El sector salud es el sector que más dedica recursos a la investigación y desarrollo (I+D). La Federación Mundial de Industrias Farmacéuticas (IFPMA) estima que la industria habrá invertido para este año $196.000 millones, manteniendo un crecimiento anual superior al 4%. Gran parte de esa inversión se vincula con avances tecnológicos que producirán cambios significativos en beneficio de los pacientes. Para el 2024, la innovación seguirá siendo la bandera del sector farmacéutico, comprendida desde varios frentes:
Las terapias personalizadas, conocidas como medicina de precisión, permiten la identificación del perfil genético y molecular de los pacientes para hacer diagnósticos más precisos y prever la reacción a los tratamientos con el fin de reducir los efectos secundarios y ser más efectivas. Los pacientes pasan de ser sujetos pasivos a protagonistas en la gestión de su salud, gracias a esa atención más personalizada. La creación de un nuevo medicamento o vacuna requiere años de investigación, tiempo e inversión y es por eso que las farmacéuticas promueven ecosistemas de innovación que incluyan académicos, especialistas, reguladores, grupos de pacientes y proveedores de atención médica.
Enfoque sostenible ASG (ambiental, social y de gobernanza) centrado en las personas, con adaptación de estrategias y tecnologías que, por un lado, puedan reducir la huella de carbono y, por otro, adherirse a los estándares éticos y regulatorios internacionales que garanticen la seguridad y el bienestar de los pacientes y el acceso oportuno a las terapias.
La digitalización de procesos tanto internos como externos permitiendo mejorar la relación y el conocimiento de los pacientes. La posibilidad de tener acceso a datos masivos a través de aplicaciones móviles y dispositivos facilita la investigación de tratamientos más eficientes ya que se cuenta con información segmentada. Por otra parte, la digitalización ha permitido acelerar la incorporación de la telemedicina para realizar seguimiento remoto y ampliar la cobertura médica.
La flexibilización regulatoria es otro de los enfoques, apuntando a simplificar los procesos de aprobación y comercialización de los tratamientos y la realización de estudios clínicos, sin comprometer la seguridad o eficacia. La pandemia Covid-19 demostró la habilidad de las farmacéuticas de reaccionar aceleradamente ante emergencias sanitarias, por lo que es indispensable que los países puedan agilizar los procesos de aprobación de tratamientos innovadores y de calidad, y evitar que las personas tengan que acudir a instancias judiciales para tratar sus padecimientos.
Datos publicados por IFPMA señalan que en la actualidad hay más de 9.000 medicamentos en desarrollo en todos los campos terapéuticos, además de 260 vacunas; sin embargo, entre la aprobación e inclusión en los seguros sociales de estos tratamientos en nuestros países podría tardar hasta 10 años.