lunes, 23 de diciembre de 2024

Relaciones con China: ¿qué implica el swap?

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China se constituyó en las últimas décadas como el principal motor de crecimiento de la economía global, uno de los principales actores en el comercio y las inversiones.

Mientras que en 2001 concentraba el 4% del flujo comercial (importaciones + exportaciones), en 2022 explicó el 14,5%. En el mismo lapso su participación en el PIB mundial -medido a Paridad de poder adquisitivo (PPP) – trepó a cerca del 20% desde el 6,8% de inicios de siglo. Asimismo, en 2001 China explicaba 5,3% del stock mundial de IED en el extranjero, mientras que en 2021 representó el 11,2%.

La creciente relevancia en los mercados internacionales, las disputas abiertas con Estados Unidos y la paulatina construcción de intereses en diversas regiones derivó en un set de herramientas financieras tendientes a ganar influencia en el tablero geopolítico, asegurar la consistencia de los flujos comerciales y conseguir una mayor difusión del Yuan (renminbi) como moneda de intercambio, según explica el reciente informe de la consultora Ecolatina.

Estos instrumentos acrecentaron el rol de China como gestor de crisis internacionales, colocándolo como un prestamista de última instancia. Tomando un rol similar -aunque a una escala bastante menor- al del FMI, el gobierno chino ha creado un nuevo sistema de préstamos internacionales de rescate que suelen dirigirse a países con un elevado estrés tanto en su balanza de pagos como en sus reservas internacionales y sin acceso al crédito internacional.

En particular, el grueso de la asistencia se destina a países en vías de desarrollo que integran la estrategia de la “Franja y la ruta” (más conocida como “Ruta de la seda”).

Por caso, a través de un instrumento como el swap, el Banco Central de China ha construido una red global con casi 40 bancos centrales extranjeros desde 2008, contándose países como Brasil y Chile en la región. Las características de sus múltiples operaciones es que resaltan por su opacidad -son generalmente confidenciales- y tienen una relativa elevada tasa de interés con relación a otras fuentes -organismos multilaterales, mercado financiero-.

En este marco se insertó la búsqueda del Gobierno por ampliar la activación del swap de monedas con China. La estrategia forma parte de una batería de medidas que procuran hacer frente a un escenario de extrema fragilidad cambiaria, con las reservas netas del BCRA negativas en cerca de US$ 1.600 millones, limitando cada vez más la capacidad del Gobierno de evitar una devaluación desordenada en los próximos meses frente a la ausencia de fuentes de financiamiento alternativas.

¿Cómo es la relación bilateral con Argentina?  ¿en qué consiste el swap de monedas? ¿cómo impacta en las reservas? ¿cuáles son los costos y riesgos asociados? ¿qué implicancias tendrá?

 

La relación comercial y financiera con China 

El saldo comercial con China es crecientemente deficitario. Sólo en 10 de los últimos 33 años Argentina logró un superávit en el intercambio bilateral, que desde 2008 se encuentra en un firme terreno negativo y trepó a US$ 9.600 millones durante 2022, el más elevado en toda la historia.

Con vaivenes, desde 2007 China es nuestro segundo destino de exportación, detrás de Brasil. Además, desde 2020 es el principal origen de nuestras importaciones, con un fuerte peso de Bienes Intermedios (33%) y Bienes de Capital (30%) en las compras totales realizadas a dicho país.

Debido a este mayor acercamiento, nuestro flujo comercial (importaciones + exportaciones) se encuentra cada vez más concentrado en un único destino: en tanto en el 2000 representó sólo 4%, en la actualidad China ya explica el 15% de nuestro intercambio de bienes.

Asimismo, los lazos financieros se fueron afianzando. En primera instancia, hemos sido receptores de un mayor flujo de inversiones y de financiamiento de China en diversos sectores, como el energético -represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic-, de transporte -remodelación del Belgrano Cargas iniciada en 2014-, alimenticia -adquisición de la cerealera Nidera y Noble Group en 2017-, entre otros (minero, telecomunicaciones). En segunda instancia se destaca el acuerdo para la conformación de una línea de swap de monedas entre el Banco Popular de China (BPC) y el BCRA.

¿En qué consiste el swap

Constituye un intercambio de monedas entre bancos centrales. El BCRA registra los yuanes en su activo (aumenta las reservas) y en su pasivo (no son propios). Es por esto que suelen restarse para calcular las “reservas netas”. No obstante, los renminbis no son de libre disponibilidad. Su uso requiere previamente de una “activación” que debe acordarse con el BPC. En este sentido, si el BCRA utiliza los yuanes (o los canjea por dólares), al término del contrato -generalmente al año- debe devolverlos, abonando un interés.

La utilización del monto negociado impacta en ambos lados de la hoja de balance del BCRA: cae tanto el activo vía menores reservas (pago de importaciones) y el pasivo vía menor Base Monetaria (se absorben pesos que venden los importadores a cambio de yuanes), disminuyendo como consecuencia tanto las reservas brutas como las netas.

La dificultad para realizar un monitoreo pormenorizado de su utilización radica en que no existen datos públicos con los detalles de estas operaciones producto de la confidencialidad de los acuerdos. No obstante, todo indica, según trascendidos, que las aprobaciones de SIRAs cuyas importaciones se realicen en yuanes cobraron un carácter más fluido desde la negociación del nuevo acuerdo.

Breve cronología del swap con China 

El swap chino cuenta con un período de duración de 3 años y puede prorrogarse. Al presente, se han celebrado diversos acuerdos y extensiones de forma ininterrumpida desde 2009, con negociaciones que fueron modificando el contrato original.

