

Entre el alivio y la prudencia

La mejora de junio debe interpretarse con matices. En términos absolutos, el índice desestacionalizado alcanzó los 289,5 puntos, un valor todavía inferior al promedio mensual de 2023. La serie histórica muestra que, en el tercer trimestre de ese año, los valores superaban holgadamente los 320 puntos. Por lo tanto, el repunte reciente representa una recuperación parcial, que apenas compensa las caídas previas.

Más allá de los números, el repunte puede atribuirse a factores coyunturales: cierta estabilidad cambiaria en el segundo trimestre del año, una desaceleración de la inflación de materiales y expectativas de regularización de pagos en algunas obras paralizadas. Sin embargo, subsisten los riesgos asociados a la recesión general, el atraso salarial y la postergación de proyectos de inversión.

En términos políticos, la reconstrucción del sector dependerá de la persistencia de señales de estabilidad macroeconómica, la posibilidad de reactivar el crédito hipotecario y la resolución del frente fiscal. Hasta entonces, la construcción seguirá mostrando avances puntuales que, aunque alentadores, no constituyen todavía un cambio de ciclo.

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