“En ese sentido, vimos la sustentabilidad como parte de la gestión de riesgos a partir del análisis de materialidad: la identificación, priorización y gestión de los temas estratégicos para la empresa, considerando nuestra agenda, la industria y el contexto local”, especifica Betina Azugna. “De este modo, vamos incorporando mejoras, bajo la guía de lineamientos internacionales. Para nuestro último reporte publicado (ejercicio 2022/2023), realizamos un nuevo análisis de materialidad y reorganizamos el mapa de temas materiales en tres ejes que replican los criterios ESG, cada uno con sus indicadores de desempeño. Para el Reporte ASG 2023/2024, estamos realizando un proceso de doble materialidad, financiera y de impacto. Una gestión sustentable nos permite identificar riesgos, detectar oportunidades para brindar respuestas oportunas y garantizar la continuidad del negocio incluso en contextos desafiantes”.
Considerando el futuro, ¿cuáles son los mayores retos y oportunidades en términos de la evolución de las prácticas ESG y la sustentabilidad?
Podemos hablar de retos y oportunidades en diferentes niveles. A escala mundial, el estudio anual del World Economic Forum (WEF) señaló que hay riesgos que han cobrado mayor relevancia que otros. Y, ante la falta de consenso y cooperación para abordarlos, la oportunidad está en trabajar en conjunto -con la cadena de valor; entre el sector público y el privado- para crear defensas rápidas ante los riesgos emergentes más perjudiciales.
En cuanto a la Agenda 2030, solo el 15% de los ODS va camino de su cumplimiento. Es por eso que Pacto Global lanzó la iniciativa Forward Faster, identificando que los mayores retos a escala global son en relación a salario digno, igualdad de género, clima, agua y finanzas sostenibles. También se propone la necesidad de escalar el impacto de manera colectiva.
En Argentina, en muchos casos aún nos falta superar la creencia de que la sustentabilidad es un gasto de tiempo y recursos. Sin embargo, una buena estrategia de sustentabilidad debe estar centrada en el negocio y significar una inversión, con mirada a largo plazo sobre los grupos de interés. Y si bien la agenda nacional contempla las temáticas anteriores, hay algunas a las que debemos dar prioridad, como el cambio climático, la lucha contra la corrupción, y la agenda de derechos humanos. En este sentido, un claro ejemplo en cuanto a los riesgos y oportunidades emergentes es la firma de la solicitud de ingreso de Argentina a la OCDE, que abre nuevamente un horizonte de cambios y requerimientos para las empresas, entre ellos en materia de gestión de riesgos ambientales y en derechos humanos.
En relación a la rendición de cuentas, se apunta a profundizar el contenido y la exhaustividad. La mayoría de las iniciativas internacionales en las que nos apoyamos están evolucionando y lanzando nuevas versiones más exigentes (GRI 21, nueva COP de Pacto Global de ONU); a tal punto que GRI tomó como base para sus indicadores de Gobierno Corporativo la Guía de Debida Diligencia para una Conducta Empresarial Responsable de la OCDE.
Otros factores que influyen en la necesidad de reportar son las demandas de los inversores -que tienen un gran poder en la toma de decisiones- y la posibilidad inminente de la regulación, a raíz de la legislación avanzada en Europa y sus repercusiones sobre las empresas de Latinoamérica que son parte de sus cadenas de valor.
Por último, en cuanto al abordaje en Grupo Sancor Seguros, consideramos que los desafíos globales suponen tanto riesgos como oportunidades para industrias como la del seguro; de ahí que su conocimiento sea fundamental como punto de inicio para la sustentabilidad del negocio. De cara a estos retos, nos encontramos trabajando en la gestión de ciber-riesgos, en un nuevo Plan de Gestión Ambiental y en un camino hacia la debida diligencia en derechos humanos.