Como veremos, hasta antes del actual acuerdo era muy limitado el monto que el Gobierno podía utilizar de los casi USD 19.000 M (130.000 M de yuanes) disponibles: por caso, el uso directo de yuanes fue en 2020 y 2021 de sólo el 0,2% del acuerdo.

2009 – Precautorio y poder de fuego. En medio de la crisis internacional 2008/09, durante abril de 2009 se firma el acuerdo original, con un plazo de 3 años de duración y por un monto de CNY 70.000 millones –US$ 10.000 millones.

El elevado nivel de reservas con el que se contaba (US$46.500 millones) permitió sortear la crisis sin necesidad de hacer uso efectivo del mismo y, por lo tanto, registrar dicho acuerdo en el balance del BCRA.

En contraste, durante 2014 las reservas brutas se encontraban US$ 20.000 millones por debajo de aquel entonces, y el ingreso de divisas era menor fruto de la finalización del boom de precio de las commodities y de una política de comercio exterior con sesgo anti-exportador. En este contexto, la renovación implicó la incorporación efectiva del swap a las arcas del BCRA a través de diferentes tramos. Como resultado, las reservas brutas crecieron aproximadamente US$ 11.000 millones, permitiéndole al BCRA mostrarse con “mayor poder de fuego” -en parte, debido a la opacidad del swap, que no permitía saber con exactitud si podía usarse para intervenir el MULC-.

2) 2015 – Levantamiento del cepo. Durante el cambio de gestión producido en diciembre de 2015 y la liberación del mercado cambiario, se produjo una modificación en el acuerdo que permitió la conversión de CNY 20.000 millones a dólares -alrededor de US$ 3.000 millones- y la posibilidad de utilizar estas divisas para la intervención en el MULC. Sin embargo, los dólares no fueron utilizados en aquella oportunidad.

3) 2023 – Importaciones. El BCRA se encuentra en una delicada situación, alcanzando una pérdida acumulada de Reservas Netas (sin DEG) -según nuestra metodología- que supera los US$ 3.100 millones en lo que va de 2023, ubicándose en terreno negativo desde finales de marzo. A raíz de este drenaje, la relevancia del swap alcanzó un récord y ya representa cerca del 60% de las Reservas Brutas.

Aparejado a ello, en la búsqueda por la obtención de fuentes de financiamiento el BCRA y Economía llegaron a un acuerdo a inicios de 2023 y en su reciente visita a China para la utilización de CNY 70.000 millones -cerca de US$ 10.000 millones-, representando la totalidad del tramo original 2009-14, y renovaron el acuerdo cuyo vencimiento operaba entre julio y agosto. La novedad es que estas recientes negociaciones permitirán realizar el pago de importaciones en yuanes y funcionarán en la práctica como un crédito comercial. 

¿Cuáles son los costos y riesgos asociados? 

Las consecuencias de los diferentes usos y aplicaciones del swap son las relativamente elevadas y desconocidas tasas de interés que deben abonarse a posteriori -por caso, en diciembre de 2015 la tasa vigente era Shibor + 400 p.b. ( La Shibor es la tasa de referencia de la política monetaria de BPC).

Como contrapartida, y si bien la información no es de índole pública, existen dos riesgos asociados.

Riesgo de tasa. La activación implica endeudarse a una tasa con un componente variable Shibor, lo que implica estar sujeto a subidas repentinas por decisiones del BPC. De todos modos, la buena noticia es que viene retrocediendo y ya acumula una caída 0,3 p.p. en 2023, ubicándose en la zona de 2,5% anual.

Riesgo cambiario. Como cualquier endeudamiento en moneda extranjera, eventuales apreciaciones en la divisa en cuya deuda se incurre implica un peso mayor de los compromisos asumidos. En este sentido, la cotización del futuro de CNH para junio 2024 -moneda de referencia de la plaza de Hong Kong- marcó ahora un valor de 6,9 US$/CNH, lo que implica una apreciación del 2,6%.

Esto significaría que, sobre el préstamo de US$ 10.000 millones, se incurriría en una salida extra de divisas próxima a los US$ 300 millones, equivalente a dos días de liquidación del “dólar soja/agro”. Por último, el crawling peg y eventuales saltos disruptivos del tipo de cambio implican/rían un peso mayor en la posición deudora del país.

¿Qué implicancias tendrá? 

Teniendo en cuenta que las importaciones realizadas por Argentina desde China cayeron durante el primer cuatrimestre un 27% i.a., la oportunidad para el país asiático se presenta como un win-win: revitaliza el comercio bilateral, abona a un objetivo más general en la difusión del yuan y gana influencia en la región. Además, medidas de este estilo permitirían aliviar las operaciones de las empresas de origen asiático que se encuentran operando en el mercado local.

Desde el punto de vista de Argentina, la activación del swap (así como la potencial llegada de las inversiones anunciadas) le permite al Gobierno obtener aire en la compleja coyuntura de escasez de divisas que se encuentra transitando: la activación le permite al BCRA otorgar yuanes a importadores que antes no estaban disponibles, “liberando” divisas para otros fines.

En segundo lugar, las compras externas de origen chino explican el 20% de nuestras importaciones. Por lo que la utilización del yuan permitiría aliviar las restricciones a las importaciones en un volumen para nada despreciable y afectar de forma positiva a la actividad.

Finalmente, no debe perderse de vista que la relación diplomática constituye una política de estado que trasciende el signo político de los gobiernos, que de forma ininterrumpida han sostenido el acuerdo y dieron pasos hacia adelante en la profundización del comercio.

 

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