La invasión de Rusia a Ucrania plantea un serio dilema a China. La versión según la cual Moscú pidió a Beijing ayuda militar en el marco de su asociación “sin límites” sube la apuesta aun más. Si Xi Jinping accede, el precio será muy alto, opina Gideon Rachman en su columna del Financial Times. En efecto, estaría entrando en una guerra indirecta contra Estados Unidos y la OTAN.
A diferencia de Vladimir Putin, Xi juega un juego de largo alcance que depende del poder económico de China para cambiar el equilibrio de poder en el mundo. La apuesta de Putin, en cambio, de fuerza bruta contra Ucrania, amenaza esa estrategia. Beijing tal vez haya contemplado una futuro ruptura de relaciones con Estados Unidos, pero gracias a Rusia ahora se encuentra ante una confrontación con Occidente en un cronograma notablemente acelerado”.
A China le habría convenido una victoria rápida de Rusia porque habría aportado credibilidad a su teoría de la inexorable declinación del poder estadounidense. Con Rusia empantanada, dice Gideon, la alianza occidental tomó nueva fuerza. Y ha desplegado un nuevo arsenal de sanciones económicas que se verán muy amenazantes desde Beijing. Es posible imaginar que aparezcan límites a la sociedad de China con Rusia.